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Ciclo clásicos franceses

Realizaciones con mucho ingenio y creatividad, además del talento de sus directores, que los ha hecho tan famosos mundialmente y con el paso del tiempo se consolidan aún más.

Gustavo Valencia Patiño, Gustavo Valencia Patiño
18 de mayo de 2017

El olvidado talento del cine clásico en ocho películas con lo más representativo de sus épocas, estilos y renombrados directores. A los amantes del buen cine se les ofrece una buena variedad de cintas para disfrutar, con trabajos plenos de valores y arte fílmico que los convirtieron en clásicos hace mucho tiempo. Todo ello es posible gracias a la Embajada de Francia que las trae restauradas y digitalizadas.

Muchas de las películas que se presentan en este ciclo hace mucho tiempo que son patrimonio fílmico de la humanidad y por lo mismo, ostentan el nombre de clásicos del cine francés y mundial. Esto hace que volver a verlas o encontrarse por primera vez con ellas, de todas formas resulte muy placentero descubrir ese cine y la forma en que lo realizaban, varias décadas atrás, en los años treinta, cuarenta o más adelante con la Nouvelle Vague, conocida como la nueva ola francesa.

Observar diferencias y bien notorias por cierto de un Jean Vigo de 1933 con “Cero en conducta” a un Marcel Carné de 1945 con “Los niños del paraíso” (Hace casi setenta años, en 1949, año en que se fundó el Cineclub de Colombia, fue con esta cinta que inauguró actividades); a lo que hace el maestro de la comedia Jacques Tati o el innovador Robert Bresson en los años cincuenta; contraste que se acentúa aún más con dos de los más grandes y representativos de la nueva ola, François Truffaut con su primer largo “Los 400 golpes” y el siempre polémico Jean-Luc Godard con “Pierrot el loco”, pasando por un menos conocido Georges Franju dirigiendo “Los ojos sin rostro”, hasta el romántico musical de 1965, bajo la dirección de Jacques Demy “Los paraguas de Cherburgo” con la inolvidable Catherine Deneuve.

De todo ello y aquí tan sucintamente reseñado, lo que más se puede destacar es un encuentro con el Cine: con el arte fílmico, con diversas e históricas formas de expresarse a través de las imágenes en movimiento, de configurar y emplear un determinado lenguaje cinematográfico, universal y que a todos cautiva por igual. Encuentro que resulta aún más agradable y placentero para el amante del cine, si se tiene en cuenta la aridez y estrechez de ideas fílmicas de la actual oferta, antes que nada porque a las películas de ahora les sobra televisión y les falta cine.

El conjunto de todas estas obras clásicas que el ciclo presenta y que vienen a refrescar este momento, son trabajos hechos para cine y pensando en él, para expresarse con la imagen fílmica y dejar que ella hable por sí sola. Realizaciones con mucho ingenio y creatividad, además del talento de sus directores, que los ha hecho tan famosos mundialmente y con el paso del tiempo se consolidan aún más. Todo ello lejos de la negativa influencia televisiva, que como decía el célebre Henri Langlois, por muchos años director de la Cinemateca de Francia: “la televisión ha enseñado a hacer un cine muy malo”.

El cine en la época del CINE era bien distinto al de ahora en la época de la TV, pues su influencia ha sido nefasta en la pérdida del sentido de hablar con la imagen fílmica, en la degradación del llamado lenguaje fílmico, pues ahora lo que interesa es la narración como tal, sólo importa lo qué se cuenta, supuestamente ya no se necesita el cómo se cuenta, lo cual además de ser falso es lamentable querer olvidar la prioridad del medio a través del cual se crea y se expresa un relato. Para la muestra este botón, un ciclo que enseña que son clásicos no tanto por el qué se cuenta sino por el cómo se cuenta, pues como todo clásico en cualquier arte no han olvidado el medio del que se sirve el autor para expresarse.

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