
Opinión
Objetivos: Paloma Valencia, Bruce Mac Master y Vicky Dávila
Lo de menos es el hambre de Gaza; el objetivo consiste en espolear la lucha de clases, que tantos réditos les dio en la campaña pasada.
Petro señala y vándalos y criminales disparan. En Zipaquirá apuntó su dedo hacia la Andi, contra la que había descargado enorme munición en distintos escenarios, y los salvajes callejeros acudieron prestos a cumplir la orden. Lo de la anunciada y prevista detención de la famosa flotilla era una burda excusa.
No ha pasado un mes desde la muerte de Miguel Uribe, asesinado tras ráfagas de decenas de trinos tiroteados desde Casa Nariño, y ya espasado. Los cerebros de su crimen –Iván Márquez y Nicolás Maduro– lo lograron. Un uribista de alcurnia menos en la carrera presidencial y, de paso, uno menos en la lista negra del mandatario.
Ignorando ahora su compromiso con la Iglesia católica de desarmar el lenguaje agresivo, apunta hacia tres objetivos primordiales: Bruce Mac Master, por el que siente un odio tan enfermizo como conveniente para sus intereses; Paloma Valencia, “blanquita rica” caucana y nieta de presidente, como Miguel, y Vicky Dávila, su más detestada “muñeca de la mafia”. Jamás le perdonará la osadía de destapar la corrupción de su familia y entorno más próximo.
Pronto enfilará sus dedos y su lengua viperina hacia Abelardo de la Espriella, aunque, de momento, delegó los ataques en su ministro de Interior, vía Macaco, y sus amiguetes ex-M-19 de la DNI. Algo encontrará o armarán para despeñarlo.
Sin descartar la combinación de formas de lucha, estrategia que defendía el ala del Partido Comunista, aliada de las Farc, como bien conoce Iván Cepeda, que no es el favorito del emperador. Petro prefiere a Pinturita.
A Cepeda se lo traga por su línea familiar comunista, su educación en país soviético, su manía persecutoria hacia todo lo que huela a uribismo, su cercanía y condescendencia con las guerrillas y el respaldo mayoritario de los mamertos.
Ninguno de ellos repudió la toma violenta de las calles de Bogotá, Medellín y Cali porque obedece a un plan bien orquestado. Lo de menos es el hambre de Gaza; el objetivo consiste en espolear la lucha de clases, que tantos réditos les dio en la campaña pasada.
“La codicia por encima de la vida”, clamó el autoproclamado líder planetario, en su intento de calumniar a los empresarios e industriales de la Andi, que pagan los impuestos que su Gobierno malgasta, y acusarlos de la falacia de ser determinantes en la guerra de Gaza.
De pronto le traicionó el subconsciente en Zipaquirá y en realidad se refería a sus íntimos amigos que dejaron sedientos a los niños de La Guajira para comprar votos en el Legislativo. O al codicioso Nicolás Petro, ansioso de poseer una casa amplia con dineros robados, en un conjunto de vuelos altos, similar al del papá en Chía.
Lo seguro es que, al difamar a la respetada la organización empresarial, poco le preocupaba la suerte de la flotilla, que nunca estuvo en peligro. La prevista detención no fue ningún secuestro, así Petro victimizara a los suyos.
Partieron de puertos europeos con el único fin de provocar un golpe mediático de efecto mundial. Era de sobra conocido que no desembarcarían en las playas palestinas ni cargaban alimentos para justificar la travesía.
Lo probaron los videos que grabaron las dos colombianas participantes, antes de abordar uno de los barcos, y varios de los españoles que se embarcaron. Entre ellos había dos terroristas de ETA, así como activistas y miembros de partidos políticos de ultraizquierda. Su presencia politizada demeritaba el aporte sincero y humanitario de personas comprometidas con diferentes causas.
Tampoco los vándalos que recorrieron el martes el norte de Bogotá pensaban en Palestina. Las frases pintadas en las paredes esta semana, algunas con buena ortografía y caligrafía, inusual en las hordas reclutadas para destrozar, iban dirigidas a bancos y comercios de estratos altos, en línea con el discurso divisionario de Petro.
Es indudable que el presidente continuará con mítines de campaña, que abarrotan con contratistas, funcionarios y fanaticada petrista, para continuar por la deriva de ahondar la polarización, tapar con escándalos internacionales los inocultables fracasos domésticos en casi todas las áreas, e insistir en su tramposa narrativa. Si Petro no hace más, te dicen sus seguidores, en línea con la argumentación oficial, es porque no lo dejan. Es un líder de dimensión mundial, sigue su charlatanería, y el planeta lo admira.
El problema es que la verborrea palaciega ha calado y la izquierda radical, con solo tres candidatos, un rumbo fijo y un presidente desatado, agresivo, abusivo, consciente de que puede transgredir la ley que nada le pasará, tiene garantizado el 30 por ciento de los votos, es decir, el pase a la segunda vuelta.
¿Y enfrente? Una multitud sin un camino claro. Grave.
NOTA: No descarten la participación en los graves altercados callejeros, los recientes o los que habrá más adelante, de grupúsculos vinculados al ELN, como bien conoce la asesina del Centro Andino, Violeta Arango, que elevaron a la categoría de negociadora con dicha banda criminal.