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Sábato, Vida y Muerte

Ernesto Sábato otorgó una entrevista exclusiva al periodista Mariano Grondona que se transmitió en Hora Clave, el programa político de mayor audiencia en Argentina.

24 de julio de 2000

Ernesto Sábato ya casi no da entrevistas. Prefiere refugiarse en su casa, entre sus libros y sus recuerdos, en el suburbio de Santos Lugares al noroeste de Buenos Aires. Con ocasión de la publicación de su último libro Sábato otorgó una entrevista exclusiva al periodista Mariano Grondona que se transmitió en Hora Clave, el programa político de mayor audiencia en Argentina. Hora Clave cedió en exclusividad a SEMANA.COM la transcripción del reportaje.



El último libro de Sábato, La Resistencia, tiene como idea resistir hasta que venga el amanecer. Como se dice en el lenguaje popular, aguante, aguante Ernesto, hay que aguantar, porque lo que viene es mejor. Maestro, en su libro noto un contraste muy grande entre un espíritu de crítica muy severo a una sociedad contemporánea y aperturas de esperanza, demenciales como dice usted. Es como una cosa negativa - positiva que no se bien cómo balancear.



Me sale, yo creo que a uno le salen cosas cuando se está en una edad bastante grande, salen estas cosas fundamentales de la condición humana, grandes problemas de la vida, la muerte, la soledad, por lo menos es lo que a mi me pasa.



En algunas partes usted habla de un perro, un pájaro, una flor.



Por supuesto que si, son las cosas que quizás más permanezcan en la condición del hombre. A esta altura ya no me interesan tanto los problemas metafísicos.



Usted dice que el afeísmo, es un fenómeno absolutamente novedoso, que los pueblos siempre creyeron en Dios, en algún Dios.



Claro, salvo esto que llaman la modernidad, linda clase de modernidad, en ese sentido soy muy reaccionario, me parece tan ligero todo eso, tan presuntuoso e indiscreto, tan insatisfactoria la vida actual.



Yo, que lo he seguido por años, tengo la sensación de que hay en usted una religiosidad cada vez más intensa.



Sin duda, y no por temor, porque hay gente que tiene miedo a la muerte. No, es porque a medida que avanza la muerte, hay cosas muy fundamentales que salen a la palestra.



En algún lugar usted habla sobre la veneración por los viejos en las culturas antiguas. Uno creía que era porque los viejos tienen mucha experiencia y saben del pasado, pero ahora que usted se considera viejo...



Sí, viejo, pero funciono.



...Se ha dado cuenta que la veneración por los viejos es porque estos van delante, porque están más cerca de ese momento, de la hora de la verdad y más cerca del futuro.



Claro que sí, es cierto, parece una paradoja, pero la vejez puede ser el motivo de aceptar la vida y aceptar la muerte.



Se habla mucho de un pasaje, como si esta civilización estuviera en su etapa terminal, como estuvo la Edad Media en un momento, como estuvo Roma. Parece que estamos entrando en una nueva era, es la parte de la esperanza.



Sí, por eso este libro habla fundamentalmente de la esperanza, de que hay que resistir y hay que luchar también, no dejar que las cosas se hagan como se quiera, no. Hay principios esenciales que se deben tener presentes, no esa cosa de la nada, sobre todo en esta época. ‘Todo es igual, nada es mejor’, como decía el tango.



Hay mucho de Enrique Santos Discépulo en su libro.



Sí, ya me estaba riendo por anticipado. ¡Qué sabiduría la de discépulo! Yo he escrito muchas veces sobre el tango, ‘un pensamiento triste que se baila’. Esta es una de las cosas positivas de este país, con un lenguaje popular que parece hasta populachero, pero que es profundo. Tiene que ver con la condición humana en el sentido muy profundo del tango. Otras cosas son divertidas, lindas, se bailan, se cantan, pero el tango es metafísico.



¿Sigue pintando?



Es lo único que hago, porque volví a la infancia, y la pasión de mi infancia era tirarme panza abajo a pintar con mi hermano Pancho. Me levanto a las seis de la mañana, es una hora linda porque uno está solo, pensando, meditando sobre la vida, la muerte, la condición de la vida, no es nada funerario, de ninguna manera, más bien es darse cuenta qué tenemos por lo pronto el alma es inmortal, la gente dice que se muere, se muere y se acabó todo, no, no se acabó todo, se acabó el cuerpo, el cuerpo muere, pero el alma se desprende del cuerpo y se incorpora, es una palabra precisa, a otra persona, o a un hermano, o a una persona que uno quiere. Eso es positivo. El hecho es que efectivamente el alma se desprende, se muere, pero se desprende del cuerpo e ingresa en otro ser que tiene vínculos con el origen de uno mismo.



Me parece fascinante esa idea suya de que el alma se reencarna, pero no como la idea oriental de que se reencarna quién sabe dónde, si no que se reencarna ahí no más, en lo que uno quiere.



Claro, yo creo mucho en eso, yo le estaba diciendo que se me ha acercado tres veces Jorgito, al lado de mi cama, con una sonrisa, con una alegría, me dice ‘papá, vamos a estar juntos’, y yo lo creo, creo firmemente en eso, han pasado tantos años, he tenido tantos avatares y sin embargo siempre y permanentemente vuelvo a esa idea.



Cuando uno llega a una edad como la suya, ¿los recuerdos lo invaden, van ocupando un lugar cada vez más intenso?



Sí, recuerdos muy emocionantes, empezando por los recuerdos de mi madre. Yo fui el décimo hijo, y me llevaba a las tiendas en Rojas, en la provincia de Buenos Aires. Ese vínculo con mi mamá era muy lindo, ella fue una mujer excepcional.



Hay un momento del libro muy desgarrador, que es cuando usted se va, y ella lo despide con la mano.



Así es, en los últimos años mamá vivía en La Plata, y recuerdo ese momento, la última vez que la vi...



Hablando de religión, ¿usted se siente cristiano, católico, agnóstico...?



No, agnóstico de ninguna manera. Creo que ha habido grandes religiones, en Asia o en Europa, pero en general el problema es justamente el de la eternidad, yo creo firmemente en la eternidad del alma.



Usted dijo una vez que el ateo es un tonto porque cree que Dios no existe, pero que más tonto es el que cree que el diablo no existe...



Sí, recuerdo. ¡Vaya si existe!



En algún lugar usted escribió que cuando va a la Feria del Libro y la gente lo saluda, tiene la sensación de que se están despidiendo.



Sí, sobretodo en los últimos años, hay una multitud de gente que quiere que le firme cualquier papel aunque sea.



¿No será que sienten que usted ha alcanzado algo así como la sabiduría?



Sí, eso se adquiere con los años, a medida que se acerca la muerte, la ‘sagesse’, no saber la teoría de Newton, sino la sabiduría de la vida y de la muerte, de lo que esperamos, de que vamos a tener un más allá. En la muerte no hay ricos ni pobres, está la continuidad de la vida a través de la esperanza.