CLAUDIA VARELA

A mi me gustó

Hay que reconocer que la incertidumbre es una de las variables que mas puede descompensar al ser humano.

Claudia Varela, Claudia Varela
9 de mayo de 2020

Tenemos una tendencia natural al control y a pensar que nosotros manejamos nuestros propios destinos. Esta vez el Universo nos demuestra una vez más que no hay nada mas seguro que no hay nada seguro.

Hace unos meses sonaba muy lejos que había un nuevo virus que la mayoría de humanos veíamos como una gripita mas y que además estaba lejísimos, por tanto una vez más nos sentíamos intocables. Alcancé a hacer viajes de trabajo, a recibir visitas internacionales, a hacer planes de eventos, mandé mi hija a Alemania de intercambio. Nada parecía pasar de forma diferente. Pero algo se sentía en el ambiente.

De repente estaba dictando una clase en una maestría y ya no vi a mis alumnos. Tuve que inventarme rápidamente una metodología que no me hizo tan feliz ya que en mis dinámicas me gusta ver a mis interlocutores. Tenía 5 eventos programados donde iba a ser conferencista en el Mes de la Mujer y todos los cancelaron. Mi hija en Alemania se quedo encerrada con su familia de intercambio y las fronteras se cerraron.

Todo cambió y había que adaptarse. Filas eternas para abastecerse y papel higiénico en extinción hacían la lista de las cosas más extrañas aun.

De repente el viento sonaba mas fuerte, los niños no llenaban el parque y la gente se miraba de una acera a la otra con desconfianza cuando sacaban el perro.

En medio de la burbuja de menos del 10% de la población nacional que estoy contando (por que no estoy en la historia de mi vendedor de fruta fresca en carrito al frente de la 116 con 7ª) empezamos a trabajar con unas tecnologías que no eran permanentes para la mayoría de los que aun compartimos oficinas.

Fue caótico. Las primeras semanas mis rutinas cambiaron totalmente, no podía ir temprano al gimnasio, tenia que ocuparme de labores de la casa y tenía 80 reuniones al dia que antes quizás no tenía. Me gusto poder andar sin peinar todo el día lo reconozco y cuando empecé a entrenar en un plataforma virtual, empecé a acomodarme.

Cuando empezaron las reuniones virtuales con hangout, zoom, Facebook o alguna cosa que nos permitía vernos la cara ya me intimidé un poco más.

Me canse sustancialmente. Las primeras semanas sentía que estaba reportando algo que no alcanzaba a ejecutar cuando ya tenia que volver a explicar en que iba. Para las almas autónomas y algo rebeldes como yo esto de estar en la casa se estaba volviendo mas invasivo que ir a la oficina.

Las reuniones podían ser a cualquier hora y empecé a notar que no almorzaba bien. Sacaba mis perros a medio dia corriendo y de nuevo a conectarme. Tenía que madrugar muchísimo para poder entrenar y las reuniones cada segundo no me dejaban avanzar.

Pero como buenos seres de hábitos y costumbres el mundo empezó a avanzar y cada uno a evolucionar en sus entornos virtuales. De nuevo hablando de la burbuja en que pocos vivimos en Colombia. Y ahora ya organicé mejor mi agenda, tuve que bloquear algunos espacios para poder almorzar y decirle a mi equipo más cercano que no citaramos a reuniones al almuerzo.

Debo reconocer que le estoy cogiendo el sabor a trabajar desde la casa. Si hay cosas que hacen falta, por supuesto, pero el exceso de gente en la calle, los trancones, la fila para tomar el ascensor en el edificio de la oficina, el humo de los buses viejos en la calle, la angustia de que un ladrón te robe el celular, la movilización cuando hay reuniones lejos de la oficina…esas cosas no las extraño para nada.

Me esta gustando el teletrabajo. Y me está gustando a mi y a muchos más. Se que ya nos aburrimos de la palabra reinventarnos, pero si podemos evolucionarnos y entender un mundo diferente. Yo hoy me disfruto mas unas montañas que no se veían bien desde mi casa antes de la cuarentena y ahora si se ven. Me gusta mas la nueva normalidad. Solo hay que ver que todos podamos sobrevivir bien en ella, no solo los privilegiados de la burbuja.