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Roméo Langlois investigaba temas como el narcotráfico y la minería ilegal.

CONFLICTO

Lo que implica ser corresponsal de guerra en Colombia

El caso del periodista francés Roméo Langlois revivió el debate sobre el cubrimiento del conflicto y las circunstancias que afrontan los reporteros de guerra en Colombia.

30 de abril de 2012

Roméo Langlois, corresponsal de France 24 y colaborador de Le Figaro, cubría un operativo antinarcóticos en Caquetá en compañía del Ejército, cuando resultó en medio del fuego cruzado y desde entonces se desconoce su paradero.
 
El periodista se encontraba con las tropas en Unión Peneya (Caquetá), donde fueron emboscados por guerrilleros del frente 15 de las FARC. Langlois, que portaba chaleco y casco militar, habría sido herido en un brazo y estaría en manos de los insurgentes, según versiones no confirmadas.
 
Periodismo empotrado
 
A raíz del hecho, el vicepresidente de la República, Angelino Garzón, pidió reflexionar sobre la presencia de periodistas en zonas de conflicto. Agregó que ningún civil debe ponerse prendas militares, como chalecos antibalas y cascos blindados.
 
John Ottis, corresponsal de la revista Time en Colombia y autor del libro La ley de la selva, dedicado al conflicto colombiano, explicó a Semana.com que portar estas prendas "es normal cuando uno va con el Ejército de Colombia o con el de Estados Unidos, por ejemplo".
 
Se da especialmente en la práctica denominada "periodismo empotrado", en la cual el reportero acompaña las tropas de alguno de los bandos para poder cubrir la guerra, y que se volvió habitual en Irak y Afganistán. Ottis narró a Semana.com que cuando estuvo con los marines estadounidenses en esos países, por lo común los periodistas van protegidos así.
 
"Bajo esas circunstancias es fácil ver a un periodista como un soldado. No estoy seguro si viola el DIH, pero es común. Uno va con las reglas que pone el Ejército", afirmó Ottis.

Pero esta práctica, además del riesgo de que los periodistas sean victimizados, pone en tela de juicio el equilibrio informativo del cubrimiento, pues la guerra sólo es vista desde uno de los bandos enfrentados.
 
Por su parte, Esther Rebollo, directora de la agencia EFE en Colombia, justificó la presencia del reportero francés en el área. "Él estaba cumpliendo su misión, la de informar. Tengo muy buenas referencias suyas, conocía la situación y los riesgos, así que no se puede decir que es un loco que se metió insensatamente a ese lugar", sostuvo a Semana.com.
 
Rebollo resaltó la carencia de una organización de los periodistas extranjeros en el país: "Langlois pertenece al grupo de periodistas extranjeros que en Colombia estamos dispersos, no tenemos una asociación que nos agrupe. Deberíamos dar ese paso, es necesaria una entidad que respalde a los periodistas extranjeros en el país, como existe en otras partes del mundo", explicó.
 
La periodista señaló que a causa del conflicto, Colombia es el país de Suramérica con mayor presencia de periodistas extranjeros. Por ello, la carencia de una agrupación gremial que los aglutine resulta más significativa.
 
Práctica poco habitual
 
No es habitual que la fuerza pública acceda a llevar reporteros extranjeros en sus operaciones, según sostuvieron algunos periodistas extranjeros consultados por Semana.com. "Muchas veces he ido al Ejército y a la Policía, pero en 11 años sólo una vez accedieron a que fuera con ellos. En esa ocasión, el general Mora nos llevó a una quema de un laboratorio del narcotráfico", afirmó uno de ellos, quien pidio mantener el anonimato.
 
"En otra ocasión, cubriendo un combate en Cauca, nos encontramos con las tropas y nos protegieron. No hubo ningún problema. Pero por lo general hay que salir a buscar las noticias por otro lado", agregó.
 
"Las fuerzas militares quieren protegerte. Tramitar una salida con el Ejército me duró un año; no querían exponerme a riesgos", dijo por su parte John Ottis sobre este aspecto.
 
Pero, como planteó la Fundación para la Libertad de Prensa en un comunicado, "el trabajo periodístico es fundamental para informar y comprender el conflicto en Colombia. La situación de Roméo Langlois demuestra, una vez más, las difíciles condiciones y el peligro que representa para el periodismo cubrir temas relacionados con el conflicto armado".