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Julio Londoño Paredes

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Lo que se le viene a Castillo

Es de esperar que el virtual ganador de las elecciones en el Perú, haya aprendido algunas experiencias de sus más admirados personajes.

18 de junio de 2021

Con ocasión del resultado de las elecciones en el Perú, Colombia ha volcado la atención hacia nuestro vecino, lo que no ha sido una constante en los últimos años, en los que hemos estado dedicados a seguir los acontecimientos en Venezuela y en el Ecuador.

Durante el complejo y dilatado conteo de votos para la elección del nuevo presidente del Perú, se ha generado en algunos sectores cierto grado de tácita simpatía hacia Keiko Fujimori, por representar supuestamente la oposición al marxismo-leninismo que ha pregonado Castillo. Sin olvidar que ella arrastra también una votación heredada de su padre, por más que esté en la cárcel.

Sin embargo, no debe olvidarse que el más connotado asesor y confidente del presidente Alberto Fujimori, Vladimiro Montesinos, fue el que nos hizo el favor de hacerle llegar a las FARC 10000 fusiles AK 47 por los que el grupo armado le pagó 15 millones de dólares.

Eso que nos libramos de que el siniestro Montesinos le vendiera al grupo armado, cohetes tierra-aire rusos SAM 7. ¿Acaso sobre esas y otras andanzas, nunca sospechó nada el presidente Fujimori y fue tan sólo una víctima incauta e inocente, una especie de San Luis Gonzaga?

Se está comentando sobre las afinidades de Castillo con Evo Morales y Rafael Correa. Ojalá que el nuevo presidente, haya aprendido que a ambos mandatarios los afectó, entre otras cosas, su ambición de eternizarse en el poder, mientras que lo del “Socialismo del siglo XXI” fue más retórico que efectivo.

En momentos como los actuales, todas las naciones, aun las que eran socialistas, caminan en otra dirección. La situación que afrontan Venezuela con Maduro y Cuba con el sistema socialista, no son modelos que seduzcan a la gente, sino por el contrario, la demostración de lo que podría pasar si se sigue por esos rumbos.

Tanto Correa como Morales, en sus respectivos países lograron estabilidad institucional. Ya que las confrontaciones entre los respectivos congresos y los ejecutivos, en las que los militares actuaban como árbitros con la consiguiente remoción de los presidentes, eran cosa cotidiana.

Correa aprovechó la bonanza petrolera y renovó al Ecuador. Muchos de sus opositores tuvieron que aceptarlo de mala gana. Fuera del deseo de perpetuarse, el derroche y la corrupción fueron, el Talón de Aquiles del gobierno.

Evo Morales, en medio de discursos altisonantes y con un desueto lenguaje “antiyanqui”, logró también llevar a Bolivia de la situación de postración económica en que se encontraba, a colocarse a la cabeza en el crecimiento de los países latinoamericanos. También lo afectó su desbocado mesianismo.

Ojalá que Castillo, aprenda las lecciones y contribuya a reestablecer la institucionalidad del Perú, rota por el fantasma de la corrupción. Sin incurrir en el error de creer que, cuando sus admirados amigos hablaban de imponer el socialismo, era en serio y que no vaya a tratar de conducir a su país por ese camino, por que lo precipitaría a la ruina.

Igualmente, que recuerde que Alberto Fujimori tuvo a un personaje que se constituyó en el verdadero poder en la sombra…y lo hundió…

(*) Decano de la Facultad de estudios internacionales, políticos y urbanos de la universidad del Rosario.

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