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Los 'Millonarios' también lloran

La Ley de Intervención Económica o de quiebra parece ser la única salida para que al Club Deportivo Los Millonarios no le suene el pitazo final.

1 de agosto de 2004

Los hinchas que asistieron al triunfo de Millonarios 2- 0 contra el Deportivo Cali el pasado 12 de mayo en el estadio El Campín no sabían que presenciaban una despedida. Ese día jugó por última vez un equipo de profesionales a la altura del club, que ahora enfrentará sus compromisos casi exclusivamente con jugadores que carecen experiencia en la liga mayor.

Es la primera vez que Millonarios, el club de mayor historia del fútbol colombiano, enfrenta una situación tan crítica. El problema es que está en quiebra. Tras meses de negociaciones con empresas privadas y entes del Estado, en las que las directivas intentaron manejar una situación deficitaria que supera los 8.000 millones de pesos, su única via es la Ley de Intervención Económica o ley 550.

Ese camino será anunciado esta semana por los directivos del equipo y la Dirección Nacional de Estupefacientes, accionista mayoritario del club. Acogido a esta ley, Millonarios bloqueará por 10 meses prorrogables las deudas con sus acreedores, y durante ese lapso intentará conseguir el dinero para quedar a paz y salvo y renegociar sus acreencias. El problema está en que de atrasarse en los pagos con sus nuevos acreedores, del llamado 'Ballet Azul' sólo quedaría el recuerdo.

En esta situación influyó el fracaso deportivo del semestre anterior. "El receso del equipo durante estos tres meses es una de las principales causas de no tener dinero. Ya iniciado comenzaremos a recibir ingresos en taquillas y tenemos asegurado el patrocinio de LG hasta diciembre. Por eso creemos que conseguiremos la plata para cumplir las obligaciones y además confiamos en nuestra nómina joven", afirma el presidente Guillermo Santos.

Sin embargo, esta crisis viene de años atrás. Ese inolvidable equipo de jugadores como Di Estéfano, Pedernera, en los años 50; Vivalda, Funes y Vanemerak en épocas más recientes, fue empañado por los dineros ilícitos que entraron cuando el narcotraficante Gonzalo Rodríguez Gacha fue su principal accionista. Al morir Rodríguez Gacha, sus acciones pasaron a manos de sus herederos y finalmente fueron afectadas por la extinción de dominio. Hoy, la Dirección Nacional de Estupefacientes es principal accionista del club con un 29,15 por ciento y representante del Estado en el equipo. Por esa razón, una de las salidas que proponían algunos accionistas para salir de la crisis, que era la capitalización del equipo mediante la emisión de acciones, se hace imposible. Al ser el Estado propietario del mayor porcentaje no se permite esta figura porque causaría un detrimento patrimonial inaceptable en términos de administración de dineros públicos.

En medio de la crisis, el equipo no puede funcionar adecuadamente. Su último técnico Norberto Peluffo y casi todos sus jugadores insignias renunciaron al no llegar a acuerdos salariales. Sus empleados no quieren trabajar porque se les deben 11 meses de sueldo y en las canchas de su sede hace falta hasta la cal para demarcar las líneas. La buseta que durante años transportó a los jugadores está embargada por el fondo de empleados del club por una deuda de 78 millones de pesos.

Hoy están en su nómina jugadores tan jóvenes que algunos ni siquiera habían nacido cuando los Embajadores ganaron el último título en 1988. Las pérdidas deportivas en el primer semestre superan los 500 millones y todo parece indicar que al pobre Millonarios sólo le queda su nombre.

Aunque suene irónico, es verdad. Sólo le queda su nombre. En medio de la crisis que afronta el equipo, en la que sus deudas están apunto de disolverlo, el good will o buen nombre, avaluado por economistas en unos 15.000 millones de pesos, es otra de las pocas oportunidades para evitar su desaparición. La historia cosechada por Millonarios durante sus 58 años, los 13 títulos conquistados y la gran hinchada en el país hacen que algunos planteen la solución de vender ese activo intangible.

La figura consistiría en disolver el club y crear un nuevo Millonarios en el que todas sus deudas quedarían a cargo de la empresa antigua y la nueva se convertiría en un equipo sin pasivos ni obligaciones.

Pero esta posibilidad, a primera vista sencilla, tiene muchos inconvenientes. Durante los últimos 15 años Millonarios ha servido para que algunos de sus directivos usen el equipo para enriquecerse mediante la bolsa de jugadores. Lo que quiere decir que estos no estarían dispuestos a vender sus acciones porque siguen interesados en vender a sus propios jugadores y continuar en el negocio del fútbol. Por otra parte, todos sus socios tendrían que aprobar la venta de la ficha de la Dimayor y muchos no estarían dispuestos.

Coldeportes, por su parte, tiene velas en este entierro porque la ley prohíbe a un socio tener más del 20 por ciento en las acciones de una entidad deportiva, y la DNE tiene el 29,15 por ciento, lo que viola la ley del deporte. El presidente de Coldeportes, Daniel García, dice que la DNE tendrá que responder esta semana sus cuestionamientos.

Por ahora, mientras avanza el proyecto del estadio, en el que el club no pone ni un peso, los objetivos de Millonarios estarán concentrados en cumplir la ley 550, para alcanzar una estabilidad que permita responderles a sus empleados y tener una nómina respetable, digna de una laureada historia y justa para sus hinchas.