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César Gaviria, expresidente y dirigente liberal.

POLÍTICA

Partido Liberal agita de nuevo el trapo

Tras 12 años en la oposición, el partido recluta figuras conocidas y busca reorganizarse como la primera fuerza política del Congreso.

20 de julio de 2013

Hablar de renovación en los partidos políticos nunca ha sido muy popular. En pocos minutos, los críticos tildan esas afirmaciones de ingenuas y esgrimen la tesis de que todos los problemas en el país tienen su raíz en un bipartidismo de barones electorales sin ideas y aferrados al poder. 

Ese sentimiento es aún mayor si al hablar de renovación en 2014 se mencionan figuras tradicionales como Horacio Serpa, quien lleva tres décadas en la política, u Omar Yepes, quien parece haber resucitado para liderar a los conservadores. Sin embargo, hoy cuando todos los partidos empiezan a preparar sus mejores cartas y estrategias para las elecciones de marzo próximo, todo indica que el Partido Liberal, que la semana pasada cumplió 165 años de existencia, pasa por un buen momento.
Dos ejemplos son muestra de esto. 

La semana pasada, Dionisio Vélez triunfó en la carrera por la Alcaldía de Cartagena, lo que significa que los rojos han ganado diez de las últimas 13 elecciones atípicas convocadas. Y este sábado, el senador Juan Fernando Cristo aseguró la presidencia del Congreso para el último año del gobierno Santos. Desde 2001 no ostentaban esta dignidad, un tiempo bastante largo si se considera que antes elegir presidentes del Congreso era una actividad casi automática de los liberales. Es lo que el actual director del partido, Simón Gaviria, ha llamado el “renacer liberal”. 

No hay que olvidar que hasta la llegada de Juan Manuel Santos a la Casa de Nariño los agitadores del trapo rojo vivieron por 12 años el desierto de la oposición. Esto significa que además de estar fuera del gobierno perdieron las tajadas burocráticas del Ejecutivo. Para Cristo, la distancia frente al poder “hizo bien ideológica, ética y políticamente. Aprovechamos para volver a sintonizarnos con los colombianos.” Durante ese periodo, y bajo el timón del expresidente César Gaviria, quien todavía maneja el destino de la colectividad, ganaron prestigio como voz opositora, en especial en los dos mandatos de Álvaro Uribe. 

Pero el camino de regreso no ha sido de rosas. En 2010, la candidatura de Rafael Pardo no tuvo éxito, pues solamente sacó un poco más de 600.000 votos y el 4,3 por ciento del electorado(ver tabla), una de las peores derrotas  en la historia reciente del liberalismo.

Sin embargo, ese punto bajo marcó el preciso momento en que la suerte de este partido empezó a cambiar. Pardo negoció la entrada de los liberales a la Unidad Nacional del presidente Santos y, desde ese entonces, se han convertido en sus socios principales. Uno de los pilares de la inicial estrategia santista de hacer “equipo de rivales”. 

El hoy ministro de Trabajo puso como condición que la nueva administración apoyara la Ley de Víctimas y la Ley de Primer Empleo, lo cual se cumplió. Dado que la Casa de Nariño abrazó estas propuestas, los rojos acuñaron el logo “Ideas que gobiernan”.
Tanto así que la Ley de Víctimas se ha convertido en la única bandera por la cual el presidente Santos parece estar jugado. 

Desde entonces, hace casi tres años, la sintonía entre los liberales y el primer mandatario es evidente, tanto así que otros socios de la coalición de gobierno sienten celos y afirman que los liberales son “la amante del presidente”. La entrada al gobierno les ha significado a los rojos, además de un estatus importante, representación política—ministerios como el de Trabajo con Rafael Pardo, Interior, con Fernando Carrillo y entidades importantes como la Fiscalía y la Defensoría del Pueblo.

Por más peso que tengan las “mieles del poder”, otros factores ayudan a entender esta recuperación liberal. Para las elecciones de 2011, la dirigencia se puso las pilas y creó una estrategia para reducir las diferencias con los dos partidos mayoritarios: La U y los conservadores. En coalición o en solitario, lograron ganar en 14 departamentos, 11 ciudades capitales y 200 municipios.

La votación nacional para diputados, alcaldes y concejales aumentó y superaron a los azules. A esto se suman los últimos triunfos en las elecciones atípicas. Y, como diría cualquier congresista, no hay nada más importante que un gobernador o un alcalde para lograr una curul parlamentaria.  

Simón Gaviria anda dedicado a la estrategia para el próximo año. El jefe único liberal es experto en las artes de combinar la manzanilla con la opinión pública, y también recibe buenos consejos de su padre. Dice que la tradición cultural es clave para el partido, al igual que las figuras conocidas y las causas. En cuanto a las primeras, es posible que Horacio Serpa, Viviane Morales, Sigifredo López y David Luna hagan parte de las listas al Congreso. En cuanto a lo segundo, Gaviria admite que la paz es un valor liberal y que esperan ser protagonistas del posconflicto. 

También habla de “costo-país”, la nueva bandera del partido que, en resumidas, compara el alto costo de vida en Colombia y los pocos beneficios que reciben los colombianos. Sus ejemplos están en el precio de los medicamentos, la gasolina y demás. Por último, dice que espera un buen resultado el año entrante, con 25 senadores y más de 40 representantes y asegura que las zonas claves del renacer son el Caribe y Antioquia, que paradójicamente son bastiones con tradición uribista.

En el camino hacia las elecciones de marzo del año entrante los liberales parecen picar en punta en ideas, reclutamiento y burocracia. Además las otras toldas pasan por un mal momento. Según el Barómetro de las Américas, mientras en 2010 los liberales registraron un 18 por ciento de simpatizantes, el año pasado esa cifra subió al 38,6. En cambio los conservadores y La U bajaron de seguidores. Los primeros, del 14 por ciento al 12 por ciento y los segundos, del 42 por ciento al 27 por ciento. 

Estos dos bloques mayoritarios tampoco se han destacado con banderas ideológicas en este periodo y es muy probable que la base azul se divida ante el atractivo de una lista del presidente Uribe. La llegada de Omar Yepes parece confirmar que en los godos se verá más de lo mismo, sin mucha renovación. Por el lado de La U la situación es tal vez más preocupante. Aunque actualmente es la bancada más numerosa en el Senado y logró un buen resultado territorial en 2011, el partido ha perdido el rumbo.

La dirección no ha encendido los motores electorales, no tienen una estrategia clara y hay pugnas en su interior para ver quién encabeza la lista y quién será el encargado de dar los avales. Cambio Radical está preocupado por mantener su personería jurídica, al igual que los Verdes. Mientras ellos se rasgan las vestiduras, los liberales están más cohesionados y con un norte claro. Fueron los primeros en decir que acompañarían la reelección de Santos, aunque les preocupa el duro desgaste que ha afectado al presidente en estos tres años. 

Sin embargo, con o sin Santos, con o sin la paz, los liberales están aprovechando ese regreso al aparato estatal y moviendo sus fichas en el ajedrez político. El resultado de marzo próximo podría marcar el retorno del liberalismo al primer lugar de las preferencias políticas de los colombianos. Sin embargo, deben tener en cuenta las enseñanzas que les dejó el desierto de la oposición: las ideas y las banderas dan frutos más permanentes y sostenibles que el clientelismo y la burocracia.