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El cese al fuego, ¿un as que debe esperar?

Cese de hostilidades y alto el fuego. ¿Cuáles son las circunstancias y las etapas en las que se suele enmarcar estos términos en un proceso de paz?

4 de septiembre de 2012

Después de conocido el documento revelado este miércoles por RCN Radio y que enumera varios de los detalles que enmarcarían un probable proceso de paz entre el Gobierno y la guerrilla de las FARC, el debate en el país se ha centrado en las características que debería tener el cese al fuego.
 
Mientras que para algunos este requisito debe darse antes de establecer la mesa de diálogo, para otros, por el contrario, resulta imposible establecerlo desde un inicio y debe esperar al desarrollo del proceso porque es una circunstancia correspondiente al éxito de las conversaciones.
 
Aunque no existen protocolos que sean calcables a todos los conflictos y cada uno cambia según el contexto y los actores, la experiencia de otros casos sirve para diferenciar las etapas en las que suelen aplicarse los conceptos de: tregua, cese de hostilidades y alto al fuego.
 
La Fundación Ideas para la Paz, FIP, explica que en Colombia existe un vacío conceptual sobre la utilización de estos términos pues a lo largo de la historia se han utilizado de manera indistinta. “A principios de los 90 se habló primero de tregua; después durante el Caguán el concepto que se utilizaba era el del cese de hostilidades y en la etapa más reciente es que se habla de cese al fuego pero se hace sin tener en cuenta sus diferencias”, especifica Carlos Andres Prieto, investigador del area de Dinámicas del conflicto y negociaciones de paz de la FIP.
 
Diferencias entre cese al fuego y de hostilidades
“Hay que diferenciar entre cese de hostilidades y alto al fuego porque tienen dos significados y alcances distintos: el primero de ellos va dirigido contra la población civil y el segundo se distingue cuando se habla de estructuras militares y que llega por un acuerdo tácito, formal o informal, para un cese de violencia”, aclara Prieto.
 
Según el Codirector del Centro de Investigaciones y Proyectos Especiales (CIPE) de la Universidad Externado de Colombia, Frédéric Massé, muchos acuerdos de cese al fuego han terminado generando más desconfianza y acusaciones mutuas porque no se precisó suficientemente lo que se entendía por tal. “Precisar cuáles son las acciones o hostilidades que deben cesar, o sea, cuáles son en adelante los actos prohibidos y permitidos, es fundamental”, dice Massé.
 
Los ejemplos muestran que el cese de hostilidades suele darse en la fase inicial del proceso de negociación, mientras que el alto al fuego suele ser un estado que se alcance en el proceso de la negociación. “Puede entenderse como un indicador de éxito dentro de la negociación porque bajo la experiencia de las lecciones aprendidas, negociar con un cese al fuego genera un punto de tensión bastante fuerte que en cualquier momento puede fracturar el avance del proceso”, dice Prieto.
 
El caso guatemalteco
Un ejemplo de la aplicación del alto al fuego fue lo sucedido entre el Gobierno de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, URNG, quienes después de un proceso de paz que buscaba poner fin a 36 años de guerra civil, acordaron un cese al fuego en 1996.
 
El alto al fuego en el caso guatemalteco se alcanzó después de los acuerdos alcanzados sobre las bases para la incorporación de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) a la vida política del país y la desmovilización escalonada de las fuerzas. También se acordó que se entendería como cese al fuego el cese de todas las acciones insurgentes de parte de las unidades de la URNG como de las acciones de contrainsurgencia por parte del Ejército de Guatemala.
 
Desde la Fundación Nuevo Arco iris, subrayan que el cese al fuego generalmente se alcanza al final de una negociación y no al principio y señalan que en el contexto de Colombia, esta condición requeriría que los grupos guerrillero se centraran en una sola zona del país, lo que resulta improbable que suceda porque esto significaría para la guerrilla revelar sus terrenos y que se entregara militarmente. 
 
La controversia suscitada en diferentes sectores a causa de la conveniencia o no de exigir un alto al fuego como condición para iniciar los diálogos, tiene su principla razón en la desconfianza hacia el grupo guerrillero de las FARC y una declaración unilateral de este tipo serviría para tender un importante puente de confianza. Sin embargo, la experiencia internacional demuestra que este as de utilizarse en un principio, tendría menos efectividad que de hacerlo durante las conversaciones y los acuerdos de paz.