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De los que aparecen en esta fotografía están libres Jorge Gechem y Gloria Polanco. Los demás siguen encadenados de día y de noche

SECUESTRO

Nadie habla por ellos

Pasada la euforia por la liberación de algunos secuestrados, llegó el silencio y la soledad para las familias de los que quedan en manos de las Farc.

20 de septiembre de 2008

La Operación Jaque, que el pasado 2 de julio les arrancó a las Farc 15 secuestrados, emocionó al país e hizo pensar en que era posible el fin del secuestro. Las imágenes de Íngrid Betancourt y los tres norteamericanos y los soldados y policías en libertad dejaron en el imaginario la idea de que lo peor había pasado. El ánimo mejoró, la bolsa repuntó, el mundo respiró porque Íngrid salió con vida, el 20 de julio se bailó y todo fue fiesta. Era merecido y necesario. Pero después vino el guayabo para las demás familias a las que la tragedia no abandonó.

Hubo pocas noticias sobre los que quedaron, y el comunicado de las Farc con los nombres de los militares y policías que retienen recibió un registro mínimo en los medios. En fin, nada de movidas políticas de gran impacto.

Pese a que los liberados hablan de su compromiso indeclinable por luchar por los que aún están con las cadenas al cuello, e Íngrid Betancourt recibió el premio Príncipe de Asturias en su honor, los cierto es que poco y nada está andando para sacarlos del monte. Los que acaban de regresar a la libertad bastante tienen con reconstruir sus vidas. Y aunque hacen la tarea de ir a eventos y acompañar a las familias de los secuestrados, tampoco ellos tienen la llave maestra para liberar a sus compañeros. "Nosotros sabemos que una 'Operación Jaque' no se repite, entonces, ¿ahora qué hacemos? Si nuestros muchachos no son adinerados, ni políticos, ¿quién se va a mover por ellos?", se pregunta Marleny Orjuela, presidenta de Asfamipaz, desde la Plaza de Bolívar en donde se planta con los papás y mamás de los policías a los que les quedan alientos para acompañarla.

También para los tres políticos cautivos, la angustia de hoy es mayor que antes. Claudia Rugeles de Jara empieza una nueva vida cada vez que un secuestrado llega a la libertad. Cuando se escaparon John Frank Pinchao y Fernando Araújo, o cuando entregaron a Clara Rojas, Consuelo González, Luis Eladio Pérez, Orlando Beltrán, Jorge Gechem y Gloria Polanco, ella y su hijo los buscaron, los abrazaron, los tocaron, y con emoción, les preguntaron por Alan, su esposo y papá de Alan Felipe.

Con esas respuestas ambos reconstruyen de a poquitos la vida que él lleva en el cautiverio. "Hace dos años pintó un árbol en un papel, hace tres lo cambiaron de campamento, hace cinco montó su escuela de inglés". Pero el alimento dura poco. Después de los festejos, regresan a su casa de Villavicencio, se sientan en la sala y se percatan de que el drama que terminó para unos, continúa para ellos y cada día se sienten más solos.

La verdad es que en cuestiones políticas, hablar del acuerdo humanitario es cada vez más inverosímil. El pasado 24 de agosto las Farc publicaron un comunicado en el que decían que mantenían vigente la propuesta del acuerdo, y para algunos analistas, era un mensaje positivo el hecho de que no hubieran hablado de despeje alguno.

Piedad Córdoba, la senadora liberal que en enero empujó las liberaciones vía Hugo Chávez, dice que las cosas se están moviendo y que pasarán juntos la Navidad de 2008. Su afirmación es un aliciente para las familias, pero no alcanza a convertirse en una ilusión. Ya no comen entero. ¿De qué está hablando Piedad? ¿Es su deseo o una realidad?, se pregunta la esposa de un secuestrado que entiende perfectamente que Chávez no está en el juego y que Piedad tiene firme su voluntad, pero débil el apoyo para esa tarea.

En momentos en que el tema de la reelección copa todo el espacio político y que cada vez el ambiente de fin de gobierno se siente más y se habla de candidaturas y campañas, es necesario que la voz por la libertad se mantenga en alto y se recuerde que el deseo de los colombianos es que se acabe el secuestro.