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Para Uribe, la mejor fórmula de prohibir el uso del cigarrillo electrónico era considerarlo igual que el cigarrillo convencional. | Foto: Archivo particular

CONGRESO

‘Trasquilada’ de Uribe al proyecto contra el cigarrillo electrónico

Una iniciativa para regular el uso de este dispositivo la convirtió el expresidente en un capítulo de la ley antitabaco.

2 de junio de 2016

El 11 de septiembre del 2014, el senador Mauricio Lizcano (la U) presentó un proyecto de ley para prohibir el cigarrillo electrónico a menores de edad. Estuvo motivado en que en Colombia no existía legislación alguna sobre este dispositivo, que en muchos casos se ofrece como sustituto del cigarrillo convencional o como ‘antídoto’ para dejar el hábito de fumar, pero que según varios estudios, terminaba por estimularlo.   

“Gran parte de los consumidores de este producto son los adolescentes. Pueden acceder fácilmente a los cigarrillos electrónicos y sus cartuchos recargables no sólo por la laxidad en su regulación en comparación con los productos de tabaco, sino porque la mayoría de los comerciantes los venden por internet, medio de comunicación muy utilizado por niños y jóvenes”, aseguraba Lizcano.

Además, señaló que una investigación adelantada en la National Youth Tobacco Survey y publicado por el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), sobre el uso del cigarrillo electrónico entre estudiantes de preparatoria y secundaria en Estados Unidos, entre los años 2011 y 2013, demostró que el número de jóvenes no fumadores (jóvenes que nunca habían probado el cigarrillo) que habían usado cigarrillos electrónicos al menos una vez aumentó de 79,000 en 2011 a más de 263,000 en 2013. (También le puede interesar: El debate de los cigarrillos electrónicos está encendido)

Su proyecto de ley tenía 14 artículos en los que prohibía la venta a menores de edad, el uso en espacios cerrados, imponía restricciones en materia de publicidad, y establecía una serie de multas para quienes las incumplieran.

Así consiguió que se lo aprobara la comisión séptima y la plenaria de la Cámara. Allí, el debate fue muy recordado por la afirmación Óscar Ospina, representante de la Alianza Verde, quien para defender la prohibición del cigarrillo electrónico dijo que este dispositivo produce sida.

Más allá de la anécdota, el proyecto llegó esta semana a la Comisión Séptima del Senado, y allí se encontró con Álvaro Uribe, quien decidió ‘trasquilar’ el proyecto. No se opuso a la intención de prohibir la venta a menores de edad, pero consideró que una nueva ley no sería la fórmula para ello.

El término ‘peluquiar’ o ‘trasquilar’ es muy utilizado en el Congreso cuando a un proyecto le quitan varias de sus disposiciones. La peluqueada de Uribe puede considerarse militar, a ras, porque el proyecto que llegó con 14 artículos salió de sus manos con uno solo.

Para Uribe, prácticamente, la mejor fórmula de prohibir el uso del cigarrillo electrónico era considerarlo igual que el cigarrillo convencional. Por eso consideró que lo mejor era no desgastarse en una nueva ley, sino incluir el término ‘cigarrillo electrónico’ en la vigente ley antitabaco del 2009, la misma que obligó a las tabacaleras publicar imágenes de los graves daños a la salud que produce el tabaco en las cajetillas de cigarrillos, la venta al menudeo, y el consumo en sitios públicos, como en estadios o parques.

Como existía un vacío jurídico frente a los cigarrillos electrónicos, Uribe pidió a sus colegas de la Comisión Séptima que la ley 1335 de 2009 (antitabaco) se extienda a “productos relacionados y a otros dispositivos”, para que esa ley se aplique en su integridad a “sustancias relacionadas con el tabaco, el cigarrillo, la nicotina y demás que se clasifiquen como sucedáneos o equivalentes. También se aplicará a dispositivos como el cigarrillo electrónico”.

La de Uribe fue última palabra. Todos acogieron sus argumentos y le hicieron caso. Aprobaron el proyecto con un solo artículo y eliminaron todo el texto que había sido aprobado por la Cámara. Pocos antecedentes hay de una trasquilada tan drástica a un proyecto de ley.

Aunque el Lizcano fue el primer sorprendido con la forma en que Uribe redujo su proyecto, prefirió esa modificación a que el proyecto se hubiera hundido. (Lea: Qué hacer con el cigarrillo electrónico)

Los que sí quedaron preocupados son los distribuidores de los cigarrillos en el país, que ante la falta de legislación habían podido comercializar el cigarrillo electrónico sin mayores restricciones, pero que ahora tendrán las mismas condiciones legales que los cigarrillos convencionales. Precisamente este sector insiste en que su producto nada tiene que ver con el cigarrillo. 

Este proyecto, que fue aprobado en tercer debate, demostró una vez más que el que manda en la Comisión Séptima es Uribe. Allí, senadores de todos los partidos, marchan al ritmo del jefe del Centro Democrático.