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SALUD PUBLICA

Pura sangre

Diciembre es crítico para los bancos de sangre. Los donantes escasean y las reservas bajan. Hay que cambiar la cultura del país sobre este recurso vital

1 de diciembre de 2002

Aveces llegan al correo electrónico desesperados mensajes de personas que solicitan con urgencia donantes de sangre para un familiar o un amigo que va a ser operado. En la mayoría de las ocasiones no piden que la sangre sea de algún grupo en particular (O, A, B, AB) o un RH (positivo o negativo) específico, sólo que se done a la mayor brevedad pues es un requisito indispensable para que los pacientes puedan ingresar a cirugía. Esta práctica es conocida como donación por reposición y tiene como propósito mantener estables las reservas de sangre de los bancos hospitalarios. En una urgencia, por ejemplo, los médicos pueden aplicarle a una sola persona que ingrese con un trauma severo entre 20 y 30 unidades de sangre. Lo ideal es que los parientes del herido repongan con donaciones la mayor cantidad posible de este líquido vital, tan escaso y difícil de conseguir en el país.

En Colombia se recolectan 400.000 unidades de sangre al año, 70 por ciento de las cuales provienen de donación por reposición. Este volumen es insuficiente para las necesidades de la población, más cuando hay un conflicto armado de por medio, porque en términos prácticos quiere decir que en promedio hay 11 unidades por cada 1.000 habitantes sanos. La situación más grave se presenta en Chocó y La Guajira, donde sólo hay una o cuatro unidades, respectivamente, por cada 1.000 habitantes. Estos números dan grima pues son inferiores al promedio latinoamericano (25 unidades por cada 1.000 habitantes) y están muy por debajo del mismo indicador en los países desarrollados (50 unidades por cada 1.000 habitantes). "Es más la sangre que se derrama por la guerra que la que se recolecta para salvar vidas humanas", dice el médico Bernardo Camacho, director del Hemocentro Distrital de Bogotá. El déficit es preocupante pero no es el único problema que tiene la sangre que se recoge. La donación por reposición tiene, según un diagnóstico del tema que elaboraron el Ministerio de Salud y el Instituto Nacional de Salud (INS) en diciembre del año pasado, serias implicaciones económicas y sociales, "pues el donante interesado en que sea aceptada su sangre no llena la encuesta con veracidad, representando su sangre un alto riesgo para la salud del posible receptor y conlleva gastos de laboratorio que se hubieran podido ahorrar con la selección de un donante adecuado y voluntario".

Toda la sangre que se recibe en los 145 bancos destinados a este fin en el país, la mayoría de los cuales nacieron en los últimos nueve años, es sometida hasta a ocho pruebas para determinar si es apta para usos clínicos. El INS comprobó en 2001 que la aplicación estricta de esta medida había evitado en el último lustro más de 700.000 infecciones por transmisión de sangre. Este proceso, conocido como tamizaje, más el empaquetado y etiquetado que permite que el producto llegue en óptimas condiciones de calidad al torrente sanguíneo de quienes la requieren, es lo que hace que el costo de cada unidad sea de entre 100.000 y 150.000 pesos. Un precio alto para la situación del país pero barato en comparación con el de países vecinos, como Brasil, donde el mismo producto cuesta casi un millón de pesos. Las unidades que no tienen el peso requerido, se coagulan o resultan contaminadas, son incineradas. En Colombia cada año 20.000 bolsas son pasto de las llamas por estos motivos.

Mas sangre, mas calidad

Hace dos meses el Ministerio de Salud le dio vía libre al Programa Nacional de Sangre. Esta iniciativa, respaldada por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), busca reorganizar la red de bancos de sangre e incentivar una cultura de la donación voluntaria y habitual en el país, la cual permitiría recolectar un millón de unidades anuales. Para lograr lo primero el INS, la entidad que coordina el programa, impulsa el desarrollo de ocho hemocentros regionales que se encarguen de recolectar, procesar, almacenar y distribuir la sangre. En la actualidad funcionan siete: dos en Bogotá (Hemocentro Distrital y Cruz Roja), igual número en Medellín (Hospital General y Cruz Roja), uno en Manizales (Cruz Roja), otro en Cali (Cruz Roja) y uno más en Bucaramanga (Hospital Ramón González Valencia). "En la Costa no tenemos una estructura todavía. Hay bancos que van por este camino pero hay que crear un hemocentro en Barranquilla", dice Mauricio Beltrán, director del Programa Nacional de Sangre.

El Hemocentro Distrital es el ideal de los bancos de sangre que se requieren en el país y el mejor de su tipo en Latinoamérica. Comenzó a funcionar en marzo de este año y ya ha recolectado 30.000 unidades, que suplen las necesidades de 12 instituciones de la red pública de la ciudad y de algunas privadas. Además es, junto con la Cruz Roja, líder en el proceso de fraccionamiento de la sangre. En Colombia existe la creencia de que la sangre siempre se transfunde tal cual y, en efecto, el 40 por ciento de las unidades que se recolectan se utilizan de esta manera. Sin embargo cada vez más se divide la sangre en cuatro elementos (glóbulos rojos, plasma congelado, concentrados de plaquetas y crioprecipitados), que son utilizados en forma más racional y precisa en diversos tratamientos. Las Fuerzas Armadas, por ejemplo, uno de los mayores demandantes de sangre, utiliza entre 4.000 y 5.000 unidades de componentes al mes. Pero el Hemocentro, al igual que los demás bancos del país, necesita mantener un número regular de donantes voluntarios sanos que surtan con frecuencia sus neveras y cavas. Esto es vital porque un concentrado de plaquetas se vence a los cinco días y una unidad de glóbulos rojos al mes.

Hoy sólo la Cruz Roja, que también recolecta 30.000 unidades anuales, presenta índices de 70 por ciento en repetitividad de la donación. Esto se debe a que maneja el tema desde 1964 y esta experiencia le ha permitido consolidar una base de datos con cinco millones de donantes, a la cual recurren cada vez que necesitan algún tipo en particular. Hace dos semanas, por ejemplo, escaseaba sangre AB negativa. Llamaron a 17 personas para que fueran a donar y tres respondieron. Con el Plan Nacional lo que se pretende es que los colombianos sanos, entre los 18 y los 65 años, donen por su propia voluntad sangre por lo menos dos veces al año (el tope máximo es cuatro veces para los hombres y tres para las mujeres). El objetivo en el mediano plazo es lograr que el 50 por ciento de la donación sea voluntaria. Esta actividad no demora más de 20 minutos, no tiene complicaciones para la salud, por el contrario, en los hombres disminuye el riesgo de infarto al miocardio y, en general, genera un proceso de oxigenación transitoria en los tejidos. En conclusión, lo que hay que tener claro es que la sangre es un recurso nacional y que, mientras se encuentra la manera de evitar que se derrame, lo mejor será donarla por el bien de todos.