RAÚL ÁVILA FORERO

¿Qué tanto están creciendo las exportaciones en América Latina?

Después del modesto 2% visto dos años atrás en nuestro crecimiento económico regional, América Latina sigue en el intento por recuperar su economía. Sin embargo, los pasos que da a nivel comercial aún son frágiles, y no parece poner suficiente interés en ello.

Raúl Ávila Forero, Raúl Ávila Forero
4 de febrero de 2019

Si recordamos los pronósticos de hace algunos meses, diversos organismos multilaterales estimaban un crecimiento para América Latina en 2019 dentro del rango del 1,7% a un 2%. Esto en la medida en que el crecimiento económico de Brasil acelerara, la recesión en Argentina comenzara a mermar y la situación socioeconómica de Venezuela comenzara a trascender. Sin embargo, hoy día, muchos analistas ven esta proyección de crecimiento a la baja, y se cree que difícilmente llegaremos a dicho umbral.

2019 ya tiene varios indicios de fuertes incertidumbres económicas y políticas que muy posiblemente eclipsen proyecciones internas y externas, relacionadas a una recuperación regional. Incluso, pueden llegar a eclipsar cualquier intento por una recuperación comercial.

Ahora, los debates gubernamentales y privados en materia económica se centran en volver a concentrar un repunte económico que sea sostenible a mediano y largo plazo. Y uno de los problemas, yendo un poco más allá de los tabloides, es nuestra creencia de que nos podemos sostener indefinidamente de la explotación de materias primas, sin necesidad de tener otros sectores que nos permitan un progreso y una inserción de impacto en los mercados internacionales.

Un estudio sobre tendencias comerciales latinoamericanas, liderado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), estimó que el año pasado las exportaciones de América Latina tuvieron una contracción respecto al año inmediatamente anterior. En 2017 la tasa anual estimada fue de 12,2%, pero el año pasado esta tasa sólo alcanzó el 9,9%.

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El factor que contribuyó a esta desaceleración en el crecimiento de nuestras exportaciones fue una baja en los volúmenes exportados, gracias a un bajo ritmo de expansión económica en la región sudamericana y centroamericana. Se vio una mayor moderación en el desempeño exportador, a pesar de que los precios se mantuvieron en una tendencia propicia. Lamentablemente, precios bajos y volúmenes bajos nos dieron una ralentización comercial.

Infortunadamente, las importaciones fueron superiores en 2018 con una tasa aproximada del 12,3%, mientras que en 2017 el registro fue de 8,4%. Una preocupante y marcada inclinación regional, que deja a la deriva cualquier posibilidad de mejorar nuestra balanza comercial a lo largo de este año. Recordemos que gran parte de las importaciones regionales se dan en bienes finales y de consumo, y no en maquinaria, equipo o materias primas, que podrían llevar a apalancar una mayor producción fabril, agrícola y generadora de servicios con valor agregado.

Sudamérica presentó uno de los más bajos registros en crecimiento comercial, registrando un aumento en las exportaciones del 8,9% en 2018 frente al 15,1% que experimentó en 2017. China fue el país que más demandó nuestros productos mientras que las ventas intrarregionales sólo significaron un quinto adicional en el incremento total.

Ahora, se sabe que parte de la buena tendencia comercial en 2017 se dio por una recuperación considerable de los precios en varios productos básicos de exportación. Sin embargo, el año pasado se mostró una tendencia negativa en los bienes primarios de mayor relevancia, a excepción del petróleo. Infortunadamente, esto no logró impulsar los volúmenes de exportaciones.

Algunos de los productos que no tuvieron buen desempeño fueron el mineral de hierro, el cobre, el azúcar y hasta el café. Los tres primeros se vieron afectados por una baja en la demanda de países como China y Estados Unidos gracias a cambios en su política ambiental o en la implementación de nuevos aranceles para las importaciones. Por su parte, el café se vio afectado gracias al aumento de la oferta regional, liderada principalmente por Brasil.

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Nuestro país logró mantenerse dentro de la línea de tendencia de exportación, con un marcado descenso a lo largo de 2018, gracias al comportamiento de los combustibles. Sin embargo, las cifras regionales no dejan de ser impactadas por el deplorable comportamiento comercial de Venezuela.

Y aunque este no es el único mal que nos persigue, podría decirse que es una de las posibilidades más cercanas que tenemos para reinaugurar un sendero de recuperación económica en nuestra región. Es el as bajo la manga que aún no nos decidimos por poner sobre la mesa. Para ello, existen algunas iniciativas de buena viabilidad que pretenden incentivar nuestro potencial exportador y que más de un empresario aún desconoce.

Una de las más famosas en la región es el programa Empresas de Excelencia Exportadora (Programa 3E) que vincula al sector privado, al sector público, la academia y otras entidades que promueven el desarrollo industrial y comercial para impulsar modelos de negocio innovadores con alto potencial exportador. El programa tiene una duración de 6 a 12 meses con un costo total de $274.000.000 de los cuáles Procolombia asume el 80%. Hasta inicios del año pasado, el programa había beneficiado a 61 empresas colombianas.

No obstante, el impulso no debe venir sólo del empresariado. Para nadie es un secreto que exportar no es fácil y es costoso. Y sin una política productiva ya efectiva que incentive el desarrollo de nuevos modelos de negocio, y que estimule las exportaciones no minero-energéticas, seguiremos dependiendo comercialmente de materia primas, y nuestros potenciales exportadores en otros sectores seguirán quedándose en el cumplimiento de requisitos aduaneros y logísticos, hasta llegar a retirarse de su intento por temas financieros.

En diversas partes del mundo ya se sabe que es indispensable abordar el tema de la exportación de servicios para afianzar una balanza comercial positiva y sostenible (sin dejar de lado nuestro potencial por materias primas). El mundo entero sabe que sobre esto yace la competitividad comercial internacional. ¿Pero de qué sirve reconocerlo si no se traza el camino para afianzar otros sectores dentro de nuestra economía sectorial?

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