Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN

El aborrecible silencio de la derecha

Los candidatos de la derecha (Germán Vargas, Iván Duque, Marta L. Ramírez y Alejandro Ordóñez) han pasado de puntillas sobre los sucesos de Chirajara.

Yezid Arteta, Yezid Arteta
19 de enero de 2018

La gente de su pueblo lo llamaba Jorge Balayo. Dejó el campo para ganarse la vida como obrero de la construcción. En las redes sociales circula una foto en la que se observa descolgado sobre su cinturón de seguridad. Lleva un casco amarillo y un overol anaranjado. A sus espaldas se contempla un precipicio que produce vértigo. “Creció en mi pueblo, tocaba guitarra y era un hombre muy noble”, recuerda un tuitero en su cuenta. Jorge es una de las nueve víctimas mortales que dejó la caída del puente de Chirajara.

En Colombia se está volviendo costumbre que los edificios y los puentes se vengan abajo. La tragedia de Chirajara es la culminación de una seguidilla de hechos en los que se vierte impunemente la sangre trabajadora. Un caso emblemático fue el del edificio Space de Medellín en el que murieron 12 trabajadores. El suceso más reciente ocurrió en Portales Blas de Leso II de Cartagena, donde perecieron 20 obreros aplastados por el hierro y el cemento. Caracol Radio documentó al menos cinco casos de puentes desplomados en distintos lugares del país durante los últimos años.

Los candidatos de la derecha (Germán Vargas, Iván Duque, Marta L. Ramírez y Alejandro Ordóñez) han pasado de puntillas sobre los sucesos de Chirajara. Ellos y ella, adiestrados en politizar hasta una fiesta de gatos para obtener réditos, piden en esta ocasión que no se utilice la muerte de los obreros como tema de debate público. Todo lo contrario: una democracia debe explicar por qué 9 trabajadores mueren en una obra contratada con el dinero público, con los impuestos de millones de colombianos. Lo público, no cabe la menor duda, es un asunto político.

Hizo bien Gustavo Petro, al expresar sin ambigüedades, que la vida de los de abajo no puede estar a merced del lucro ilimitado de cierta clase de empresarios y del beneficio de los operadores políticos que han convertido la función pública en un maldito negocio familiar. La contratación de la obra pública y el otorgamiento de licencias para la construcción privada bajo mínimos, son las principales fuentes de enriquecimiento de una élite que tiene secuestrado al Estado colombiano.

Quienes han viajado por el mundo -Ecuador para no ir muy lejos- son testigos de que las llamadas “autopistas de cuarta generación”, de las que se jactan los gobernantes colombianos, no son más que ‘trochas pavimentadas‘ sembradas de peajes, como lo reconoció el columnista Indalecio Dangond Baquero. Durante un tortuoso recorrido entre Bogotá y Valledupar, cuenta Dangond, contabilizó diez casetas de peajes en la tristemente célebre Ruta del Sol, signo de la corrupción y la incompetencia de quienes han gobernado a Colombia desde la "apertura económica" de 1990.    

La derecha, hasta ahora, ha gobernado a Colombia. Nadie más. Solo ella. Una derecha que firmó Tratados de Libre Comercio (TLC) con la peor infraestructura vial del Continente, poniendo a los productores y empresarios del país a competir en inferioridad con los del resto del mundo. Un país sin trenes, sin metro, sin ríos navegables en gran escala, sin aeropuertos de primer nivel. Un país de ‘trochas asfaltadas‘, minadas de peajes, con una gasolina cara que afecta a la productividad. Un país con cientos de obras mal hechas, sin terminar, abandonadas al óxido y la maleza como es el caso de los escenarios de los fracasados Juegos Nacionales de Ibagué. La minería y la coca no han dejado hundir a Colombia. La derecha se ha tirado la legítima productividad del país.

Son muchísimas las razones para rehabilitar los nombres de los obreros que han muerto sepultados entre los escombros. Esos rostros acribillados por la intemperie, esas manos encallecidas por el uso de las herramientas, esas uñas ennegrecidas por el hollín, esos obreros son los héroes del país, lejos, lejísimo de los héroes de pacotilla que han malgastado la fe de la nación a través de la manipulación y el garrote.    

Que la tierra te sea ligera, Jorge Balayo.

* Escritor y analista político

En Twitter: @Yezid_Ar_D

Blog: En el puente: a las seis es la cita

Noticias Destacadas