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Haidy Sánchez Columna Semana

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En la crisis de Quibdó no se puede parpadear

¡Quibdó, la capital del departamento del Chocó está ardiendo, perdiendo a sus niños, a sus jóvenes y sus habitantes están desesperados!

23 de abril de 2021

En Quibdó no cesa la violencia y no se sale de una, para entrar en otra. Ayer, se despertó Colombia entera con la espeluznante noticia del asesinato brutal con sevicia de dos menores de edad en Quibdó, donde los abatieron con armas de fuego y machete hasta acabar con ellos. Un tercer niño de escasos 11 años, que inicialmente resultó gravemente herido, horas después también falleció. Niños que según las informaciones se encontraban en sus actividades cotidianas de reciclaje. Todo esto invita a reflexionar sobre el grado de deshumanización al que se ha llegado, al punto que ya las víctimas de esta descomposición social que vive la ciudad de Quibdó, son menores de edad ¡Esta crisis definitivamente ya tocó fondo!

La gran mayoría de estos niños víctimas de la violencia; viven en barrios pobres de la ciudad. Barrios que están habitados en gran parte por familias que han tenido que dejar sus pueblos a causa del conflicto armado. Familias que les tocó salir corriendo de las balas y el hostigamiento, para tratar de radicarse como de cualquier forma en la capital del departamento del Chocó; y así por lo menos poder resguardar sus vidas. A estas familias les ha tocado también vivir con el estigma de ser “desplazados” y con la tragedia de no recibir mayores apoyos para subsistir. En estos barrios son las bandas criminales las que dominan e imponen su ley; apoderándose así de la zona, para realizar sus actividades delictivas, controlar el microtráfico, las extorsiones y los hurtos en toda la ciudad.

Lo triste de todo esto; es que pareciera que estos niños y jóvenes vulnerados no tuvieran derecho a andar seguros, sin hambre, a tener una buena educación, a tener una vivienda digna, a que sus padres tengan un empleo, ni tampoco a saber que podrán vivir hasta que sean adultos. En resumidas cuentas; la vida para ellos es totalmente diferente a la de otros niños y adolescentes de la misma edad y residentes en la misma ciudad. Estos se van concientizando de las desigualdades y se les van despertando sentimientos como rabia, insatisfacción y resentimiento; sentimientos que si no se manejan adecuadamente pueden contribuir al recrudecimiento de la violencia.

Y es que la violencia se ha recrudecido tanto en Quibdó; que fuera del asesinato de estos tres menores a los que me referí al inicio de esta columna; no hay un día que pasé sin cifras de asesinatos, extorsiones o hurtos en la ciudad.

¿Y cuáles son las causas de esta ola de violencia en Quibdó?

Sin duda alguna, algunos componentes como la desigualdad, la inoperancia de algunos dirigentes de turno, la desidia de algunos políticos de la región, la deshonestidad de algunos profesionales y la complicidad de algunos entes de control; han contribuido a esta violencia imparable, a que Quibdó esté convertida en una zona de guerra; donde los únicos ganadores son tanto los grupos criminales como los corruptos y los perdedores son los ciudadanos honestos y las familias vulneradas.

Ahora, el desgobierno y la falta de control es tan grande en Quibdó; que fuera de asesinatos, operan también otras técnicas para amedrentar a la población. Por ejemplo, de la noche a la mañana se han venido declarando como objetivo militar, a algunas personas que presuntamente están ejerciendo una mala labor en las instituciones que dirigen o que supuestamente han desfalcado otras. Ruedan panfletos donde se les intimida, atemoriza y se les exige altísimas sumas de dinero; incluyendo un ultimato de algunas horas para que se comuniquen con determinados grupos criminales y entrar en un “diálogo”. Es decir; un diálogo con grupos criminales; que, entre otras cosas, imponen su propia ley, pero que fuera de imponer su ley, tienen una agenda totalmente diferente a la de los dirigentes locales y a la de las fuerzas militares. Esto es realmente difícil de asimilar; pues parece ser que el péndulo del orden y el control de la ciudad de Quibdó, se ha movido hacia otro norte ¡El panorama es realmente desesperante!

Valga la pena decir, que la crisis que se vive actualmente en Quibdó, no se había vivido anteriormente; ni siquiera en la época del desplazamiento masivo que invadió a la ciudad.

Y si de encontrar modelos explicativos a esta problemática se trata; considero que es importante también sincerarnos. Todos sabemos que la falta de ética en la cosa pública, el egoísmo, la falta de control social, la impunidad de algunos entes de control y la complicidad de algunos profesionales con los dirigentes de turno; han contribuido en gran parte a esta situación caótica que vive Quibdó. También sabemos que, ante este caos; muchos jóvenes vulnerados, encuentran como única opción de vida ingresar a las bandas criminales operantes en la ciudad. Bandas que a su vez, tienen como directores intelectuales a sujetos con toda una infraestructura bélica, logística y económica, para crear caos, con el solo fin de mostrarle a los gobernantes y al pueblo en general su poderío. Dañando así a una generación joven, inocente, desorientada y producto de una sociedad desequilibrada e injusta.

Ya los habitantes de Quibdó están cansados de vivir en un mundo ficticio, de retórica cada día más refinada, pero vieja, barata, incongruente y sin fundamento. También sus habitantes no quieren más promesas vacías, ni cinismo de algunos que tienen el poder o que aspiran a él.

Ninguna salida a la crisis es sencilla; por lo tanto, si no se soluciona el problema de fondo, equivaldría a que nunca se cierre el ciclo de la pobreza y el atraso en pleno siglo 21. Por eso las inversiones sociales sostenibles son primordiales. Esta crisis no se resuelve haciendo cacería humana, ni solamente militarizando; esta crisis amerita más bien, que se implementen políticas sociales donde tanto el deporte, la cultura, la educación, el empleo y el fortalecimiento a las familias jueguen un lugar protagónico, convirtiéndose así en soluciones reales para la población.

Los dirigentes de turno tienen la obligación de hacer más por Quibdó, de invertir más, de trasmitirle esperanza a los ciudadanos y en especial a los niños y jóvenes. ¡Ustedes que tienen el poder no pueden tener una miopía mental, ni tampoco parpadear ante esta crisis que ya pasó la raya! Ustedes son los que pueden darle un giro al problema de Quibdó, porque estoy segura de que, si ustedes muestran soluciones contundentes; el pueblo los apoya.

¡Parpadear ante esta crisis no llevará a Quibdó a nada bueno!

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