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LLEGARON LOS BUENOS

Por fin un comando especial pone a temblar a las bandas de secuestradores. En solo tres meses Unase ha rescatado en Medellin a 21 secuestrados

18 de diciembre de 2000

La llamada se recibió a las 11:30 de la noche. Una voz cortante dio las últimas instrucciones: "Mañana, a las 2 :00 p.m. en la carretera de Las Palmas, kilometro 10, recibimos la mercancía. Nada de nacionales, todos extranjeros y bien empacados. No queremos fierros ni mucho menos verdes. O sino a vuelta de correo recibirán malas noticias ... En la casa de los Martinez todo era nerviosismo. Dos meses atrás, el hijo menor de esta familia paisa habia sido secuestrado en el momento en que se disponia a abordar el bus escolar. Desde entonces, todos los días, la voz del mismo hombre que esa noche llamó, se comunicaba para "negociar" el rescate del menor por el que exigia tres millones de dólares.

Durante el tiempo en que secuestrador y familia mantenian un contacto telefónico, cinco hombres de la Unidad Antiextorsión y Secuestro -Unase trabajaban en el caso. Dos de ellos hacían las veces de consejeros y, como en una partida de ajedrez, movían sus fichas cada vez que el secuestrador daba un paso. Los otros tres permanecían en una bodega localizada en los alrededores del centro de Medellín con la misión de rastrear las llamadas que se hacian a la casa de los Martínez. La labor de inteligencia dio resultados. Se estableció que los contactos se hacian a través de cinco teléfonos públicos de El Poblado. Esos aparatos quedaron conectados a una red de grabadoras que se accionaban automáticamente cada vez que la línea telefónica se utilizaba. Así los detectives lograron conseguir información que permitió establecer el paradero donde tenían retenido al niño.

Por eso la misma noche en que el negociador llamó a los Martínez para ultimar el pago del rescate, los cinco hombres ya tenían montado un operativo que los conduciría al lugar donde se encontraba el pequeño Jhon Martínez. Sólo necesitaron 54 segundos para ingresar a la casa, dar de baja a tres secuestradores y liberar, sano y salvo, al pequeño. Todo esto sucedió la semana pasada y es el secuestrado número 21 que ha sido rescatado por Unase de las manos de los secuestradores en los últimos 20 días sin pagar un peso por su liberación.

En medio de la desesperanza de un país que ya no cree en nada y mucho menos en la eficacia de sus autoridades, ha surgido un comando de Rambos paisas que comienza a devolverle la confianza a los colombianos. Se trata de Unase. Un grupo conformado por miembros del Ejército, la Policía y el DAS que nació en Medellin en noviembre del año pasado como respuesta a la ola de secuestros que viene azotando a la capital antioqueña, donde todos los días son raptadas un promedio de cuatro personas por las bandas de sicarios, delincuencia común y narcotráfico.

En una bodega, que hace las veces de oficina, Unase montó su cuartel de operaciones. Dirigidos por un coronel de mil batallas, que combatió la delincuencia, la extorsión y el secuestro en la zona esmeraldifera, un grupo de 50 jóvenes que no alcanzan los 25 años, trabajan dia y noche al estilo de la serie de televisión Comando Especial, en procura de rescatar a por lo menos un centenar de personas que se encuentran hoy en manos de la delincuencia organizada. Su reto en la actualidad es la liberación de 40 secuestrados que por su libertad se exigen sumas que oscilan entre los dos y seis millones de dólares. Estas cifras extravagantes obedecen según fuentes oficiales a que no pocos secuestrados antioqueños son narcotraficantes. En estos cuatro meses de operaciones Unase ha logrado liberar a 21 secuestrados. Ha dado de baja a 46 secuestradores, capturado a 49 y desmantelado 21 bandas. Resultados que de por sí hablan solos y que rompen las estadisticas oficiales de los diferentes grupos de antisecuestro que se han conformado en el país. Es tal su éxito que en Medellín los paisas lo bautizaron con el remoquete de "el segundo cartel".

¿Por qué el exito de Unase? El coronel Rodríguez, comandante del grupo, señaló a SEMANA que los buenos resultados obedecen a dos razones. La primera tiene que ver con la conformación del grupo. Por primera vez se reunió personal de los diferentes cuerpos que conforman la autoridad antioqueña. Cada comando de operación tiene representantes del Ejército, de la Policía y del DAS y es liderado por el oficial de mayor rango. La segunda tiene que ver con el modus operandi. Cada caso que se trabaja requiere de un manejo diferente y en muchas ocasiones ha sido necesario que los detectives de Unase se disfracen de pordioseros, de ejecutivos, de campesinos, etc., lo que les permite recoger información sin ser vistos por los "campaneros" que utilizan las bandas y quienes tienen el trabajo de alertar a sus jefes sobre cualquier movimiento extraño o presencia de algún miembro de la policía. En varias ocasiones, la gente de Unase ha llegado a conseguir información con los mismos integrantes de las bandas sin que estos entren en sospecha.

Pero además del ingenio, tambien Unase ha logrado montar una infraestructura en equipos que le ha permitido una mayor precisión en la confrontación de sus datos. En un pequeño cuarto tiene montada una red de comunicaciones que a simple vista parece la oficina de una telefonista de pueblo, pero desde allí se controlan los 11 mil teléfonos públicos que hay instalados en el aéra urbana y que son utilizados por los negociadores para hacer sus primeros contactos con los familiares de las victimas. En otra habitación se empotraron mapas del departamento de Antioquia en los que están señaladas las zonas más utilizadas por las bandas de secuestradores para mantener en cautiverio a sus secuestrados. Más allá, en un diminuto cuarto oscuro, se revelan las fotos y se levantan los planos de las casas donde tienen a las víctimas. Este trabajo se realiza una vez que los detectives han logrado determinar por sus informaciones el lugar exacto en que se encuentra alguno de los secuestrados.

Tan pronto se ha evaluado y confrontado la información, Unase entra en la última etapa de su acción. Allí, en un salón, el jefe del grupo traza sobre una repiza los movimientos que van a realizar una vez llegue la hora cero para un rescate. Todo se calcula en cuestión de segundos. Cada miembro del grupo tiene que entrar en acción en el momento exacto. Es así que durante su 21 intervenciones no ha sido muerto un solo secuestrado. Es tan rápida la acción que por lo general cuando llegar al sitio, los delincuentes están en otras actividades y no tienen tiempo para reaccionar.

Pero si por su éxito se ha ganado la simpatía de los antioqueños, también Unase tiene muchos enemigos. Pues sus éxitos constituyen la principal amenaza contra la industria del secuestro que se está volviendo en el país tan grande como el narcotráfico. Durante estos cuatro primeros meses de actividades, tres atentados se han hecho contra sus instalaciones. En uno de ellos mataron a dos de sus miembros. Y en un tercero se salvó de puro milagro el comandante del grupo. Los buenos resultados de Unase en Medellín, llevaron a las autoridades a conformar en Bogotá y Cali dos grupos con el mismo sistema de operación. Para ello se invirtieron 400 millones de pesos y a finales de este mes comenzarán sus operaciones. Lo que comenzó como una fórmula de ensayo ante la ola de secuestros, se convirtió en el antídoto más eficaz contra un mal que se enquistó en la sociedad colombiana que desde hace varios años tiene en jaque a las autoridades.