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Defensa de 'Junior' Turbay

Se me hace irresponsable que publiquen esas denuncias y corramos el riesgo de que, por disimular, 'Junior' suspenda sus viajes y se instale de verdad en Bogotá.

Daniel Samper Ospina
19 de septiembre de 2009

La primera vez que supe a ciencia cierta que era amigo personal de 'Junior' Turbay fue el 31 de diciembre del año pasado, cuando me invitó a una cena de año nuevo en su casa.

- Llega con hambre -me advirtió-: tengo un pernil de cerdo impresionante.

Dudé en ir; temía que, en lugar de ponernos a bailar, los invitados termináramos oyendo un recital de poesía ofrecido por su madrastra, doña Amparo Canal de Turbay, la célebre autora del inmortal libro de versos Sentimientos y ternuras, que al parecer será llevado a la pantalla grande dentro de poco.

A pesar de mis prevenciones, al final me animé. La verdad es que no tenía mejores planes que ver el show de fin de año de Jorge Barón, que ha bajado de nivel y cada vez es más parecido a un consejo comunal. De modo que tomé impulso y me dirigí a su casa. Timbré y 'Junior' me recibió en pantaloneta, y era cierto: tenía un pernil de cerdo impresionante.

Desde entonces nos volvimos grandes amigos, y hoy por hoy no hay domingo en que no nos vayamos (sin afeitar y en sudadera) a desayunar lechona a Carulla mientras nos contamos nuestras cosas.

Advierto lo anterior para que sepan que estoy parcializado: que en adelante no va a pronunciarse el columnista, sino el amigo.

Por eso me indigné cuando leí el miserable informe que la revista Cambio publicó el jueves pasado, en el cual acusan a 'Junior' de haberse parrandeado más de 12.000 millones de pesos en nóminas paralelas y viajes inoficiosos.

No dudo que sea cierto. En lo menos voraz que ha sido 'Junior' es en la ingesta de calorías. A él lo que verdaderamente le priva es que le pongan por delante un presupuesto: le chupa hasta los huesos; lo lame hasta el final.

Pero por más verídico que pueda ser el informe, se me hace irresponsable que un medio de comunicación tan serio como la revista Cambio publique ese tipo de denuncias, y todos corramos el riesgo de que ahora, por disimular, 'Junior' suspenda sus viajes y se instale de verdad en Bogotá.

Porque, seamos francos: el precio de tenerlo acá, planeando exabruptos en su oficina de la Contraloría, es mucho más alto que el de que se vaya a conocer Austria.

Pensemos en cómo son esos viajes. Parece que siempre va con un grupo de asesoras jovencitas que ahora quedarán con mala fama. Pero, ¿alguien se ha puesto en el lugar de ellas? ¿Alguien sabe lo que es aguantarse a 'Junior' durante un vuelo trasatlántico? ¿Las subirá sobre sus muslos? O peor aun: ¿él se subirá sobre los de ellas?

Cualquiera sabe que con lo que cuestan los consumos de minibar de uno solo de sus viajes se les podría dar acueducto a todos los pueblos de la Costa; pero mientras esté conociendo las cataratas de Iguazú, habrá menos despilfarro en Colombia.

Ahora bien: no todo es culpa de 'Junior'. Un país serio tendría un programa para capacitar al funcionario corrupto. Cursos en el Sena que le ayuden a ser un mejor corrupto: un corrupto con visión, transgresor, que vaya más allá, que rompa paradigmas; becas para que el funcionario criollo haga un M.B.A con énfasis en C.V.Y; seminarios para que aprenda a pasar del 10 por ciento al 20 por ciento.

Pero en este país nadie hace nada por los corruptos. Al revés: la prensa los estigmatiza, cuando todos sabemos que al corrupto, en lugar de señalarlo, hay que ofrecerle cariño y acompañarlo en su rehabilitación. Sea este el momento, por eso, de sugerir la creación del centro de terapia para corruptos anónimos José Name Terán. El nombre es un homenaje nada más. Pocas personas son tan honradas como el doctor Name y se trata justamente de llevar al paciente a ese nivel de honradez.

Imagino la sede en un salón semivacío, con unas sillas Rimax puestas en círculo, y una persona que se para en la mitad:

- Hola. Soy Sabas -por decir un nombre cualquiera-, y llevo dos años sin cometer un cohecho.

- ¡Hola, Sabas! -gritan los demás.

También pueden darse escenas conmovedoras y dramáticas:

- Hola: soy el doctor Villamizar y acabo de recaer -rompe a llorar otro, mientras los demás lo consuelan.

Pero aparte de odiosos señalamientos acá nadie hace nada por ellos. En La W, 'Junior' dejó en claro que si ha asignado todos esos contratos de asesoría es porque allá trabajan tanto que con la nómina oficial no dan abasto; que si viaja es porque, a diferencia de la nuestra, su visión de mundo no es provinciana; que si organiza costosas olimpíadas en su entidad es para promover la sana recreación.

Cumple el legado paterno de llevar la corrupción a sus justas proporciones. Por eso yo estoy con él. Cada noche padezco la horrenda pesadilla de que lo destituyen. Lo advierto de una vez, y acá sí habla el frío analista y no el amistoso contertulio de desayunos: pocas cosas serían tan graves para el país como que eso suceda. Preso o sin oficio, 'Junior' puede terminar escribiendo libros de poesía. Y ahí sí sabremos lo que es un Turbay haciendo daños.

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