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Jairo Gómez Definitiva

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Ganaron la paz y la JEP

Lo que no se perdonan los poderes tradicionales, y les carcome su impotencia, es el haber perdido la tutela sobre la JEP.

Javier Gómez
11 de noviembre de 2020

Insisten los francotiradores en desprestigiar la Jurisdicción Especial para la Paz -JEP-; ya no son solo los misiles que a diario le lanzan el presidente Duque y su jefe Uribe Vélez, sino columnistas dogmáticos anclados en el pasado, en esa vieja justicia carente de credibilidad y eficacia controlada por el clientelismo y la politiquería.

Claro, es la justicia sastre que se ajusta a sus perversos intereses la que les permite direccionar sus fallos que regularmente son infames con el ciudadano de a pie y benévolos con los delincuentes de cuello blanco, su propia casta.

Esa es la justicia que ellos – el omnímodo y omnisciente poder- controla: la Fiscalía y las Cortes, no en su totalidad hay que reconocerlo. Pero lo que no se perdonan a sí mismos, y les carcome su impotencia, es el haber perdido la tutela sobre la JEP; pérdida que les estimula rencor, rabia, resquemor, desazón y, por supuesto, disgusto contra una institución independiente.

Entonces, como no hay argumentos para desaparecerla, ahora la emprenden contra la impecable labor de la presidenta Patricia Linares, quien con su tesón y sabiduría le dio vida a una institución que recibió en el papel y hoy es una realidad institucional vigorosa, independiente y valorada, no solo en el contexto nacional sino por las Naciones Unidas, la comunidad europea y una de las instituciones de mayor prestigio mundial como la Corte Penal Internacional -CPI-.

Sin duda hay una molestia inmensa en ese círculo del omnímodo y omnisciente poder y es que las Farc les desmontó su trama en el magnicidio de Álvaro Gómez, los desenmascaró y desarmó. Ya tenían diseñado un montaje para llevarse de calle otros dirigentes políticos a costa de sus manipuladas investigaciones. Tan descolocados quedaron que montaron en el nuevo oráculo del derecho colombiano, la Universidad Sergio Arboleda, bastión ideológico de la derecha extrema colombiana, un foro para desprestigiar la JEP, a sus magistrados, a la Comisión de la Verdad y a la Unidad de Búsqueda de Desaparecidos. Gómez Hurtado debe estar revolcándose en la tumba a juzgar por sus posturas de última generación.

Contrasta con esa infame propaganda la gallardía del exministro y excandidato presidencial Germán Vargas Lleras, tras la revelación de las Farc de reconocer que quiso asesinar al líder político en los dos atentados que perpetró contra su vida: “a diferencia de los que sí murieron y hoy no pueden contestar, en mi caso personal acepto el perdón que se me ofrece. Me basta con conocer toda la verdad”, escribió en su columna dominical.

De las Farc el país comenzó a conocer su responsabilidad y lo tendrán que probar; ahora se nos vienen los testimonios, entre otros, de los generales Rito Alejo del Río, el llamado pacificador de Urabá; Mario Montoya, el célebre comandante de la Operación Orión y estratega de las ejecuciones extrajudiciales o llamados “Falsos Positivos”; y los testimonios de uniformados de alto y bajo rango que se acogieron a los beneficios de la JEP a cambio de contar toda la verdad. Eso, a los que sabemos, los tiene intranquilos, acongojados y hasta neuróticos.

Es ese temor a la verdad lo que une a Duque, Uribe Vélez, que propone eliminar la JEP, las organizaciones de militares en retiro, poderosos terratenientes y ganaderos (Fedegan) y los dogmáticos columnistas que hacen el papel de francotiradores contra la JEP.

Duque sabe que la llegada de Biden a la presidencia de Estados Unidos lo obliga a modificar su decisión de hacer trizas el acuerdo de paz, del cual fue protagonista el nuevo inquilino de la Casa Blanca y de qué manera: su jefe, el presidente Obama, tuvo un delegado en la mesa de negociaciones en La Habana.

Quién lo iba a creer: perdió Trump y Duque se debilita; el acuerdo de paz y la JEP, se fortalecen.