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E N T R E V I S T A

“Quiero serle fiel a la música colombiana”

El país celebra el premio Grammy otorgado a Carlos Vives. SEMANA lo visitó en su casa, con sus amigos, 49733

1 de marzo de 2002

Un dia despues de recibir el Grammy más inesperado de la historia de la música colombiana Carlos Vives acoge a la prensa en su apartamento del barrio Rosales, de Bogotá. “Sin fotógrafos”, advierten en el lobby del edificio, así que toca arreglárselas con las fotos promocionales que ofrece la casa disquera Sonolux.

Vives luce una camiseta azul, lleva seis horas seguidas con la prensa pero le queda cuerda para rato. Cálido, alegre, habla hasta por los codos de música, de su adorado tormento, el Unión Magdalena, del río Don Diego y la Sierra Nevada de Santa Marta, de sus viajes y giras. Más que una entrevista parece una visita. Carlos Iván Medina, pianista de La Provincia, y Rafa Uribe, uno de los actores del recordado programa de humor La Tele, ayudan a encauzar la conversación.

Un tema inevitable es el de las ventas y más cuando Vives carga a sus espaldas el fantasma de las cifras que alcanzó con Los clásicos de La Provincia. “La recesión no es sólo en Colombia sino también en España. La Gran Vía, en Madrid, está llena de vendedores de discos piratas y nadie puede hacer nada. Yo lo mido por la cara que tienen en Sonolux. Si uno hace bromas y no contestan con una broma digo ‘estoy vendiendo mal’. Pero no, ha estado como bien teniendo en cuenta las dificultades”.

Ahora habla de Déjame entrar, con el que ganaron el Grammy al mejor álbum de música tradicional latinoamericana. “De alguna manera tiene lo mismo de discos anteriores pero con las cosas más claras”, dice Vives. “Es el disco más fluido de La Provincia, el que ha salido más fácil, el parto sin dolor”, agrega Medina”.

Dice Vives:

—Yo lo siento más completo. A veces llega el momento de hacer el disco y sientes que no todo quedó del mismo nivel y no tuvimos el tiempo de jalarle a todo. Este disco refleja nuestra obsesión por los ritmos colombianos. Nos preocupamos mucho por trabajar el porro, el son corrido, la cumbia

—que es la mamá—, el vallenato y hemos hecho hasta bambucos. Nuestra preocupación es cómo serle fieles a la música colombiana.

La conversación gira hacia los orígenes del proyecto de La Provincia y Vives cuenta que su patrón fue el grupo de rock bogotano Distrito Especial (donde tocaba Carlos Iván Medina junto con el guitarrista Bernardo Velazco y el baterista Einar Scaff). “Es la banda de rock colombiano que a mí más me ha gustado porque era muy cercana a la corriente del rock argentino pero con temáticas nuestras. Incluso ellos ya mezclaban tamboras y gaitas. Bernardo Velazco y Ernesto Ocampo (ex guitarrista de La Provincia) descubrieron el patrón roquero de la cumbia en la guitarra eléctrica Stratocaster”.

El proceso de composición y elaboración de un disco es casi de laboratorio. “Yo escribo una especie de boceto y pongo 10, 11 canciones que cumplan esas expectativas rítmicas”. Vives hace la lista sobre la mesa, como si escribiera: “Vallenatico pero con sonido tradicional; una cumbia y ojalá que sea una cumbiecita rock; trabajar el carnaval de Barranquilla, el son corrido, hay que hacer porro, una romántica, el rockcito inspirado en Distrito (como Tengo fe y ahora Papadió), estoy como atado a esos mismos sentimientos”.

Sentimientos que no sólo Vives y La Provincia sino muchos otros músicos colombianos, desde diferentes perspectivas, han comenzado a abordar. ¿Y qué ha tenido que ver Vives en el auge que ha adquirido la música colombiana en el exterior? Modesto, responde:

—Creo que ha sido ante todo un aporte personal.

Entonces interviene Carlos Iván:

—Perdón, pero tú has abierto la puerta, tú nos abriste la puerta a todos nosotros.

Responde Vives:

—Pero Distrito me las abrió a mí.

