El parque público de La Florida, en Bogotá, tiene un campo público de golf. | Foto: SEMANA-

BOGOTÁ

Humedales: ¿zonas de conservación o 'green' de golf?

Ambientalistas se oponen a convertir lo poco que queda de los humedales de Bogotá en campos públicos de golf.

Lorenzo Morales, editor de Semana.com
30 de septiembre de 2009

Los humedales de la ciudad, la mayoría de ellos en estado crítico, podrían habilitarse para crear campos de golf abiertos al público, según una propuesta del concejal Carlos Orlando Ferreira.

Ferreira, del partido Cambio Radical, presentó los diseños tentativos de lo que serían los campos en los humedales de Jaboque y Torca en el occidente, así como en el extenso parque Entrenubes al sur de la capital.

Ferreira cree que el aprovechamiento comercial y lúdico de los humedales, y en particular a través del golf, puede salvarle la vida a uno de los ecosistemas más degradados de la ciudad. De paso, dice Ferreira, es una manera de 'des-elitizar' un deporte que hoy está casi totalmente  reservado a accionistas de clubes privados que se pueden dar el lujo de dedicar grandes extensiones de tierra ociosa a ejercitar su hobby.

“La idea es masificar este deporte y llevarlo a que a todas personas especialmente los niños y niñas de estratos 0, 1 y 2 lo practiquen, con el objeto de brindar otras opciones de recreación”, dijo el concejal.

Ferreira considera que además de proteger el ecosistema, los campos de golf generan empleo con “caddys” (generalmente niños de origen humilde que le carga los pesados palos y las bolas a los golfistas, o les ayudan a subirlos a los carros eléctricos), instructores, y personal técnico.

Los campos de golf serían creados mediante la figura de la cesión pública o a través de convenios entre los urbanizadores y el gobierno distrital, según la propuesta que cuenta con el apoyo de la bancada de concejales de Cambio Radical, el partido que orienta Germán Vargas Lleras. 

Sin embargo, a muchos ambientalistas la idea les parece un adefesio. “Convertir los humedales en canchas de golf es retroceder diez años en la discusión de qué hacer con estos ecosistemas”, dijo a Semana.com, Germán Galindo ex gerente ambiental de la Empresa de Acueducto de Bogotá y asesor de la Fundación La Conejera, la cual tiene uno de lo modelos más exitosos de recuperación de un humedal en Suba.

Galindo explicó que en 2005 la ciudad sacó su política de manejo ambiental de humedales después de una exhaustivo proceso de concertación y consulta con expertos y la misma comunidad donde se concluyó que estos ecosistemas debían ser zonas protegidas y no parques recreativos.

La idea del golf, aunque puede tener detrás la loable intención de encontrarle una salvación a los moribundos humedales, desconoce convenios internacionales que Colombia ha firmado como el convenio de Ramsar (Irán) para la conservación de la biodiversidad de los humedales, respaldado en la ley 357 de 1997.

“El bosque y los matorrales que rodean las aguas de los humedales son indispensables para la vida de muchas aves y mamíferos”, explicó Galindo. “Para hacer canchas de golf hay que tumbar todo eso”.

A simple vista puede parecer más ecológico el verdor de un campo de golf que parece podado con un cortauñas y los bordes perfectos de sus lagos que la enmarañada y díscola vegetación de un humedal fangoso e impenetrable. Pero en su aparente desorden natural es donde radica su valor y riqueza ambiental.

“Un campo de golf puede parecer más bonito o más ordenado que un humedal, de la misma manera que una siembra de pinos o de palma puede parecer más ordenada que un bosque de niebla o un manglar”, escribió el mes pasado Gustavo Wilches, experto en desastres ambientales y autor del libro “¿Y qué es eso, Desarrollo Sostenible?” criticando la idea de convertir en césped y “greens” los humedales.

“Tenemos muy buenas experiencias como la recuperación y el manejo ecológico, social y pedagógico del humedal de La Conejera, ¿por qué no seguir esos ejemplos que han sido desarrollados aquí mismo?”, continúa Wilches.
 
Por su parte, el Secretario de Ambiente de Bogotá, Juan Antonio Nieto descartó que el Distrito esté contemplando apoyar la iniciativa de Ferreira. "No hay ninguna posibilidad de que se autorice una cancha de golf en un humedal ni en su rondas", dijo el secretario.

Hoy en día, cinco de los 13 humedales con los que cuenta la ciudad están en estado crítico por “la degradación progresiva del ecosistema, su irreversibilidad y el uso indebido del suelo, situación que aumenta el deterioro ambiental y amenaza las reservas de agua de la ciudad” según un informe de la Personería de Bogotá de hace una año donde pide a la Alcaldía decretar la alerta ambiental en estos ecosistemas.

Por ejemplo, sólo para citar dos casos dramáticos, el humedal de Techo, con un área de 11.6 hectáreas, está urbanizado en un 85 por ciento. Y el de El Burro tiene un 75 por ciento de construcciones informales e ilegales, según el reporte.

En menos de 50 años el área de humedales de Bogotá se redujo de 50.000 a 667 hectáreas. Es decir que hoy sólo se conserva algo más del 1 por ciento de estas areas, habitat de múltiples especies únicas en el mundo, entre ellas muchas aves como la tingua bogotana.

Para la vigencia del 2008, la Empresa de Acueducto, la empresa a cargo de su administración, tenía un presupuesto cercano a los 23 mil millones de pesos, destinados a la adecuación, protección y manejo ambiental de los humedales. Pero con la entrada en vigencia del Plan de Desarrollo Bogotá Positiva, del alcalde Samuel Moreno, se disminuyó a algo menos de nueve mil millones de pesos, es decir, 61 por ciento menos de lo presupuestado.

Así, el futuro de los humedales, o mejor, de lo poquito que queda de ellos, parece empantanado. Aunque se necesitan ideas creativas, más vale aprovechar las que ya han mostrado resultados. De lo contrario, corremos el riesgo de estar al vaivén de la moda y como se pregunta Wilches: “Si Camilo Villegas fuera campeón mundial de motocross ¿estarían proponiendo convertir los humedales en pistas para practicarlo?”