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JUDICIAL

Se resuelve parte del misterio

La muerte de dos jóvenes en el río Medellín no tuvo que ver con el pago de recompensas, como se pensó inicialmente. Sin embargo, los tres policías aún no han logrado explicar qué hacían en un carro robado.

8 de enero de 2011

En los primeros días de este año, los paisas estuvieron pendientes de un caso misterioso. Desde el 26 de septiembre, dos jóvenes cayeron en un carro al río Medellín y durante casi una semana las autoridades no hallaban rastro de ellas.

Sin embargo, el hallazgo del cuerpo de Eliana María Cárdenas, el martes de la semana pasada, aguas abajo del río, y los resultados de la necropsia de Medicina Legal que dictaminaron que su muerte se produjo por inmersión parecieron darles la razón a los tres policías que, junto con otra mujer, Lina Henao, se fueron al cauce del río después de un accidente de tránsito en la madrugada de ese domingo.

Luego de dos semanas de búsqueda infructuosa en el lecho del río, que atraviesa la ciudad de sur a norte, las autoridades comenzaban a considerar la hipótesis de los familiares de las dos jóvenes que insistían en que podía tratarse de un caso de desaparición forzada, al parecer provocada por el supuesto cobro irregular de una recompensa, una falsedad tramada por los agentes que estarían obligando a una de las mujeres a hacerse pasar por informante para reclamar dos millones de pesos.

Según lo pudo establecer la investigación interna de la Policía del Valle de Aburrá, los uniformados no están involucrados en el cobro de dineros de recompensas ni las jóvenes aparecen como beneficiarias de algún pago hecho por la institución. Sin embargo, los tres agentes, León Fernando Álvarez, Alejandro Vanegas Sánchez y Guillermo León Marín Sierra, adscritos a la estación del barrio Laureles de Medellín, fueron expulsados de la institución. Su actuación tras el accidente resultó, cuando menos, lamentable, pues una vez a salvo decidieron marcharse del lugar sin dar aviso a los organismos de socorro, lo que eventualmente les habría dado una oportunidad de supervivencia a las dos mujeres, ambas empleadas de Chicos Malos, una tienda de zapatos en el centro de Medellín.

Los investigadores se encontraron con otra sorpresa. El vehículo en el que viajaban los agentes resultó ser un carro hurtado con placas de otro carro idéntico, un Corsa matriculado en Mosquera, Cundinamarca. La certeza de estar a bordo de un automóvil 'gemeliado' y el temor de verse involucrados en una averiguación judicial explicarían la huida de los agentes del sitio. Fue su primer error.

El ingenuo intento de evitar una pesquisa por robo terminó salpicándolos en una sobre desaparición forzada. El siguiente error fue haber mentido sobre el origen de las dos mujeres, de las que dijeron que acababan de conocer esa madrugada. Y no era así. Se sabe que uno de los agentes era novio de Eliana y que iba a visitarla al almacén con frecuencia, "a veces hasta dos veces al día", recuerda una compañera de trabajo.

Justamente la presión de sus compañeros y de los familiares, que rápidamente denunciaron su desaparición ante la Fiscalía, terminó obligando a los uniformados a entregar las primeras versiones. Para asegurarse de no estar dejando la puerta abierta a una futura demanda por indebido proceso en los despidos, las directivas de la Policía Metropolitana evaluaron el desempeño de los agentes, una de las causas de baja en esa institución, y descubrieron que ninguno lograba las calificaciones mínimas de permanencia.

Seguros de estar desembarazándose de tres agentes que no daban la talla, las directivas tomaron la decisión de expulsarlos y mandar el mensaje a la comunidad de no ser tolerantes con lo sucedido. Ahora, mientras se insiste en encontrar el cuerpo de Lina Henao Dávila, los tres ex policías deberán responder ante la Fiscalía por su responsabilidad en el accidente y su huida del lugar. ¿Qué hacían en un carro robado? Es otra de las preguntas que deberán responder.