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III-.LAS LUCHAS INDIGENAS DEL CAUCA EN EL SIGLO XX

Semana
23 de octubre de 2012

 LOS DESHEREDADOS DE LA TIERRA SE LEVANTAN

 

LA CRISIS DE LA ARISTOCRACIA CAUCANA Y LA SERVIDUMBRE INDIGENA

 

Para fines del siglo XIX y principios del siglo XX ya estaban configuradas las bases de lo que serían los grandes conflictos agrarios del Cauca en el presente siglo.

 

-  Resistencia indígena a la pérdida de sus Resguardos, de sus instituciones, de su cultura.

 

-  Lucha de los campesinos negros por la constitución de una economía y un territorio propio y el rechazo al desalojo.

 

-  Conflictos entre arrendatarios y terrazgueros indígenas y negros con los hacendados por las condiciones de trabajo y la posesión de la tierra.

 

-  Conflictos entre colonos e indígenas por la usurpación de tierra del Resguardo.

 

Con la llegada de Rafael Reyes al poder se produjeron dos hechos que tuvieron una repercusión bastante negativa en las comunidades indígenas: la desmembración del Gran Cauca y la Ley 55 de 1905.

 

Con la desmembración del Gran Cauca se propinó un duro golpe a la aristocracia payanesa. No solamente perdió su presencia política a nivel nacional y regional, también sus ingresos fueron drásticamente reducidos. Popayán, de recibir tributo, pasó a ser tributaria y lo que quedó del Cauca se sumió en una crisis de la cual no se pudo volver a recuperar.

 

Con la división del Gran Cauca se perdió el 94.75% de su antiguo territorio y el 87.5% de su población. Del viejo Cauca se formaron ocho entidades territoriales, las que hoy son los departamentos de Chocó, Quindío, Valle, Cauca, Nariño, Putumayo, Vaupez y Amazonas.

 

Sin salida al mar, sin adecuadas vías de comunicación y con sus ingresos altamente disminuidos, la única alternativa económica para la aristocracia payanesa era acentuar la presión sobre la fuerza de trabajo indígena y sobre sus tierras para la ampliación de su ganadería extensiva, la que se constituyó a partir de entonces en el soporte de su economía.

 

Los hacendados aumentaron los terrajes (en la hacienda Polindara, de Josefa Pombo de Mosquera, los indígenas tenían que trabajar cuatro días a la semana como pago del terraje - derecho a la parcela) y, con el propósito de expandir sus hatos ganaderos, los indígenas fueron empujados hacia las partes altas de las cordilleras. Se había roto la alianza entre la Hacienda señorial y los Resguardos indígenas. Hasta ese momento los indígenas habían logrado enfrentar al gobierno gracias a una alianza tácita con los hacendados, que encontraban a través de la aparcería y el terraje -complementarios a la economía del Resguardo- una mano de obra abundante y prácticamente sin costo. Hasta ahora la Hacienda y el Resguardo se habían complementado.

 

Con la Ley 55 de 1905 el gobierno de Rafael Reyes inició una nueva ofensiva contra las tierras indígenas en el país. Dice su Artículo 1º:  “La Nación ratifica y confirma las declaratorias judicial y legalmente hechas de estar vacantes globos de terreno conocidos como Resguardos indígenas, así como la venta de ellos efectuados en subasta pública y reconoce como título legal de propiedad de esas tierras el adquirido por los rematadores”.

 

Con el Artículo 2º la Nación cedió a los Distritos Municipales los terrenos de Resguardo ubicados en su jurisdicción con el único condicionante de que “respetaran los derechos de los indígenas que residían en ellos y que les habían sido otorgados por leyes anteriores”.

 

Esta Ley fue sumamente lesiva contra las comunidades indígenas ya que, además de legalizar todos los atropellos que hasta la fecha se habían cometido contra los Resguardos indígenas, entregó a los municipios la potestad de expropiación sobre los Resguardos y con ella instrumentó a los gamonales locales para despojar legalmente a los indígenas. En estos años se dispuso la extinción de los Resguardos de Lame, Pancitará y San Andrés.

 

El Pueblito de La Sal fue convertido en 1907 en el municipio de Belalcázar por solicitud del prefecto de Tierradentro. Para la formación de este municipio se segregaron las tres cuartas partes del territorio de Inzá. Belalcázar fue utilizada como punta de lanza para la penetración religiosa en Tierradentro.

 

Desde la Colonia, y hasta ese momento, la iglesia católica había sido un poder extraño en la región no aceptado por los indígenas. A partir de su nueva base las misiones fueron consolidándose lentamente, afirmando medios de permanencia, captando sectores indígenas y auspiciando y promoviendo una vasta penetración de colonos. Su política fue crear o recrear espacios de dominio blanco abriendo paso a la creación forzada de poblados, apoyándose en la legislación que permitía la segregación de porciones de Resguardo con el fin de crear áreas de población. A comienzos de la violencia la iglesia era un poder consolidado en la región, eje de la presencia no indígena en la zona y principal representante de la autoridad del Estado Nacional, según lo estipulado en el Convenio de Misiones.

 

CONTINUARA: IV-.     EL MOVIMIENTO DE QUINTIN LAME