Carlos Iván (filosófico):

—Pero si no hubiera sido por ti, por una personalidad tan carismática como la tuya, con una proporción a esa escala…

Vives interrumpe:

—Sin el miedo al oso.

Una carcajada le cambia de nuevo el rumbo a la charla.

—Una vez me hicieron una entrevista y la periodista empezó a decirme que mi música le recordaba una del Misisipí que se toca como con una guacharaca que se llama sideco. Yo empecé a hablar de la cumbia, me hablaba de cómo había llegado la cultura a Estados Unidos y yo de cómo había llegado a Colombia. Era por la canción que yo escribí que dice “La ciudad de Nueva Orleáns se parece a Barranquilla”, porque una vez yo cogí un avión que iba para Texas y el piloto dijo: “A mano izquierda se puede ver la ciudad de Nueva Orleáns” y vi una ciudad a orillas del río y yo sabía que el Misisipí era el río más grande de Estados Unidos y dije “este es el Magdalena. ¡mierda, Barraquilla¡ ¡La ciudad de Nueva Orleáns se parece a Barranquilla!”. Después yo recibo el periódico y decía: “Carlos Vives es el Colombian Elvis”. La gente dice: “Claro, por la pinta”, pero lo que ella decía era que Elvis había inventado un movimiento nuevo a partir de la música campesina mezclada con lo negro.

Y ya que habla del profundo sur de Estados Unidos, Vives menciona la que para él es una asociación inevitable:

—La cumbia es el gran blues nuestro porque une a todos los pueblos de América Latina. En Chile y Argentina uno de los movimientos comerciales que más venden son cumbias. Todo lo que canta Thalía, los movimientos tex-mex, se basan en patrones de cumbia que llevaron las orquestas de Colombia tocados con batería, que fue el patrón que asimilaron ellos allá. Hoy en día nadie sabe de dónde es la cumbia. “Que la cumbia es mexicana”, me dicen. Yo les respondo: “Vamos a situarnos: Suramérica, Colombia, desembocadura del río Magdalena. De ahí pa’rriba, de todos esos pueblos, de ahí viene la cumbia”.

Y aunque Vives es uno de los principales exponentes del estereotipo del colombiano caribe él reconoce su gran amor por la cultura cundiboyacense.

—Alguien le preguntó al maestro José Barros acerca del origen africano de la cumbia y él dijo: “Sí, por supuesto que en la cumbia lo africano es parte fundamental, pero lo andino también”.

Siguiente tema, su vida en Miami, aunque advierte que viaja mucho para promocionar sus discos en emisoras y periódicos de México, Estados Unidos, Venezuela... “Yo hago el trabajo sucio. Y eso quita mucho tiempo en la casa para trabajar lo que tenemos que trabajar. Menos mal voy con Egidio (Cuadrado, el acordeonista de La Provincia) porque es como cargar con Colombia. Egidio sigue siendo el mismo campesinazo que se sorprende de las mismas vainas, se burla de lo mismo, si tú lo vieras en un aeropuerto hablando en inglés con un guardia de inmigración gringo… Eso es una belleza, te lo juro que tener a Egidio y a Maite (Montero, la gaitera del grupo) en esos viajes lo mantiene a uno vivo”.

A Vives le encanta presentarse en América Latina. Hace poco descubrió la calidez de Centroamérica, le fascina tocar en Venezuela (“A uno lo enseñan a odiar a Venezuela y a ellos a odiarnos a nosotros. No le paremos bolas a tanta frontera y a tanta politiquería barata“), Perú y Ecuador. “Cantar en Cuzco, en Arequipa. ¿Quién dijo que el imperio inca había desaparecido?”.

Se acaba el tiempo. Anuncia futuros proyectos de La Provincia con Juan Luis Guerra y Carlos Santana y surge una pregunta inevitable. ¿En qué cambiará Carlos Vives ahora que tiene un Grammy?

—Hay algo de estatus con el Grammy, dentro de la industria es importante, se puede cobrar un poquito más, las giras se extienden, la misma academia te pide la posibilidad de ir a las universidades para hablar de música colombiana. Personalmente creo que no nos cambia nada porque tenemos que seguir trabajando.



Especial de Carlos Vives en "Sancocho" con Eduardo Arias