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Presidente Santos prometió entregar los nuevos acuerdos. | Foto: Presidencia de la República

PROCESO DE PAZ

¿Urgía anunciar un nuevo acuerdo sin texto definitivo?

Lo pactado en La Habana tardó más de un día en ser "ensamblado" por parte de las delegaciones, pero el texto completo finalmente se conoció en la madrugada del lunes. Aquí puede consultarlo.

14 de noviembre de 2016

Cuando hicieron el sábado el gran anuncio de que las partes habían alcanzado un nuevo acuerdo de paz, el Gobierno y las FARC señalaron que a partir de ese día los colombianos podrían consultar las modificaciones y los nuevos elementos anunciados desde La Habana, y desmenuzados después por el presidente Juan Manuel Santos esa misma noche en una alocución presidencial.

Este es el texto completo anunciado por el Gobierno y las FARC

Tanto Santos como el jefe del equipo negociador, Humberto de la Calle, han dicho que este nuevo acuerdo es un mejor acuerdo. Sin embargo, los textos formales apenas se vinieron a conocer en la madrugada de este lunes, cuando las partes emitieron un comunicado conjunto en el que expresan que "la lectura de todo el documento permite una comprensión integral y genuina de lo acordado". El texto tiene 310 páginas, frente a las 297 del acuerdo original.

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El propio de la Calle explicó las razones de la demora el domingo en un video. Las delegaciones se tardaron en el proceso de “ensamblaje” del acuerdo integral. En un primer momento se pensaba publicar únicamente lo nuevo, es decir, el segundo documento, que incorpora varias de las preocupaciones de los promotores del No en el plebiscito. Pero las FARC señalaron que era mejor que los colombianos conocieran todo el acuerdo ya ensamblado, y el Gobierno estuvo de acuerdo, explicó de la Calle.

“Para evitar una mala pedagogía o interpretaciones distorsionadas, publicaremos, no retazos, sino el texto completo del nuevo acuerdo", había trinado previamente Iván Márquez, el jefe negociador de las FARC.

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La demora del texto final no fue impedimento para que surgieran casi de inmediato abundantes voces de apoyo y felicitación de la comunidad internacional, como viene siendo costumbre. Estados Unidos, la Unión Europea, Noruega, Venezuela, entre otros, manifestaron su beneplácito a lo anunciado por las partes. Casi todas las felicitaciones venían acompañadas de una advertencia: Ningún acuerdo de paz puede satisfacer a todos.

A fin de cuentas el respaldo del mundo siempre ha estado ahí, pero no pesó de manera determinante en el resultado del plebiscito. Lo que hace falta es convocar a varios sectores que rechazaron el acuerdo original para generar si no un consenso, al menos una nueva mayoría que respalde lo pactado. La demora en conocer el texto integral despertó alguna molestia.

A pesar de que Santos tuvo la deferencia de llamar el sábado previamente a varios voceros del No para informarles sobre el nuevo acuerdo, con visita a incluida a Álvaro Uribe, el tono predominante entre ellos fue de cautela. Pidieron tiempo para leer los textos y estudiar lo acordado. Uribe incluso dijo que le pidió al presidente que el humo blanco que por fin salió de La Habana no tuviera un alcance definitivo hasta que los pudieran analizar.

“No podemos pedir que cese la discusión -dijo de la Calle al presentar el nuevo acuerdo-. Pero sí podemos desear que la gran decisión nacional sea poner en marcha la ejecución de los acuerdos, superar el conflicto armado”.

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En cualquier caso, ahora falta esperar los pronunciamientos sobre textos definitivos. Más aún al considerar que lo que para el Gobierno y las FARC es un acuerdo definitivo, para algunos promotores del No debía haber sido un borrador que se les debió consultar.

El nuevo acuerdo está dirigido a alcanzar la paz, no a satisfacer imposibles o necedades. Hoy se está opinando sin conocerse el texto. Error”, había señalado Álvaro Leyva, uno de los asesores jurídicos de las FARC que ayudaron a destrabar el proceso, antes de la publicación de este lunes. En su opinión, parte de lo que se venía informando sobre el acuerdo es inexacto.

Desde el bando del No incluso han llegado a asegurar que el presidente necesitaba cerrar todo a las carreras para recibir el premio Nobel de Paz el 10 de diciembre.

Con el gran anuncio de un nuevo acuerdo un puente festivo, la alocución presidencial del sábado en el peor horario posible en términos de audiencia, y el texto aún sin publicar, había quedado cierta sensación de premura por presentar lo pactado sin que los detalles estuvieran del todo apuntalados. Más aún al considerar la experiencia de lo que ya había ocurrido en un primer momento con el anuncio del punto de justicia en el acuerdo original, que tantos meses costó terminar de sellar.

El efecto Trump

¿Había motivos de peso para tanto afán? Sí, y varios. Para empezar, con el nuevo tablero de la política internacional, la renegociación tenía una nueva fecha límite con la posesión de Donald Trump el 20 de enero. Los negociadores de ambos lados tenían claro desde hace tiempo que necesitaban dejar todo sellado antes de la partida de Barack Obama de la Casa Blanca, pero esa certeza se volvió mucho más urgente con la llegada del impredecible magnate republicano.

Como se sabe, Trump no habló de Colombia durante la campaña, ni se conoce su posición frente al proceso, pero su discurso de línea dura obliga a pensar que no lo verá con el mismo optimismo que el mandatario saliente.

También podría ser más receptivo con las voces de derecha que no ven con buenos ojos hacer concesiones a las FARC. Basta recordar el trino que Uribe envió sobre la victoria de Trump apenas se produjo. Después de felicitarlo, le recordó que: “El narcoterrorismo de Colombia y la tiranía de Venezuela son los dos grandes enemigos de nuestra democracia”.

Además, es probable que la política antidrogas recupere un lugar prioritario y que el gobierno Trump se endurezca, precisamente en momentos en que los cultivos ilícitos han aumentado en Colombia.

La nada tersa transición en Washington obligaba a acelerar el desenlace del proceso de paz, así como otros factores, entre ellos el limbo para los frentes de las FARC, que no se podía prolongar demasiado en el tiempo. La preconcentración actual carece de reglas de juego claras porque no se pueden aplicar las previsiones pactadas en el acuerdo final derrotado en el plebiscito.

El propio Gobierno había advertido sobre la fragilidad del cese adel fuego en esas condiciones, y era perfectamente consciente de que el tiempo apremiaba. Por eso se optó por el nuevo ‘cónclave’ que finalmente arrojó humo blanco.

Queda pendiente, por supuesto, el tema de la refrendación, que el Gobierno aún no define. Se sabe que está evaluando tres alternativas: un trámite legislativo, cabildos abiertos en los niveles municipal y departamental, y una nueva convocatoria a las urnas. Y antes que eso, falta oír las respuestas de diversos sectores al conocer en detalle las 310 páginas, ya ensambladas, del nuevo acuerdo final.