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Lo que siempre quisiste saber sobre viajar en guacal (Parte II)

Ya estás en el aeropuerto. Llegó el momento de demostrar al mundo –en concreto a tus papás, al humano del check-in, y a toda la gente que te observa, muerta de curiosidad, a tu alrededor- de lo que eres capaz.

Linda Guacharaca
15 de junio de 2017

Los guacales para viajar en bodega deben ser rígidos, para que no se aplasten si te ponen una maleta encima, y deben tener un cierre que impida que puedas asomar el hocico por la puerta fácilmente. A la hora de elegir tamaño: debes poder pararte y girarte en su interior.

Algunas compañías exigen que tengan piso impermeable, otras tienen requerimientos especiales en cuanto a si te pueden poner comida o agua o si te pueden dar un tranquilizante, por lo que tus papás tienen que olfatear toda la información con el mismo detenimiento que tú examinas la caneca de la basura.

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El peso indicado generalmente se corresponde con tu peso junto con el guacal. Lo ladro por si te tienen que poner a dieta antes del viaje, lo cual no le deseo a ninguno de ustedes. La idea es que entres en él por tus propias patas, ya que para eso has tenido semanas de entrenamiento

Lo mejor es que la despedida de tu familia tenga lugar antes, mucho antes, de llegar al aeropuerto. Incluso la noche anterior. ¿Para qué tanta anticipación?, te preguntarás, a punto de desmayarte por la curiosidad ¡Pues para que no sientas su ansiedad! Si tu familia es de las que suelta unas lagrimitas en el aeropuerto y te mira, dentro de la caja, con cara de profundo pesar ladrando “pobrecito, pobrecito”, estás perdido.

Si no logras fugarte al primer descuido del personal de la aerolínea y acabas corriendo desesperado entre las pistas buscando la salida, pasarás el peor viaje de tu vida. Aunque les cueste trabajo, lo mejor es que, una vez estés en el guacal, e incluso bastante tiempo antes, todo el mundo se comporte con la mayor naturalidad. Como si cruzar el océano y pasar diez horas en la barriga del avión fuera lo más normal del mundo.

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En cuanto al tranquilizante: te recomiendo que te lo dejes introducir entre las fauces solo si es un vuelo corto. Si vuelas muchas horas te despertarás en mitad del vuelo solo, en un lugar frío, oscuro y ruidoso sin saber cómo has llegado allá, y será mucho peor el remedio que la enfermedad. Por eso, el mejor tranquilizante es, como ya te ladré, es acostumbrarte al guacal.

Obviamente lo ideal es que, cuando te recojan en la zona de entrega de equipajes especiales o en la cinta de las maletas, te reciban con una loncha de jamón.

Aunque, la verdad, la alegría de verlos, es premio más que suficiente.

¡Feliz paseo en familia! ¡¡¡Auuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuu!!!