ERICK BEHAR

Los ‘pendejos’ likes

Todos los días, las redes canalizan energías, amistades sinceras y falsas, indignación hacia una mejor sociedad, y más.

Erick Behar Villegas, Erick Behar Villegas
18 de junio de 2019

En toda esa batahola me surgió una pregunta, quizá sintiéndome mal al intuir la respuesta: ¿estamos reemplazando nuestro actuar social con un pendejo like, retuit o algún otro botón en vez de hacer algo?

Me encontré con un caso digno de nuestra superficialidad humana. Sucede que un comediante, Z. Broussard, realizó el siguiente experimento: contrató a una modelo y se filmó pidiéndole la mano, cosa que las redes celebraron con bombos y platillos, i.e. likes, OMG & Co. Lo hicieron hasta sus amigos cercanos, inclusive conociendo a su novia de hace años.

Este caso fue expuesto en un artículo genial de Cosmopolitan, una revista que nunca imaginaría leer, pero como dicen los italianos, figurati. Lo más interesante es cuando la editora le pregunta a una psicóloga, E. Kenny, por estos comportamientos. Una explicación parece estar en un ciclo de recompensas que nos proporciona algo de dopamina cada vez que recibimos un “me gusta”, quedando, como dice C. Harvey-Jenner, borrachos en likes.

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Si aceptamos que hay algo de superficialidad en esos procesos, miremos una realidad preocupante asociada al tema. La indignación no siempre se traduce en acción, y ahora menos con plataformas digitales que se engullen la frustración de unas personas y las desmiembran en un like. ¿Recuerdan la última vez que estuvieron indignados y pusieron like, cara furiosa & co, un comentario o simplemente compartieron algo? Nunca diría que está mal hacerlo, pero como los atajos cognitivos son lo nuestro, ¿qué pasaría si esa acción del like empieza a reemplazar la verdadera acción social en miles de casos?

Imaginen que ven un video de alguien golpeando a una persona de tercera edad, un camión botando basura en un río, o de personajes consumiendo droga en un parque (perdón, verdad que por eso no podemos indignarnos). Quedémonos con el ejemplo del camión. Pongo un comentario, me indigno, y ya, siguiente cosa importante en mi vida. La economía podría explicar esto en los costos de oportunidad y en la falta de información simultánea entre actores, que al final implicaría una muy baja probabilidad de tener éxito al tomar una acción colectiva.

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Lo contradictorio de todo esto aparece en la gran importancia que le concedemos (algunos) en nuestra subjetividad a los likes. La psicóloga Liraz Margalit explora el significado del like desde la persona que lo envía y desde la que lo recibe. En el primer caso, ponemos “me gusta” como una manera de racionalizar un argumento y autoconvencernos de algo, permitiendo inconscientemente que nuestras acciones influencien nuestras opiniones, y fortaleciendo en el corto plazo nuestra propia autoestima. En el lado del receptor del like, recibirlo despierta un sentido extraño de empatía y compañía, como si proviniera de una amistad imaginaria que hace que nos sintamos mejor al ser aceptados. Por ese y otros motivos hay tanto usuario que borra fotos si el número de likes recibidos es menor al valor esperado de la reacción social.

Ahora, ¿qué sucede con nuestra tentación a quedarnos en el botón social y no hacer nada más allá? Este tema, fascinante para un proyecto de investigación interdisciplinar, es realmente difícil de cuantificar y entender, pero nos ofrece una oportunidad personal de reflexión permanente. Me indigné, triné, y adiós. Pero, ¿podemos hacer algo más? Sin duda se puede, y realmente admiro a las personas que trascienden y sobrepasan la tentación digital para hacer algo, protestar, escribir una carta o una tutela, ganarle una batalla a una EPS, buscar darle eco a un tema porque lo merece, encadenarse frente a una entidad porque no le ponen atención, no descansar hasta solucionar cosas que considera injustas, etc.

Las redes nos dieron algo importante: la expresión atomizada, pero maleable hacia intereses colectivos legítimos. Vean por ejemplo los casos de movilización en Rumania y la famosa primavera árabe, etc. Así haya dudas sobre el giro hacia la comercialización de las redes, como dice A. Sylvain, y escepticismo de la efectividad de plataformas como change.org, estas siguen siendo un motor de visibilidad, para bien o para mal. Pero una cosa es expresarse, y otra es hacer. Las personas que en verdad marcan hitos en este planeta son aquellos que logran ir más allá de la perezosa tentación digital del actuar superficial y efímero.

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Como dice Hayley Tsukayama, se requiere más que las simples redes sociales para hacer movimientos sociales. Y el riesgo mayor surge cuando esos movimientos sociales terminan adulterados por los filtros de manipuladores, i.e. populistas, que confunden a las personas, los motivan a ir más allá del like, pero los engañan para que luchen por causas que entienden en la emoción y desconocen en la profundidad estructural. Entonces, ojo con solo poner like o con dejarse llevar por los que nos manipulan en el contexto de un ‘pendejo’ like. Al final, ese “me gusta” será todo menos pendejo.