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¿Qué quiere el Gobierno con la Universidad Nacional?

Seguramente han considerado acabar con la justicia profanando la ley al propiciar impunidad en favor de los delincuentes, frenando procesos legales que pueden causar daño, premiando y enmudeciendo a quienes tienen mucho ‘que cantar’, como Benedetti.

David René Moreno Moreno
22 de mayo de 2024

Es claro que el jefe de Gobierno y su séquito están empeñados en cumplir las tareas del libreto izquierdista para perpetuarse en el poder e imponer al país la ideología socialista. Se observa con preocupación que día a día se imponen decisiones gubernamentales que atropellan los derechos, intereses y necesidades del país para hacer de Colombia su feudo y coronarse, o mejor, ‘encachucharse’ al frente de un sistema de gobierno totalitario.

El libreto para destruir el país posiblemente ha considerado varios aspectos como acabar con la economía estableciendo altos impuestos para desestimular la inversión, frenar la producción, cerrar empresas, generar desempleo, disminuir exportaciones, impedir la explotación de combustibles buscando solamente mejorar la economía del señor Maduro; también, acabar con la clase media subiendo los impuestos, haciendo dos reformas tributarias, subiendo los combustibles, colocando impuestos a la comida.

Seguramente han considerado acabar con la justicia profanando la ley al propiciar impunidad en favor de los delincuentes, frenando procesos legales que pueden causar daño, premiando y enmudeciendo a quienes tienen mucho ‘que cantar’, como Benedetti. Acabar con la seguridad estableciendo altos al fuego para amordazar a la fuerza pública, favorecer los corredores de movilidad de los bandidos, crear ‘zonas liberadas’, motivar el engendro de un ejército paralelo con las guardias indígenas, campesinas, cimarrona y primera línea, así como la permanente motivación a sus huestes para producir un estallido social, todo lo cual genera incertidumbre.

Igualmente, buscan acabar con la democracia y las libertades al incentivar el odio, motivar la lucha de clases e implantar la ideología marxista-leninista partiendo de la base pensante conformada por los niños y los jóvenes en los centros de educación. Acabar con la seguridad social de la población al estatizar la salud y concentrar los recursos de las pensiones y cesantías de los trabajadores con la reforma al sistema pensional para tener una ‘caja menor’, y acabar con las buenas relaciones internacionales que pueden aportar mucho al país, aislándolo dentro de los gobiernos seguidores de los preceptos comunistas, así como se aisló a Colombia en el gobierno Samper dentro de los No Alineados.

Esta semana le tocó el turno a la educación y es así que el Gobierno ha decidido acabar con la autonomía universitaria, como fórmula para implantar la ideología que abrazan los ‘progres’ en los centros de educación superior, completando la siniestra labor de algunos mal llamados profesores que desde su posición dominante sobre los alumnos han logrado hacerles creer que el desprestigiado comunismo es el camino hacia el éxito, que el Estado es el enemigo del pueblo, que los delincuentes son los adalides de las libertades, que las fuerzas armadas simbolizan la represión y que a quienes tienen algo se les debe quitar para repartirlo entre quienes no trabajan.

Algunos jóvenes inmaduros se dejan manipular por sujetos muy bien entrenados para que participen en huelgas, paros, bloqueos y actos terroristas que sólo favorecen al odio ideológico desmedido que encierran en su espíritu algunos de estos personajes. Es aberrante el atropello a la Unal, pues en un acto que se puede calificar como dictatorial, el Gobierno impone cambiar al rector de la universidad porque no es de sus afectos, ni del gusto de unos alumnos y desconociendo la decisión del Consejo Superior, hace nombrar un rector encargado, decisión politizada y apoyada lógicamente por miembros de la izquierda.

No se trata solamente de dominar a la universidad más grande del país, sino que esto representa apoderarse a la brava de todas las universidades oficiales para tener en sus manos el caldo de cultivo de la izquierda y generar una brecha más amplia entre estos jóvenes y la sociedad; esto representa un triunfo para los zurdos, pues pueden continuar su labor destructiva de la democracia con el apoyo del Gobierno central y parece que el Ejecutivo quiere que, de ahora en adelante, los nombramientos de los cargos de dirección se hagan por votación de los integrantes de la entidad/empresa, como seguramente sucede en lo más típico del sistema comunista.

La cereza del pastel la colocan integrantes el Pacto Histórico como Clara López y Robert Daza, quienes proponen que les convaliden títulos de médicos a más de 1.000 personas de origen cubano y venezolano para que se desempeñen como profesionales sin haber obtenido los conocimientos para ello, poniendo en peligro la salud de los colombianos, dejando sin empleo a miles de profesionales que han tenido que estudiar por lo menos siete años para obtener su título y hoy están cesantes. Pero lo preocupante es que no se escucha ni una sola palabra de rechazo de los estudiantes del área de la medicina, ni tampoco a los profesores de las facultades, ni a los profesionales en general; el silencio es cómplice.

Esta absurda propuesta tiene otro trasfondo y es introducir la ideología socialista en el entorno de estos teguas, conseguir empleo a los desempleados comunistas extranjeros y enriquecer seguramente a los gobiernos de origen, pues sin duda les pagarán por debajo de la mesa por cada uno de los falsos médicos.

A pesar de que hay muchos arrepentidos frente al actual gobierno, cada día es mayor el número de personas que desaprueba la gestión de los ‘progres’. Si estos fueran inteligentes, en lugar de destruir, han debido construir país para demostrar que sus denuncias y críticas como guerrilleros o como congresistas eran ciertas, pero han resultado peor y la corrupción corroe las bases de su tendencia política.

Los colombianos deben raciocinar sobre su futuro y salir del letargo en que los ha sumido el populismo del sistema gobernante. La oposición no está unida y no se observa su fortalecimiento frente a la pérdida de aceptación de la izquierda.

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