OPINIÓN

Cohesión social

No ha sido el debate, ha sido la pretensión de totalizar la sociedad el factor que dispara la violencia.

Álvaro Jiménez M, Álvaro Jiménez M
31 de agosto de 2020

Es una desgracia no tener cohesión social pero la existente alrededor de la figura de Uribe, prohijada por los grandes poderes del país, resultó lesiva para la construcción de democracia.

Hanna Arendt al referirse a regímenes totalitarios como el nazismo y el estalinismo hizo evidente el alto nivel de cohesión social que comportaban esos modelos de sociedad.

Hoy distintas voces repiten como mantra que nuestra desgracia es la ausencia de unidad nacional. Enerva en la opinión, la disparada confrontación de pensamientos e ideas alrededor de los temas como si el debate fuese el demonio que hace conflictiva la vida en sociedad, siendo demostrable lo contrario. No ha sido el debate, ha sido la pretensión de totalizar la sociedad el factor que dispara la violencia.

La pretensión de uniformar la vida rural en las zonas donde estaban presentes las guerrillas conllevó la dominancia de violencias para imponer ese orden y así ocurrió en las zonas de presencia paramilitar al cerrar los 90 y los primeros diez años del siglo actual. No menos claro es que la exacerbación de los asesinatos y los procesos de control violento que hoy padecen los habitantes de vastas zonas del país se presentan por el intento de totalizar el pensamiento y los ritmos de vida de las comunidades. “todos a la coca”, “todos contra el régimen”, “aquí mandamos nosotros, no pueden volver por aquí”. Estas tres voces son las dominantes en Catatumbo, en Cauca, Putumayo, sur de Bolívar y su voz se está extendiendo a áreas urbanas y semiurbanas de grandes ciudades. La alternativa planteada es que el uribismo disfrazado de Duque (cada vez menos), es la solución que resolverá ese reto y no.

Construir cohesión social democrática es el mayor reto de país y se acrecienta porque vivimos un momento especial en el que las redes y las fake news dominan el escenario de opinión consiguiendo el propósito contrario, al corroer la cohesión existente alrededor de instituciones y de informaciones veraces para construir opinión.

Sólo hace falta observar la facilidad con que redes y medios vienen haciendo su tarea en la estrategia de debilitar la Corte Suprema de Justicia de la misma forma que hicieron con el imperfecto pero feliz acuerdo logrado que puso fin a la guerra entre el Estado colombiano y las antiguas Farc. Hoy, es claro que las redes y el desarrollo de las TIC están fortaleciendo la voz de los poderosos mientras la capacidad de análisis y reflexión de los individuos se diluye.

Por ello, frases que satanizan son titulares de amplia difusión, uno falso que termina validado: “Fajardo dice que si el Dr. Gustavo Petro es elegido la situación del país será peor, él no podría ser mejor que yo”. O una afirmación hecha por Angélica Lozano convertida en éxito mediático “Petro es mala persona y Duque es un flojo”. El poder de las redes se ha elevado y  quien se opone a esa realidad se equivoca.

¿Cómo construir cohesión social democrática en este nuevo contexto? Todo indica que la batalla está pérdida, que solo cabe la cohesión polarizante, la construcción de bandos que tan exitosamente logró consolidarse como fórmula contra el acuerdo de paz y como fórmula victoriosa alrededor de la figura y el proceder de Álvaro Uribe. Los demás es vana ilusión.

ADENDA: ¿Advierten las élites de Colombia lo que significa el indulto de Maduro? ¿Estará significando cambios y entenderán cómo esos cambios en Venezuela impactan a Colombia?

@alvarojimenezmi

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