Martín Nova. Foto: Daniel Reina.

Reseña

El libro de Martín Nova, según el curador Jaime Cerón

Una reseña de 'Conversaciones con el fantasma'.

Jaime Cerón
21 de marzo de 2018

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Uno de los vacíos de la actividad artística en América Latina es el limitado conjunto de relatos que han sido escritos para contar su historia. En el caso específico de Colombia, este conjunto de relatos es aún más escaso y sobre todo la mayor parte del acervo existente ha sido escrito en las dos últimas décadas. Cuando cualquier persona se quiera acercar al arte colombiano contemporáneo, a nuestro momento, se encuentra con textos un tanto divergentes, porque han sido escritos para coyunturas particulares que no han demandado una toma de distancia que muestre un panorama más amplio en el tiempo y el espacio.

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Esta situación ha llevado a que en Colombia no se conozcan ampliamente los diferentes actores que le han dado forma al campo del arte a lo largo de los últimos 50 años.

El libro Conversaciones con el fantasma, de Martín Nova, llena en parte esos vacíos y da a conocer a los personajes, posturas, circunstancias y situaciones que conformaron el arte contemporáneo colombiano durante la segunda mitad del siglo XX. El punto de partida fue Leonel Estrada, abuelo de Nova y una figura clave no solo por sus propias obras, sino también por la gestión en la relazación de los primeros certámenes artísticos de carácter internacional: las bienales de Coltejer.

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El camino que emprendió Nova para dar forma al libro fue el de la conversación, que logra tener unos flujos de sentido que no siempre se alcanzan con otros formatos y que, además, permiten escudriñar diferentes dimensiones de los hechos. A Nova no le fue posible conversar con Leonel Estrada sobre su rol en el campo del arte, porque la idea del libro surgió después de su muerte, pero estableció que el inicio del texto tendría que coincidir con el momento en que Leonel Estrada empieza a trabajar en arte.

El libro compila 32 entrevistas con personas que desempeñaron un papel en el desarrollo del arte contemporáneo colombiano, ya sea porque dirigieron instituciones artísticas, trabajaron como críticos de arte, como curadores o como gestores de proyectos. Hay entrevistas con historiadores del arte como Germán Rubiano o Álvaro Medina; directores de museo como Gloria Zea o Claudia Hakim; curadores como Alberto Sierra, Carolina Ponce de León o José Roca; galeristas como Luis Fernando Pradilla, Jairo Valenzuela o Catalina Casas, pero solo hay cinco artistas que son Álvaro Barrios, Beatriz González, Carlos Salas, Óscar Muñoz y Miguel Ángel Rojas, que no están presentes en el libro por la obra que han realizado sino más bien por las actividades que desarrollaron en el campo artístico, que han tenido efectos más allá de ellos mismos.

Con las distintas conversaciones se van materializando eventos, obras, exposiciones, debates y contradicciones que han ido abonando al campo del arte a lo largo de los años y que le han permitido expandirse y complejizarse de la manera como lo ha hecho. La heterogeneidad de las voces reunidas son la evidencia de la sorprendente vitalidad que caracteriza el arte colombiano.

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