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Ni el video en el que el padre Efraín Rozo confesó que había abusado sexualmente de dos menores hace 40 años, ni los desgarradores testimonios de los abusados fueron tenidos en cuenta por el Tribunal

iglesia

Perdieron el juicio

La absolución del padre Efraín Rozo, a pesar de los desgarradores testimonios de abuso sexual en su contra, es todo un desafío para la credibilidad de la Iglesia.

28 de julio de 2007

La absolución del Tribunal Eclesiástico de Bogotá al padre Efraín Rozo Rincón fue toda una sorpresa. El cura, famoso entre los adultos por haber sido un destacado ciclista en los años 50 y promotor de este deporte, había quedado grabado en la retina de la opinión pública por su testimonio televisado, el año pasado, confesando que había abusado sexualmente de su sobrino y un niño seminarista en 1966.

Los desgarradores testimonios de Ernesto Rozo y José Antonio Tavera, hombres con más de 50 años, que lloraron contando la forma como este sacerdote los había violado, y de otros más que se atrevieron a romper el silencio de un secreto que habían soportado durante muchos años, no se han olvidado.

Y a pesar de estas declaraciones, el Tribunal Eclesiástico de Bogotá anunció el lunes pasado el cierre de toda la investigación y le dio la presunción de inocencia al sacerdote, después de una investigación de más de ocho meses y de haber oído al padre Rozo, "quien desmintió categóricamente lo que había afirmado en televisión, argumentando que fue presionado y manipulado en contra de su voluntad a sostener y afirmar hechos que no son ciertos".

Frente a la denuncia que hizo José Antonio Tavera, el Tribunal advirtió que "de ser esto verdadero o falso, la prescripción del supuesto delito, tanto para la legislación colombiana como para la canónica, exime totalmente al sacerdote" de supuestos abusos sexuales en su contra.

Más allá del análisis, desde el punto de vista del derecho canónico el fallo tiene altos riesgos para la Iglesia. Los testimonios en contra de Rozo, ampliamente publicados, habían generado una percepción de culpabilidad. Y aunque la justicia se debe hacer con independencia de las encuestas, también quedó la sensación de que el Tribunal echó mano de tecnicismos jurídicos para no enfrentar el fondo del caso. Y de paso, que actuó con un criterio demasiado flexible: hizo más énfasis en la legalidad que en la moralidad.

El panorama se hizo aun más complejo por el contraste que marcó el controvertido dictamen con un anuncio, casi en simultáneo, de la Iglesia Católica de Los Ángeles (Estados Unidos), que admitió pagar 660 millones de dólares a más de 500 víctimas de abusos sexuales cometidos por sacerdotes de este obispado desde 1940. Una suma sin precedentes en el escándalo de pederastia que afecta al clero de Estados Unidos. Bajo los términos del acuerdo, cada víctima recibirá más de un millón de dólares. Entre los abusados estaría el sobrino del padre Rozo.

La Iglesia estadounidense ha pagado 2.100 millones de dólares a las víctimas de abusos. Para poder desembolsar las cifras colosales, ha debido deshacerse de numerosas propiedades. Varios sacerdotes han sido condenados y cinco obispos y arzobispos se declararon en bancarrota ante la imposibilidad de pagar por los daños. El escándalo de los padres abusadores sexuales explotó en 2002 en Boston, donde más de 500 presuntas víctimas de abusos presentaron reclamos. El caso se saldó con la entrega de 85 millones de dólares a los demandantes.

Lo que no se ha podido establecer, hasta el momento, es si el padre Rozo también ha desmentido este video en la Corte de Estados Unidos a la que fue presentado, ya que en ese país este tipo de delitos no prescriben. Por eso, a pesar de la absolución -que técnicamente fue una preclusión-, la suerte del padre Rozo no está despejada.

"El fallo no es una sorpresa, pues sabemos que la Iglesia, como toda familia mafiosa, se protege entre ellos, tal y como lo han hecho los sacerdotes Rozo y Germán Pinilla desde 1966 cuando los denunciamos". dijo a SEMANA el sacerdote de la Iglesia Ortodoxa, Félix Piñeros. Y denunció de nuevo al padre Rozo: "él me violó usando las técnicas más cochinas, es un mentiroso y la Iglesia lo protege con investigaciones y sentencias que son tan ridículas que ni siquiera alguno de nosotros fue llamado a declarar".

A su vez, Ernesto Rozo, sobrino del sacerdote, tras conocer el fallo, le increpó a su tío en una entrevista: "¿No le da miedo de Dios, aunque hayan pasado tantos años, y agregó, Hoy, la Iglesia y Efraín Rozo están diciendo una mentira, y Dios lo ve y lo sabe. Están condenados por sus propias bocas".

¿Por qué la Iglesia no le ha dado el mismo respaldo y el mismo trato, por ejemplo, al sacerdote Fernando Piñeros de 77 años, quien acaba de ser condenado a 46 meses de prisión por abuso sexual contra menores? Este religioso era el director de los Dormitorios del Niño Desamparado en Bogotá, y no pudo demostrarle al juez que no era cierto que obligaba a los menores a besarlo, a dejarse tocar sus partes íntimas y tener contactos sexuales. Siempre dijo que los menores mentían y que los contactos físicos con los niños era el mismo que ejerce un papá con sus hijos. El juez 47 penal dijo en su fallo, emitido hace un par de semanas, que "es necesario enviar a la comunidad un claro mensaje de que este tipo de conductas se reprime con mayor severidad cuando la víctima es un niño de tan solo 9 años, y el victimario, un alto jerarca de la Iglesia Católica".

Para una institución como la Iglesia, que reclama autoridad como salvaguarda moral, los hechos de los últimos meses son muy graves. Todo un boquete para su credibilidad. A raíz del fallo Rozo, el representante Carlos Pidrahíta citó a los miembros del Tribunal para que expliquen de manera clara y profunda su decisión, e incluso advirtió que si se niegan a asistir, le pedirán a la Fuerza Pública que los lleven al Congreso. La idea que el padre Rozo renuncie a la absolución para que sea investigado de nuevo. Otros parlamentarios, como Armando Benedetti, Gina Parody y José David Name, le pidieron al sacerdote abdicar.

La Iglesia ha perdido prestigio en los últimos tiempos. En un año, según las encuestas bimensuales de Invamer-Gallup, su favorabilidad cayó de 73 a 62 por ciento, y su imagen negativa creció de 22 a 33. Es el peor registro en varios años. Un reflejo de los escándalos que han afectado a varios sacerdotes, que significa un reto difícil para la credibilidad de la institución y para la fidelidad de los creyentes. Pero estos conceptos, al parecer, son demasiado terrenales para la jerarquía eclesiástica.