CLAUDIA VARELA

Soy millennial y qué

Las generaciones anteriores no eran tan expuestas y al final sus logros se limitaban en su gran mayoría a sus micro mundos privados y familiares.

Claudia Varela, Claudia Varela
5 de noviembre de 2017

Las nuevas generaciones definitivamente son un caso de estudio. Entender a los Z y a los millennials es todo un reto y se encuentra a veces incluso que hay más preocupación por entenderlos en el mundo corporativo que por tratar de mantener motivadas a las generaciones que realmente están hoy liderando las organizaciones (aún).

Sobre los adultos del nuevo milenio se habla muchísimo e incluso creo que tenemos ya sobreinformación; que en Latinoamérica son el 30% de la población,  que en el 2025 serán el 75% de la fuerza laboral, que el 88% está en redes sociales y por supuesto, que son multitarea y prefieren compartir que poseer.

Hay un millón de datos adicionales que ya conocemos y procesamos todos los días en las organizaciones y en la vida ya que son una fuerza de consumidores increíble. Nunca una generación había tenido tantos ojos encima. Las generaciones anteriores no eran tan expuestas y al final sus logros se limitaban en su gran mayoría a sus micromundos privados y familiares.

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Incluso hoy algunas corporaciones les dan proyectos específicos y tienen planes de retención exclusivos para ellos. Esto me parece un poco exagerado ya que de alguna manera resulta ser premiado por haber nacido en unos años que caen bien al discurso que quiere ser incluyente.

Aunque yo tengo alma (solo alma) de millennial, he descubierto que el ser adulto de este milenio también tiene sus trucos y su lado oscuro. Se vive tanto de la opinión de los demás que todo el tiempo estás en un concurso de likes sociales, de experiencias máximas, de ‘vive el momento que al final es agotador existencialmente‘.

Los millennials parecen acumuladores de todo. De sueños, de fantasías, de viajes, de experiencias y de likes. Esta mañana escuchaba a una chica de unos 32 años que decía que ella prefería hablar por whatsapp con su padre. Decía que solo lo llamaba los domingos y hablaba mucho pero que en el resto de semana era solo chat. Ella lo hace así porque eso es lo que siente y para ella está bien.

Pero no todo es color de rosa para ellos. Tampoco hacen en realidad lo que les da la gana -yo pensaba que sí-, pero en realidad no siempre sucede así. Su ritmo de vida es tan rápido, su afán acumulador de experiencias es infinito y por tanto no paran de estudiar, de viajar, de rumbear, de ir a maratones, de hacer yoga, cursos espirituales y postear fotos en sus 345 redes sociales.

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Los adultos de este milenio crecieron pensando que todo lo logran. Que pueden llegar donde quieran (lo cual teóricamente puede ser) pero al final, la vida los trata con dificultad y la tolerancia a la frustración es baja. Más cuando casi todos tienen su vida en el poder público con semejante penetración en redes.

El nivel de presión que tienen los millennials es extremo y bien diferente a lo que se tenía en el pasado. Sus reglas son diferentes y sí claro sus compromisos con el status quo han cambiado, pero al final si viven sus reglas y como la vida es aquí y ahora, no hay forma alguna de perder un segundo.

Todo lo hacen más rápido y más jóvenes. Y la expectativa de vida es mucho mayor, así que en algún momento podrían entrar en depresión por exceso de acumulación de vida.

Cada generación tiene su historia. Sus más y sus menos. Pero vemos normalmente a los millennials como un grupo de jóvenes irreverentes que viene a hacer fiestas con lo que ya hizo otra generación y no es necesariamente así.

Igual será en el 2025, cuando tendrán la mayoría de todo en sus manos. Así que mientras tanto acompañémoslos a crecer y a ser felices, que no acumulen tanto, que hay cosas que solo llenan el corazón. Ser millennial está bien, pero más allá de la generación a la que se pertenece somos seres humanos compartiendo el mismo universo. Para qué desaprovechar esta oportunidad pensando tanto. No más sobrepresión. Mejor vivir y dejar vivir, mientras haya respeto, cada uno sabrá cómo.

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