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Cuando llegó a La U, Luis Carlos Restrepo (izquierda), tenía el reto de unificar el partido y cooptar políticos de otros sectores. Hoy esa meta parece refundida. A la derecha, el senador Armando Benedetti.

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Con U se escribe DesUnión

Con la coalición oficialista en el Congreso rota, hay gresca en el partido más emblemático del uribismo, la U, lo que pone al referendo reeleccionista a un paso de ser historia.

24 de julio de 2009

Solo una semana después de que el Congreso eligiera sus mesasdirectivas, el augurio del senador Gabriel Zapata (de Alas Equipo Colombia), de que el quebrantamiento de los pactos de los partidos rompería la férrea cohesión uribista, comenzó a hacerse realidad. 

La advertencia de Zapata, sin embargo, se quedó corta. No contempló el agarrón en el que terminarían los integrantes de La U, ni la pelea con el Partido Conservador y con Cambio Radical.

El partido de la U no atina a quién culpar, pues su principal objetivo político es la reelección presidencial, para lo cual promovió el polémico referendo. Integrantes de esa colectividad, en el transcurso de una semana, se han declarado en rebeldía con la coalición del gobierno, pidieron al gobierno que echaran a Cambio Radical de la coalición -y le quitara las cuotas en cargos públicos- y pidieron las cabezas del Ministro del Interior y del Secretario General de la Presidencia, Bernardo Moreno (quienes pertenecen al Partido Conservador).

Varios integrantes de de la U, incluido el jefe del partido, Luis Carlos Restrepo, pidieron amonestaciones para el senador Armando Benedetti por considerar que fue desleal cuando intervino en el rompimiento de los acuerdos previos a la conformación de las mesas directivas del Legislativo. El hecho no deja de sorprender, pues Restrepo fue llevado por el propio Benedetti a presidir la organización.

Lo que detonó todo este rifirrafe fue que la colectividad perdió la presidencia de la Cámara que según los acuerdos anteriores, le correspondía al representante Miguel Amín. Pero llegó en  su lugar del santandereano Édgar Gómez, de Convergencia Ciudadana.  Y el gran daminificado de este cambio de poder de última hora fue el el referendo reeleccionista.

Al otro día de la elección de las mesas, que fue el pasado lunes 20 de julio, Benedetti salió a culpar al ministro del Interior Fabio Valencia Cossio. Dijo que él había matado el referendo. Para Benedetti, al ministro Valencia le faltó diligencia para evitar el rompimiento de los acuerdos y en su criterio la relación de esa cartera con el gobierno tenía “agotamiento”.

Pero Benedetti fue uno de los que movió los hilos para que el senador Javier Cáceres, de Cambio Radical, fuera elegido presidente del Congreso. Por esta razón hay quienes se preguntan a qué está jugando, pues por un lado ayudó a quebrantar los pactos de la coalición y por otro responsabiliza a integrantes del gabinete del gobierno por la nueva conformación de las mesas directivas del Legislativo.

Una crónica del diario El Tiempo cuenta cómo fue que rompieron los pactos en la coalición. En ella aparece Benedetti tras bambalinas. Según ese diario él fue uno de los que se reunión con Cáceres en un café del norte de Bogotá para llamar por teléfono a los senadores y asegurar la mayoría de la votación a favor del senador de Cambio Radical.

Pero las contradicciones en La U, no pararon ahí. Este miércoles Luis Carlos Restrepo se declaró en desobediencia Legislativa. Argumentó que el rompimiento de los acuerdos sí era un hecho grave, contrario a lo que Valencia Cossio había dicho y pidió la cabeza del Ministro.

Adicionalmente el jueves, la colectividad le pidió al gobierno que sacara a Cambio Radical de la coalición uribista. Para La U, otro de los responsables del resquebrajamiento del uribismo fue el jefe de Cambio Radical, Germán Vargas Lleras, quien es uno de los aspirantes a la Casa de Nariño. Se rumora que Vargas Lleras se ha acercado al jefe del Partido Liberal, César Gaviria, para una posible alianza.

No obstante, Restrepo estuvo todo el tiempo al tanto de lo que estaba pasando. Él recibió de primera mano la notificación de Benedetti, a través de mensajes de texto, de cómo se desarrollaba la “operación avispa” para conseguir los votos favorables para Cáceres y toda la bancada de ese Partido apoyó la decisión.

Ahora resulta que integrantes de la U, que apoyó por unanimidad a Cáceres pide sancionar a Benedetti. En algunos hay descontento porque fue uno de los que ayudó al rompimiento de los acuerdos. Otros dicen que ha filtrado información de las reuniones de la colectividad, a través de la red social Twitter y que estaría mejor con los liberales.

Benedetti respondió que le sorprendía la ingenuidad del jefe del Partido, Luis Carlos Restrepo, al pretender sancionarlo por una decisión que fue tomada por toda la bancada. "No entiendo, cómo ahora me clava el cuchillo si yo fuí quien propuse que él fuera el presidente del partido", dijo Benedetti a Semana.com.También dijo que los envidiosos son los que preferían verlo en la oposición.

Copartidarios de Benedetti aseguran que su intervención no fue determinante para la elección de Cáceres, porque Cáceres estaba haciendo lobby desde hace dos semanas y así aseguró su apoyo.

En el telón de fondo de la pelotera, la preocupación del partido es por quién tiene los puestos. Hay quienes creen que el gobierno ha tratado mejor a los conservadores y a Cambio Radical, que al partido que más ha apoyado la reelección. Y ahora que la coalición uribista tiende al rompimiento las cuotas burocráticas son importantes para fortalecer las campañas.

El senador Benedetti, ante el inminente hundimiento del referendo ha pedido que al ex ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, que regrese para que asuma de nuevo la presidencia de la colectividad. En su criterio, es el único que puede disciplinar la organización.

La pelea de La U puede derivar en el fin del partido. Hay congresistas que coquetean con otras colectividades. La unidad del Partido depende de la figura del presidente Álvaro Uribe, y sin la posibilidad de su reelección es muy probable que se atomice.

Este episodio de la política deja varias lecciones. Por ejemplo: los partidos deberían concentrarse más en armar sus programas y defenderlos para seducir al electorado, que en rendir culto a la personalidad. Cuando la unidad está forjada en torno a personas y no por la solidez de las ideas, o de las instituciones, no hay lealtad que valga.