CAMILO DÍAZ

El empleo bogotano

Después de las cifras de desempleo que reveló el Dane, Bogotá debe buscar que las obras que haga generen empleo para los bogotanos.

Camilo Díaz, Camilo Díaz
4 de julio de 2020

La capital llevará a cabo importantes obras de infraestructura en los años que vienen, la más emblemática de ellas es el Metro de Bogotá, que demandará inversiones por $13 billones compartidos entre el Gobierno y el Distrito.

Además del anhelado metro, vienen obras de un calado importante, por nombrar algunas están la troncal de Transmilenio por la Avenida 68; la ampliación de Transmilenio en el sur hasta el sector de Yomasa; la rehabilitación de la infraestructura de conducción de agua desde Tibitoc para garantizar el abastecimiento de la capital; el mejoramiento del espacio público; y una batería igualmente importante de asociaciones público privadas para proveer con bienes públicos a los capitalinos.

En conjunto la inversión en obras que hará la ciudad supera los $24 billones, que sin duda serán un importante dinamizador de la actividad económica de la capital, la cual produce el 25% del PIB de toda Colombia, pero que también responde por la mayoría de empleo formal, y donde la tasa de desempleo ha sido de las más afectadas de las áreas urbanas por la pandemia del coronavirus. La ciudad perdió en estos meses de cuarentena cerca de 1 millón de empleos, ahora la tasa de desempleo bogotano se ubica en el 19,2%.

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En esta coyuntura y ante la necesidad de la reactivación económica es indispensable que las obras que emprenderá la ciudad estén a cargo de las empresas que están localizadas en la ciudad región, y que generan empleo para los bogotanos y aportan a las arcas públicas, vía impuestos, importantes recursos que la propia Administración necesita para financiar el ambicioso plan de desarrollo para la Bogotá del siglo XXI como lo ha denominado la alcaldesa Claudia López.

La recuperación del empleo bogotano va a depender totalmente de la suerte que corran las empresas ubicadas en la capital y sus alrededores, si les va bien y encuentran demanda por los productos y servicios que producen, van a reincorporar los empleados que despidieron, y continuar aportando al fisco.

Si les va mal, seguramente van a despedir más empleados y dejar de contribuir al erario distrital. Las inversiones en infraestructura que va emprender la capital son una oportunidad única para reactivar la economía bogotana, para activar la producción, disminuir las presiones fiscales y fortalecer la competitividad no solo de la ciudad sino de la recién aprobada área metropolitana.

En la coyuntura actual hay que procurar que el dinero circule en la economía local y las externalidades positivas que genera la inversión no se agoten con la sola provisión de infraestructura, sino que se quede en la economía capitalina para reinvertir y demandar más empleo. Un ejemplo de cómo le irá en ese asunto a Bogotá lo conoceremos en los próximos días cuando se conozcan los beneficiaros de las obras del Acueducto de Bogotá por valor de $277.000 millones para reparar la línea del acueducto Tibitoc – Casablanca que conduce agua potable para abastecer a la capital.

Lo que no nos puede pasar a los bogotanos es que terminemos adjudicando las obras a compañías que no estén dentro del área de influencia de Bogotá, menos todavía, que las adjudiquemos a firmas extranjeras porque terminaríamos financiando con los recursos de la ciudad la generación de empleo en el extranjero en desmedro del local. Así mismo, cuando se terminen las obras, las ganancias van a emigrar para financiar economías por fuera de la capital, generando presión en el tipo de cambio y en la balanza de pagos nacional.

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