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El seguro de vida

En la entrevista, Tasmania dice que teme correr la suerte de los paras Francisco Villalba y alias 110, asesinados poco después de salir libres. Tasmania recuperó su libertad hace tres semanas y ya trataron de matarlo.

Daniel Coronell, Daniel Coronell
12 de mayo de 2018

Más de 30 años de mi vida he trabajado al lado de Germán Palma. Es un camarógrafo grandioso –como no hay otro–, pero, sobre todo, es un ser humano excepcional. Buen amigo, buen padre y buen maestro. Un hombre que comparte con generosidad sus conocimientos con los que empiezan y que jamás está cansado. Siempre ha sido el primero en llegar y el último en irse. Ese martes 11 de enero de 2011 estábamos juntos Germán, el periodista Ignacio Gómez y yo, para grabar una entrevista que tendría una parte pública y otra amparada por la reserva de la fuente, que obliga a que permanezca sin publicar a menos que la vida del entrevistado corra peligro.

Los tres sabíamos que era el último trabajo que haríamos juntos, en mucho tiempo, porque en los siguientes días yo viajaría a Estados Unidos para incorporarme a la cadena Univisión, en la que sigo trabajando.

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Aterrizamos temprano en Bucaramanga y Germán no quiso que paráramos a desayunar. Trozados por el hambre y en medio de la lluvia, tomamos una carretera estrecha con tramos destapados que nos llevó hasta la penitenciaría de máxima seguridad de Palogordo.

Nuestro entrevistado era un antiguo paramilitar llamado José Orlando Moncada Zapata, conocido con el alias de Tasmania. Se había hecho tristemente célebre por su récord criminal y, sobre todo, porque en 2007 una carta supuestamente suya había sido usada para tratar de desprestigiar al magistrado Iván Velásquez, investigador principal de la parapolítica.

La carta –inexplicablemente sin sellos de radicación– había viajado desde la cárcel de Itagüí hasta el escritorio del entonces presidente, Álvaro Uribe. Después se sabría que a Tasmania lo pusieron a firmar un papel escrito por otro, y que en el plan para enviar la carta apócrifa estuvieron involucrados un abogado llamado Sergio González; el senador Mario Uribe, primo del mandatario; Santiago Uribe Vélez, hermano del jefe de Estado; María del Pilar Hurtado, directora del DAS; y Martha Leal, jefe de operaciones de inteligencia que viajó a Medellín a recibir el papel.

Tasmania nos contó que no había escrito esa carta y que no sabía para qué la iban a utilizar.

También dijo que sus señalamientos falsos contra el investigador de la parapolítica tenían un beneficiario principal: Carlos Mario Jiménez, alias Macaco, el jefe del bloque central Bolívar, quien por orden del gobierno había sido trasladado de una cárcel en Antioquia a una corbeta de la Armada porque seguía delinquiendo.

Según Tasmania, el capo paramilitar volvió a tierra firme después de la conveniente carta: “En esos días estaba Macaco en la fragata, entonces, ellos querían era buscar una presión para sacar a ese señor de allá. Uno de los objetivos de la carta era presionar al señor presidente para sacar a Macaco de allá, para regresarlo nuevamente a Itagüí. Ellos hablaban de eso (…) Pues yo lo que le puedo decir es que, después de que mandan esa carta… Macaco sí a los días lo sacan de allá”.

Tasmania mismo recibió unos beneficios inmediatos. Fue enviado al patio de “Justicia y Paz” a pesar de no estar bajo esa jurisdicción. A diferencia del patio donde permanecía recluido antes de la carta, en este tenía acceso a radio, televisión, teléfono y computador: “Cuando me sacan del patio n.º 2 de Itagüí y que me pasan al de Justicia y Paz, a mí me llegan con una orden presidencial. Es por orden presidencial, pero yo no he pedido ningún traslado. Y me dijo, vea, yo tengo orden presidencial, y lo hizo un teniente, en ese momento estaba el teniente Franco, encargado de la cárcel. Me sacaron el 1 de octubre a las nueve de la noche; yo les dije, ah, bueno, listo”.

Sin embargo, cuando Tasmania aclaró que realmente no había escrito la carta, perdió rápidamente esos privilegios: “Esa comodidad duró hasta que yo decidí contar la verdad respecto al montaje de la carta”.

En la entrevista, Tasmania dice que teme correr la misma suerte de los paramilitares Francisco Villalba y alias 110, que fueron asesinados poco después de quedar libres.

El tema es que Tasmania recuperó su libertad hace tres semanas y ya trataron de matarlo.

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Y es ahí donde viene la parte más complicada de esta historia. Tasmania nos contó a Ignacio, a Germán y a mí los detalles de un atentado en el que participó. Nos dijo quién puso las armas, en qué vehículos se transportaron, qué empresarios y oficiales participaron en el plan criminal y, sobre todo, quién dio la orden para cometer el crimen.

El video permanece en un lugar seguro y espero que esta columna sirva para proteger una vida.

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