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El genio de los museos

Cristian Samper, director del Museo de Historia Natural de Washington, podría ser el presidente de la red de 19 museos del Smithsonian. Llevará colombianos becados a hacer pasantías en esta institución.

14 de diciembre de 2011

Así como Shakira es la cantante nacional que más éxitos y reconocimiento ha alcanzado fuera del país, Cristian Samper es el biólogo colombiano que ha llegado más lejos y es una de las ‘celebridades’ mundiales de la ciencia y la ecología.

Sin la parafernalia de la fama, pero con mucho talento y solo 45 años, ocupa desde hace ocho uno de los puestos más codiciados por los investigadores: es el director del Museo Nacional de Historia Natural Smithsonian de Washington, uno de los tres más concurridos del planeta, con 7 millones de visitantes al año.

Samper no solo ha sido el más joven en ocupar el cargo, sino el primer extranjero y aunque admite que su puesto actual lo visualizaba más hacia el final de su carrera, dice estar en el lugar correcto, pues pese a que tiene un trabajo administrativo, también sigue investigando (90% de las actividades del museo son para ese fin). No en vano tiene bajo su mando 200 científicos en la sede de Washington, que es visitada por otros 10.000 cada año. Además, en la sede del Smithsonian en Panamá, dedicada a la biología tropical, hay 400 más.

Justamente, fue desde Panamá donde este biólogo de la Universidad de los Andes dio el salto a Washington. Luego de finalizar su doctorado en la Universidad de Harvard, regresó a Colombia en 1992 y, aunque continuó como investigador, también se metió de lleno en la creación de la política ambiental, que le dio vida al Ministerio del sector y al Instituto Alexander von Humboldt, del cual fue director.

Sus credenciales le valieron para que le ofrecieran liderar la sede panameña del Smithsonian. Su plan era trabajar unos diez años en el vecino país, pero al poco tiempo le propusieron postularse para su cargo actual.

Profeta fuera de su tierra
Aunque desde la ventana de su oficina ve la Casa Blanca y viaja alrededor del mundo (acaba de regresar de Papúa, Nueva Guinea), su conexión con el país es cada vez mayor. Es más, está convencido de que desde allá puede hacer más por Colombia, pues nadie es profeta en su tierra.

Hijo del ex ministro de Agricultura, Armando Samper Gnecco, y primo del ex presidente Ernesto Samper, Cristian viene con frecuencia por dos razones: una, quiere que sus dos hijos se críen con la cultura colombiana y, dos, forma parte de entidades como Colciencias.

Por eso, está al día en los temas medioambientales del país y con la autoridad que le da su experiencia, no duda en decir que le preocupa menos el impacto de la explotación minero-energética, que el que pueda tener el desarrollo de la frontera agrícola de la Orinoquia.

“Claro que el tema minero impacta y explorar, por ejemplo, en zonas de páramo es criminal. Lo que se debe hacer es controlar esta actividad para que tenga las menores consecuencias posibles. Sin embargo, poco se ha hablado de lo que podría pasar en la Orinoquia, que tiene un ecosistema natural. Si no hay un ordenamiento de los cultivos, se puede arrasar con todo ese ecosistema”, comenta.

Agrega que el país ha mejorado en investigación, pues está apostando por la formación de jóvenes en las mejores universidades del mundo, pero no se crean suficientes grupos de investigación.

Una de sus labores desde el privilegiado ‘atril’ que le da el Smithsonian ha sido convocar a las Fundaciones Mario Santo Domingo y Bolívar para que financien estudiantes colombianos que deseen hacer sus pasantías en el museo.

El ideal es que un país invierta 1% de su PIB en este campo y Colombia apenas destina 0,3%. Sin embargo, Samper considera que la nueva ley de regalías es una oportunidad, pues con ella se destinará 10% de dichos recursos a ciencia y tecnología.

“La pregunta ahora es cómo usar bien esa plata y creo que se debe gastar en lo que somos competitivos: biodiversidad y la forma de sacarle provecho, mediante biotecnología. También en los mares, que están subexplotados y son la mitad de Colombia”, dice.

Aunque recientemente le han hecho ofertas para regresar al país, insiste en que desde Washington puede hacer más y por ahora prefiere seguir llevando una vida en el museo.