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El centralismo, otra víctima del covid

La crisis de la pandemia nos está demostrando la gran debilidad fiscal de los territorios, además las enormes desigualdades, la gran informalidad que tenemos y la pobreza que existe en muchas regiones. Es por eso que la coordinación con departamentos y municipios es fundamental.

ANDRES FANDINO BOHÓRQUEZ, ANDRES FANDINO BOHÓRQUEZ
4 de mayo de 2020

Luego de un confinamiento obligatorio de varias semanas el país comienza a implementar nuevas medidas, con el fin de impulsar la economía. Los sectores de la construcción y alguna parte del manufacturero fueron los primeros en salir al ruedo, luego de cumplir unos protocolos de sanidad bastantes exigentes, tanto para empleadores como para trabajadores, lo cual, además, puso sobre la mesa el debate de si los departamentos están lo suficientemente preparados para los meses que vienen de esta pandemia, o si es necesario brindar más herramientas a las regiones en un país donde se tiene un centralismo extremo como el nuestro.

La discusión que abrió el gobernador del Magdalena, Carlos Caicedo, en un foro realizado por la revista Semana el jueves pasado y donde planteó que Colombia fuera un Estado federal, es completamente válida desde el punto de vista de darle mayor impulso, herramientas y capacidad de autogestión a los departamentos para poder enfrentar las diferentes circunstancias que se avecinan luego del final del confinamiento.

La propuesta no puede caer en el aburrido debate de si es planteada por un líder de izquierda o de derecha. Es lamentable que en esta época que vivimos sigamos con estas discusiones arcaicas que no dan solución alguna, mientras las regiones se ahogan en un mar de incertidumbres; todo por cuenta de no tener los suficientes recursos para enfrentar las problemáticas en sus territorios.

Semanalmente los líderes regionales se han visto obligados, desde tiempos antes de covid-19, a salir por medios de comunicación, redes sociales, con trinos y videos a repetir frases como: “Le pedimos al gobierno nacional que nos ayude”, “le pedimos al Gobierno nacional más recursos”, “ayúdenos, señor presidente, esta región lo necesita” y unas cuantas más, que seguro se han convertido en el pan de cada día para todos los mandatarios.

Lamentablemente, a pesar del esfuerzo que se hizo en la Constituyente de 1991 por dejar establecida una descentralización robusta, la figura de los departamentos no quedó bien establecida, mientras que la figura municipal adquirió mayor desarrollo. Aún los departamentos carecen de capacidad de autogestión. El gobernador Caicedo en su intervención añadía la necesidad de que las gobernaciones puedan tener más recursos para atender las demandas de la población, como también el replantear el papel de los departamentos y no seguir siendo instancias intermedias sin capacidad de tomar decisiones de fondo.

Además, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), el aporte que hace cada región al Producto Interno Bruto (PIB) se distribuye así: Bogotá 25,6 %, Antioquia en 14,5 %, Valle del Cauca en 9,7 %, Santander 6,5 %, Atlántico 4,4 % y el resto del país en 39,3 %, es por eso que la discusión en épocas de covid-19 debe adquirir más profundidad, y que los debates tampoco pueden caer en regionalismos extremos, ni en liderazgos protagónicos, ni mucho menos con cálculos políticos como lo he manifestado en columnas anteriores.

Viendo estas cifras, y en el caso que el federalismo entre en la discusión de la agenda pública nacional, como alternativa para evitar en el futuro la crisis social que hoy enfrentamos, será necesario que los grandes capitales del país por fin aporten de verdad en Colombia y se comprometan a construir capital en esas zonas en donde sus propios recursos no le permitirían subsistir el modelo federal. Y llegará la hora de que las decisiones se analicen con modelos tributarios federales. Tendremos que ver si algún dirigente de talla nacional toma las banderas y mueve este tema para futuros debates, pero eso será asunto de otra columna.

Entre tanto, la crisis de la pandemia nos está demostrando la gran debilidad fiscal de los territorios, además las enormes desigualdades, la gran informalidad que tenemos y la pobreza que existe en muchas regiones. Es por eso que la coordinación con departamentos y municipios es fundamental, se hace necesario entregarle herramientas presupuestales solidas en materia de salud como también en materia social, para atender las diferentes dificultades que se presenten en el día a día logrando canalizar de manera responsable que las ayudas lleguen a los más necesitados sin que se pierda ni muchos menos se las roben.

El gran problema que ha tenido la autogestión de las regiones ha sido la corrupción; los ladrones del erario público lograron, por un lado el crecimiento de varias problemáticas sociales en el país, y por otro fortalecer el centralismo que hoy asfixia a los territorios. Pero es claro que no podemos continuar con el mismo esquema, todo por culpa de la ineptitud, incapacidad, inexperiencia, y la falta de valores y ética de algunos lideres locales, no pueden ser la justificación para no dar los cambios necesarios en esta coyuntura que no es otra cosa que una carrera contra el tiempo, para que en el país no crezca más la pobreza ni mucho menos se dispare a un más la informalidad.

Mientras el debate sigue abierto en las redes sociales en donde poco o nada aporta a la discusión, el escenario legítimo para darlo es el Congreso de la República, el escenario que cuenta no solo con la representación de la democracia sino también de las regiones, pero el legislativo sigue empecinado en el suicidio ante la opinión, todo por cuenta de discusiones sin fondo, ajenos a la realidad. Ojalá no sea tarde cuando decidan cambiar el rumbo, porque hoy en la mente de los ciudadanos el congreso no existe ni debería existir.

Twitter: @Afandinob

P.D.: Mientras las encuestas vienen alimentando el ego de varios mandatarios, se hace necesario manifestar que los respectivos índices de aprobación que actualmente ostentan son transitorios, y que el verdadero reto viene luego del confinamiento.

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