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¿POR QUE NO SE HA ENTREGADO ESCOBAR?

Un doble asesinato, un error en un programa de televisión y una discusión sobre guardias, aplasaron la entrega una vez más.

15 de julio de 1991

FUE UNA SEMANA MAS DE expectativa. La anunciada entrega de Pablo Escobar a las autoridades colombianas se quedó, por el momento, en eso: en un anuncio que se hizo público hace tres semanas, pero que todavía no se cumple.
¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué no se ha hecho efectiva la entrega? ¿Cuáles son los obstáculos que se han presentado en este largo camino rumbo a la cárcel de Envigado? SEMANA logró despejar estos interrogantes a través de una serie de consultas con fuentes cercanas al proceso, para armar el rompecabezas de los últimos ocho días.
La semana pasada no comenzó bien para quienes aspiraban a que el jefe del cartel de Medellín se entregara unas horas después de que los trabajos en la cárcel de Envigado se hubieran terminado. El lunes, en un operativo realizado por una patrulla del Cuerpo Elite de la Policía en las afueras de Medellín, se dio de baja a dos jóvenes, cuyos cadáveres aparecieron tirados unas horas más tarde en un paraje del sector rural de Las Palmas con visibles signos de tortura. Se trataba de Guillermo y Alberto Pérez, dos hombres muy cercanos a la organización de Escobar. La noticia apenas fue registrada por los periódicos de la capital antioqueña en sus páginas judiciales, pero sin mayores datos. Ellos hacían parte de los 90 asesinatos que ocurrieron entre el domingo y el lunes de ese puente festivo. Pero más allá de la muerte de esos dos hombres de confianza de la organización del cartel de Medellín. Escobar llegó a la conclusión de que había una serie de operativos por parte del Cuerpo Elite contra su gente.
Esta fue la gota que acabó de rebosar el vaso para que el jefe del cartel de Medellín hiciera llegar un mensaje a la directora de Instrucción Criminal, Marta Luz Hurtado, y al procurador Regional de Antioquia, Juan Guillermo Sepúlveda, dos personajes claves en el proceso de la entrega del capo del narcotráfico. En su mensaje Escobar les hacía saber que el proceso de su entrega se estaba empantanando y que no veía por parte alguna seriedad del Gobierno.
Pero más allá de la muerte de dos de sus hombres de confianza, el jefe del cartel de Medellín dejaba entrever su disgusto por dos hechos que habían ocurrido el viernes de esa semana anterior.
El primero de ellos tenía que ver con el nombramiento del director para la cárcel de Envigado, cargo que había recaído en Jorge Pataquiva Silva, un hombre nacido en Girardot, Cundinamarca, y que hasta entonces se desempeñaba como director de la cárcel de La Picota. Para este cargo los abogados de Escobar habían dejado saber a los emisarios del Gobierno que a Escobar le gustaría que el director de la cárcel de Envigado fuera un hombre de Antioquia. En este orden de ideas, en su mensaje a los dos funcionarios de Antioquia, Escobar también dejaba traslucir su disgusto por la escogencia de los guardianes. El aspiraba a que todos fueran antioqueños. No obstante, ese espinoso tema comenzó a aclararse en el transcurso de los días. El Gobierno le hizo saber a Escobar que bajo ninguna circunstancia estaba dispuesto a cambiar al director y a los guardianes, pues estos funcionarios tenían una hoja de vida muy sobresaliente.
Fuentes cercanas al proceso manifestaron a SEMANA que Escobar, una vez estudió los antecedentes de Pataquiva, terminó por aceptarlo. Respecto a los guardianes, sus sugerencias eran más de tipo regionalista, pues consideraba que los últimos años de su vida los había pasado en Antioquia y qué mejor que sus guardianes fueran antioqueños. En este punto el Gobierno fue también muy claro: los 40 guardianes se escogieron de todas partes del país, incluyendo a Antioquia.
La semana apenas comenzaba cuando se presentó otro hecho: ésta vez de tipo anecdótico. El padre García Herreros anunció el lunes en la mañana en Bogotá que saldría para Medellín a