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Timochenko, máximo comandante de las FARC. | Foto: Exclusiva Semana

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¿Por qué estará tan feliz 'Timochenko'?

El jefe de las FARC –contrario a todo el Gobierno y al mismo uribismo– se mostró desenfadado y optimista en medio de la crisis desatada por el triunfo del No. Aseguró que la solución llegará “pronto, pronto”.

13 de octubre de 2016

Quienes siguen el desarrollo de la crisis generada por la victoria del No en el plebiscito tienen opiniones distintas, pero concuerdan en una cosa: no se ve la salida. Todos los días salen nuevas propuestas y se montan al bus nuevos negociadores que han hecho pensar que la luz al final del túnel todavía está lejos. Por eso, llamó la atención que en ese mar de caras largas apareciera una sonriente: la de Rodrigo londoño.

En una larga entrevista con Caracol Radio, el líder de las FARC expresó con ahínco su optimismo. “pronto, pronto, puede haber noticias muy positivas”, aseguró enfático. Coincidió con el presidente Santos en la necesidad de llegar rápido a una solución. Pero no se le ve la misma angustia. “Esto no se puede dilatar, una dilación le puede hacer mucho daño al proceso”, agregó.

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Dejó ver que las FARC están dispuestas a seguir con el plan inicial pues aseguró que en cualquier momento pueden comenzar a desplazarse a las zonas de concentración. Explicó que a su juicio hay unas fuerzas políticas interesadas en que el proceso fracase y en dilatar los diálogos con los grupos del No.

Londoño es el único hasta ahora que le ha visto el lado amable a la crisis. Para él, "fue hasta bueno que el No se impusiera en el plebiscito porque está permitiendo aclarar muchas dudas y, en especial, está comprometiendo a ese importante sector del pueblo colombiano que no votó, más del 63%, a interesarse por este hecho histórico". 

Iván Márquez también está en esa tónica. A la resistencia del Centro Democrático la despachó en una sencilla frase. “Ha sido escuchado ya el sector del No liderado por el presidente Uribe y seguro ahora entrarán a evaluar lo que está planteando”.

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Lo curioso es que en la política pocos tienen ese optimismo. En la noche del miércoles Uribe presentó sus líneas rojas que incluyen eliminar la Jurisdicción Especial para la Paz que contempla el acuerdo y, en cambio, tramitar todo en la justicia ordinaria creando “cortes para la paz” adscritas al Tribunal Superior de Bogotá y las que concurrirían “de manera voluntaria” particulares y miembros de la fuerza pública.

El expresidente insiste en que haya “privación efectiva de la libertad, así sea en lugares alternativos de reclusión como granjas agrícolas” partiendo de un mínimo de entre cinco y ocho años. Sólo estos breves postulados de la propuesta uribista son suficiente para una discusión de meses con el alto riesgo de no alcanzar una conciliación. En síntesis, el expresidente lanzó una propuesta que haría inviable cualquier consenso: la eliminación de la jurisdicción para la paz, que es columna vertebral del acuerdo de La Habana.

Por su parte, el expresidente Andrés Pastrana ha adelantado una serie de reuniones, la primera con el propio presidente Santos, para también hacer valer sus objeciones frente al texto pactado por el Gobierno y las Farc. Aunque de esa primera reunión Pastrana salió optimista, luego ha hecho saber que está molesto por el “lenguaje desbocado y las ideas contradictorias” de funcionarios del Gobierno que a su parecer van en contravía con el ambiente de consenso que percibió en su visita a la Casa de Nariño.

La molestia de Pastrana es tal, que le escribió una carta al presidente y la divulgó por Twitter con el título: “La respuesta a nuestro ramo de olivo no puede ser beligerancia de los ministros. Carta a Juan Manuel Santos”. Así que por ahora tampoco parece muy próximo alcanzar un acuerdo con el exmandatorio conservador.

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Otro personaje que está lejos del consenso es el exprocurador Alejandro Ordóñez, quien también tuvo un encuentro cara a cara con el presidente Santos. Durante la reunión, Ordoñez expuso su preocupación porque, a su parecer, “cada rincón del acuerdo” está plagado de la llamada ideología de género.

A la salida de la reunión, Ordóñez dijo a la prensa que el presidente se había comprometido a “corregir” esa situación depurando el texto final. El problema es que a su turno el presiente, en su alocución, afirmó que la reunión había servido para aclararle al exprocurador que no hay una sola mención de la ideología de género y que el acuerdo no amenaza en lo mínimo el concepto de familia.

El pasado lunes Ordóñez entregó al Gobierno un texto 25 puntos “para ser tenidos en cuenta en renegociación”, el documento sólo aborda la temática relacionada con principios sobre infancia, adolescencia y juventud. El problema es que Ordóñez tiene muchas más objeciones, prácticamente sobre todos los aspectos del acuerdo, por lo que no luce nada halagüeño ni próximo un consenso con él.

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Y por si fuera poco, los demás objetores tampoco se ven fáciles. Lo que se veía sencillo, por ejemplo, el enfoque de género se convirtió en un inamovible. No sólo porque tras esa preocupación hay figuras como el exprocurador Ordóñez y cientos de pastores de las principales iglesias evangélicas, sino porque las FARC ya hicieron saber que en ese terreno están dispuesta a explicar u ampliar pero no a ceder.

Ese fue el mensaje que envió Victoria Sandino, integrante del equipo negociador de las FARC y encargada de la subcomisión de género en la mesa de conversaciones de La Habana, en una entrevista concedida a Semana.com. “En absoluto estaríamos dispuestos a excluir el enfoque de género de los acuerdos. Mal haríamos en sacar del acuerdo un asunto que vela por los derechos de las mujeres, de la población LGBTI, ¡si es que si somos más de la mitad de la población!”, fue su respuesta.

Por todo eso, no es tan fácil determinar el porqué del optimismo de Timochenko. Hay quienes creen que se debe a la expectativa de que se encuentre una solución jurídica al asunto.

En paralelo a las reuniones entre los líderes del Sí y el No han surgido marchas y plantones masivos de miles de ciudadanos que están exigiendo a unos y otros lograr acuerdos pronto y no echar por la borda la oportunidad de la paz. Timochenko ha saludado con beneplácito esa movilización al punto que juró que las FARC, a pesar de las dificultades, no volverían a la guerra atendiendo ese clamor.

Pero también han corrido versiones de “salvavidas” que puedan surgir para resolver el limbo en quedó la paz tras el plebiscito. En los pasillos del Palacio de Justicia se comenta que la Corte Constitucional podría arrojar una salida al resolver las demandas que interpuso ante el tribunal el Centro Democrático cuando quería evitar la realización del plebiscito al que consideró ilegal por muchas razones, hasta que sorpresivamente lo ganó.

También se dice que si el Consejo Nacional Electoral le solicita a la Corte un pronunciamiento oficial sobre la calamidad que enfrentaron varias zonas de la costa donde no se pudieron instalar las urnas por los estragos del huracán Matthew, se podría abrir una ventana de oportunidad para el plebiscito. Y que esa vía podría salir también por el Consejo de Estado. Ambas salidas serían muy controversiales.

Así las cosas, no es claro por qué el optimismo de Londoño, cuando todo el país está enfrascado en una sin salida a la que nadie, hasta ahora, le ve solución ni pronta ni fácil.

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