ALEJANDRA CARVAJAL

Independientes e informales llevan la peor parte de la crisis

Su situación es crítica. Los préstamos no están llegando y la mayoría no quiere endeudarse más. Otro tanto no tiene acceso al crédito. Se necesitan urgentemente medidas adicionales que los respalde.

Alejandra Carvajal, Alejandra Carvajal
5 de mayo de 2020

El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) en su más reciente informe sitúa al desempleo en 12,6% para el mes de marzo. La radiografía de abril, mes en el cual el país estuvo parado prácticamente por completo, puede ser más catastrófica que el mes anterior, pues la destrucción de empleo con absoluta seguridad aumentó. Los efectos de la cuarentena en materia económica son devastadores. 

Un informe reciente del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario pone de relieve que los más damnificados por la crisis ocasionada por el nuevo coronavirus son los trabajadores informales. De acuerdo con la última Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH) del Dane, el total de informales a diciembre de 2019 fue de 10‘415.678 de personas, que sumado con los trabajadores domésticos y trabajadores sin remuneración (2‘654.723) suman un total de 13‘070.401 de personas. 

La mayoría de ellos no pueden teletrabajar, por lo que buena parte tendrá ingresos iguales a cero. Tampoco están amparados por un sistema de protección al empleo, lo cual los hace aún más vulnerables que los trabajadores formales que perdieron o están ad portas de perder su trabajo. Los trabajadores que se desempeñan en tiendas ambulantes (kioskos), vehículos puerta a puerta (Uber, Beat, Cabify, Didi y también taxis), en la calle y en obras de construcción representan 2,7 millones. Los trabajadores de servicio doméstico, en su mayoría mujeres, tuvieron que cesar actividades, en algunos casos indefinidamente.

Tan solo en Bogotá, se prevé la pérdida de 1,8 millones de empleos de acuerdo con estadísticas de la Secretaría de Planeación Distrital. En la capital de la República trabajan alrededor de 4 millones de personas, por lo que el desempleo estaría por el orden del 40%, 45%. En las demás ciudades del país, el panorama debe ser similar o incluso peor.

El drama de los municipios pequeños

En la mayoría de los municipios del país la población laboralmente activa es de carácter informal. Particularmente en aquellos de menos de 20.000 habitantes y recursos anuales inferiores o iguales a 25.000 salarios mínimos legales mensuales vigentes (quinta y sexta categoría), representados en 727 municipios del país, la situación puede tornarse caótica; nadie puede salir a trabajar, excepto los campesinos, que están perdiendo sus cosechas pues la cadena de suministro está rota. Últimamente han optado por practicar el trueque, como única alternativa de subsistencia.

De los 1.122 municipios que tiene el país, 961 se encuentran libres de coronavirus, por lo que la cuarentena si bien ha sido una medida de contención adecuada, necesaria para evitar la propagación de la epidemia, podría flexibilizarse en estos lugares pues de seguir así la gente no morirá de coronavirus pero sí de hambre. 

En Colombia el año pasado, sin covid-19, alrededor de 2,4 millones de colombianos se acostaban con hambre. De acuerdo con la Red de Bancos de Alimentos, antes de la crisis ocasionada por el virus 13 millones de colombianos no tenían acceso a la canasta básica. La pregunta es cómo será ahora. 

La Organización de Naciones Unidas (ONU) manifestó recientemente que la hambruna ocasionada por las medidas de contención social, al igual que por las afectaciones de tipo económico en los distintos países del mundo sería de proporciones bíblicas. En Colombia, 6 de cada 100.000 niños menores de 5 años fallecen de hambre. Esta cifra podría duplicarse o incluso triplicarse dadas las condiciones actuales. La hambruna que se viene es bestial.

De otro lado los muertos por causa del coronavirus, por suerte no son tantos; apenas 0,64 por cada cien mil habitantes. Eso no significa que se tengan que levantar instantáneamente las medidas de contención; gracias a ellas también se han salvado millones de vidas.

Sin embargo, a estas alturas es claro que este año como consecuencia de la parálisis en materia económica, lo más seguro es que fallezcan más personas por hambre que por coronavirus.

¿Qué hacer?

Es urgente entonces levantar la cuarentena, de manera gradual en todo el país, pero de manera total en los municipios en los que no hay presencia del virus. Es absurdo que las personas continúen confinadas en sus casas cuando el enemigo no se encuentra ni siquiera cerca. 

En materia de empleo informal, es necesario tomar acciones inmediatas pues representan el 66,3% de la fuerza laboral. Si ellos quiebran, el país quiebra. Los créditos no están llegando a estas personas de la manera esperada, por esa razón se hace urgente replantear la estrategia del gobierno en este sentido.

Así las cosas, aun cuando debe ser el último mecanismo que se utilice, el gobierno debe considerar una emisión de moneda por parte del Banco de la República como una opción. Jorge Humberto Botero y Eduardo Lora recientemente presentaron al gobierno nacional un documento en ese sentido. Varias voces apoyan esta medida, pues parece no haber otra alternativa. 

El préstamo solicitado al Fondo Monetario Internacional (FMI) no sabemos en qué parte del camino esté, ni tampoco cómo van a destinarse estos recursos. La emisión, por lo pronto puede ser el único mecanismo que garantice un mínimo de subsistencia para miles de hogares que no tienen a estas alturas con qué comer.

Esta emisión debe ser controlada, muy especialmente enfocada no solo a las empresas y a la protección del empleo formal, sino también a los independientes e informales, que son una gran mayoría que requiere de medidas urgentes para palear esta difícil circunstancia.