Home

Nación

Artículo

La madre de Óscar Andrés Cuenú, María Eulogia Cuenú, lo esperaba siempre en las tardes para saber cómo le había ido. Él era el sustento de la familia. | Foto: León Darío Pélaez/SEMANA

SUEÑOS TRUNCADOS

Óscar Andrés Cuenú, vendedor ambulante

Tenía 20 años y soñaba con ser policía. Justo en el lugar en donde se concentraba todo lo que anhelaba, una bomba se le atravesó en el camino.

Sally Palomino, enviada a Tumaco
4 de febrero de 2012

Quería ser policía, pero vendía helados en un carrito. Su consuelo era parquearse todos los días en frente del comando para, con la excusa de vender sus rollitos de hielo de colores, hablar con algún uniformado y sentir que por lo menos podía estar cerquita. Su mamá sabía que lo hacía y sus hermanas también.
 
Por eso cuando escucharon un estallido y que todos decían que había sido un atentado contra la estación pensaron en 'Yoyito', como le decían en el pueblo desde que a los 14 años (hace seis) decidió meterse en un overol azul, ponerse un gorra con un pingüino pintado y salir a pasear a la calle a vender.
 
"Todas salimos corriendo. No lo encontraba por ninguna parte. Al hospital no me dejaban entrar, nadie decía nada", cuenta María Eulogia Cuenú, su mamá, quien todos los días esperaba a que antes de las 3 llegara Óscar, le contara cuánto había vendido y si le había gustado o no el almuerzo.
 
María Eulogia advierte que si ella dice que su hijo no daba preocupaciones no es porque sea su mamá, sino porque de verdad, “el niño nunca era un dolor de cabeza. Todo lo contrario, era mi mano derecha, quien me ayudaba a sostener esta casa. Desde siempre le gustó trabajar”.
 
Él era su hijo mayor, el único varón, el hombre de la casa. Sus dos hermanas, de 15 y 13 años, lo veían, “como un papá chiquito”, que "no regañaba, pero que sí se preocupaba por conseguir todos los días, a punta de venta de Bon Ice, lo de comer", advierte su mamá, quien insiste en decir que su hijo murió frente al lugar del pueblo donde más le gustaba estar.