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Los supuestos maltratos de Otálora contra su personal fueron denunciados por el columnista Daniel Coronell. | Foto: Archivo SEMANA

DENUNCIA

“No me cabe más miedo en el cuerpo y en el corazón”

Semana.com publica la explosiva carta de la hasta este viernes secretaria privada del defensor del Pueblo, quien renuncia por maltratos por parte del defensor, Jorge Armando Otálora.

20 de noviembre de 2015

El nombre Astrid Helena Cristancho Palacio no les dice mucho a los colombianos. Pero en las últimas horas su nombre se ha dado a conocer tras una extensa, sentida y escandalosa carta que le envió a su jefe, el defensor del Pueblo, Jorge Armando Otálora, a quien sirvió como secretaria privada en los últimos dos años y a quien acusó de “inclemente violencia verbal y sicológica”.

Su explosiva carta fue dada a conocer por La FM al mediodía de este viernes, y no deja duda de lo que está pasando en el interior de esa institución salpicada en las últimas semanas por denuncias sobre presunta violencia laboral por parte del jefe de la entidad.

Hace pocos días el columnista Daniel Coronell denunció el asunto en su columna '¿Y ahora quién podrá defendernos?' Resumió así la situación: “El defensor del Pueblo, Jorge Armando Otálora, es un acosador laboral. Otálora cotidianamente ofende, humilla e insulta a sus subalternos, en franca violación de la Constitución y la ley, sin que le suceda nada. Varios funcionarios y exfuncionarios de la Defensoría del Pueblo me narraron -algunos de ellos entre lágrimas- los maltratos a los que han sido sometidos por el doctor Otálora, quien se jacta de su influencia que, según él, lo blinda de cualquier investigación e incluso del escrutinio público”. Dos meses antes el columnista de Semana.com, Juan Diego Restrepo, también había alertado la situación en su artículo 'Maltrato laboral en la Defensoría del Pueblo'.

Pues bien. La carta de la secretaria privada de Otálora se extiende en el tema, pero además asegura que, luego de la columna, Otálora reunió a sus empleados para que hicieran un comunicado respaldando su labor.

“Usted sabe que al principio puse límites que creía necesarios cuando usted me insultaba o me gritaba. Hoy, más de dos años después, eso nunca ha dejado de pasar. (…) Usted sabe que su mal genio y su incapacidad para controlarse son casi permanentes y muchas veces por hechos insignificantes. (…) Los gritos que usted emitió dentro y fuera de la oficina son escalofriantes y me han mantenido en zozobra todo el tiempo”, dice la funcionaria, que dejó su puesto de inmediato.

“Estoy segura de que ninguno de mis compañeros discute su gran trabajo, pero el reconocimiento de su buena labor no lo faculta pata maltratar. Ningún empleado de ninguna entidad pública o privada debe dejarse agredir sólo porque el líder de la entidad tiene buena imagen externa o por miedo a la represalias o a perder el empleo”, dice la misiva.

Y más adelante anota la ahora exfuncionaria: “Yo no puedo seguir justificando muchas cosas que pasan en la Defensoría. No puedo seguir pretendiendo que todo está bien y mucho menos después de ver que hay otras personas denunciando lo que yo he sufrido por estos años. No puedo permitirme más tiempo en un lugar hostil, agresivo e irrespetuoso como el que usted ha creado”.

En fin, la carta deja muchas preguntas sobre lo que realmente está pasando en la Defensoría en cuanto a un supuesto acoso laboral. Lo que nadie entiende es cómo el defensor del Pueblo, precisamente la persona que defiende los intereses de la comunidad en toda su extensión, sea quien maltrate.

Semana.com intentó comunicarse al celular de Otálora, pero las llamadas no fueron respondidas. También lo buscó a través de sus asesores de prensa, pero tampoco fue posible encontrarlo.

Puede ver la carta completa en este vínculo.