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Gloria Narváez nació en Pasto y llevaba 12 años por fuera del país. | Foto: Archivo particular

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La historia de la monja colombiana secuestrada por yihadistas

Ha pasado un mes desde que un grupo de yihadistas secuestrara a la monja colombiana Gloria Narváez. Tanto las autoridades colombianas como las del país africano no saben nada del paradero de la hermana y un grupo de la Policía Nacional fue enviado para ayudar con el caso.

10 de marzo de 2017

El pasado 7 de febrero y lejos del ruido de la ciudad, en una aldea de Karangasso, a unos 400 kilómetros de la capital de Malí, un grupo de monjas colombianas se alistaba para dormir cuando escucharon los ladridos de los perros que cuidaban su dormitorio.

Cuatro hombres armados irrumpieron bruscamente en la casa de las religiosas. Los intentos de los perros por detener a los intrusos fueron en vano. Los hombres, autodenominados yihadistas, entraron en busca de dinero. “Somos misioneras, aquí no tenemos plata”, dijeron las hermanas. Los hombres insistían en saber quién estaba al mando:

-¿Dónde está el dinero?” ¿Quién es la jefa aquí?”

-Yo. Yo soy la encargada.

La hermana que enfrentó a los secuestradores fue la monja colombiana Gloria Cecilia Narváez, de 56 años y oriunda de Pasto, Nariño. Narváez es la superiora de un grupo de tres hermanas colombianas y una de Burkina Faso que están en una misión apostada en la región de Sikasso, unas seis horas al norte de Bamako, la capital del país.

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“Los hombres la obligaron a regresar a la sala, donde se sentó y suplicó que no nos hicieran nada, que teníamos niños huérfanos al cuidado, que éramos misioneras, que no éramos europeas sino colombianas, que no teníamos dinero”, explicó la hermana Clara Natalia Vera a las autoridades locales.

Sus súplicas, sin embargo, no surtieron efecto. El líder de los yihadistas ordenó a sus hombres que encerraran a las monjas mientras que Gloria se quedó con él en la sala. Tras un tenso silencio, el hombre ordenó a uno de los otros armados que acompañaran a la hermana Gloria Cecilia a que les entregara el dinero. No lo encontraron.

De acuerdo con la hermana Clara, cuando estaba ella encerrada escuchó que el hombre le pidió las llaves del carro a Gloria. A la distancia, escuchó el sonido del motor se alejaba. También escuchó un disparo, algo que también oyó la hermana Adelaida, según contó después.

“Cuando se fueron logré salir de mi cuarto. Escuché que la hermana Sofía hablaba por teléfono. Tras varios intentos y con ayuda de un amigo, logramos abrir la puerta de Sofía. Poco después llegó la hermana Adelaida y logramos reunirnos las tres. Pero ya no estaba la hermana Gloria Cecilia”, explicó Clara.

Una búsqueda sin rastro

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Desde ese 7 de febrero nadie sabe nada de la hermana Gloria Cecilia. De acuerdo con sus compañeras, los secuestradores hablaron de devolverla a los dos días, pero ya va para un mes en que ni la Iglesia en Malí ni las autoridades locales saben del paradero de la religiosa colombiana.

Desde que se supo del secuestro, la Cancillería colombiana ha trabajado de manera articulada con el Ejército, la Policía y el Gobierno de Mali para ubicarla. Esta semana, la cancillería anunció que un grupo especial antisecuestro colombiano viajó rumbo a Malí con la esperanza de hallar pistas sobre el paradero de la hermana.

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De acuerdo con un concejal de Karangasso, en Malí, Narváez fue obligada a subir en una ambulancia de la parroquia para la que trabajaba, que luego fue abandonada por los secuestradores a pocos kilómetros de la aldea. “Solo la secuestraron a ella”, añadió una fuente de la iglesia del pueblo, que vio cuando los hombres se iban con la monja colombiana.

Nárvaez, amante de la lectura y de los bambucos, llevaba más de 12 años por fuera del país en diferentes misiones de su congregación. Luego de un periodo en Benin, la hermana, migró hacia el este, específicamente a Mali, donde estuvo los últimos siete años trabajando en programas de alfabetización y costura.

“No entendemos por qué o quién pudo haber cometido esto, pues la hermana Gloria es una persona sencilla, muy alegre y humilde. Siempre disponible y entregada a su trabajo en esa zona tan golpeada por la pobreza”, le dijo a Semana.com Luz María Quiceno, amiga de Gloria y superiora provincial de las Hermanas Franciscanas de María Inmaculada en Nariño.

Aunque el paradero de la colombiana todavía es un misterio, autoridades locales afirman que lo más probable es que haya sido llevada a Burkina Faso. Sin embargo, hallar el rastro de la monja ha sido complejo, pues hasta el momento ningún grupo extremista se ha atribuido el secuestro.

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"Esta situación nos causa mucha sorpresa, pues el área en la que la religiosa fue secuestrada es sumamente tranquila. Esta región del país no se ha visto afectada por la inseguridad que golpea a otras áreas de Mali", explicó el padre Edmond Dembele, Secretario General de la Conferencia Episcopal de Malí al diario local Journal du Malí.

Malí vive una insurrección yihadista en el norte de su territorio. A principios de 2012, la región llegó a caer en manos de grupos vinculados a Al Qaida, aprovechando la retirada del ejército frente a los rebeldes tuaregs, que inicialmente se habían aliado a estos grupos antes de ser expulsados.

“Desde que perdimos el rastro de Gloria, todas en la congregación hemos estado muy intranquilas”, cuenta la hermana Quiceno. La última vez que habló con Gloría fue poco antes que la secuestraran. “Cuando hablamos me dijo que estaba tranquila, que esperaba trabajar unos meses más en Malí y luego esperar si regresaba o no a Colombia”, recuerda con nostalgia Quiceno, que espera con ansías una llamada que aclare el paradero de su amiga.