| Foto: Infografía: Carlos A. Fonseca

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¿Cómo leer las cifras del coronavirus?, un ingeniero lo explica

Las cifras oficiales del covid-19 no reflejan la realidad porque esconden un número de casos que crece exponencialmente. Un ingeniero español, egresado de la Universidad de Stanford, explica con números y gráficas cómo avanza ese crecimiento y cómo contenerlo.

15 de marzo de 2020

“El coronavirus está aquí, escondido y crece exponencialmente”. Ese es uno de los mensajes más claros de Tomás Pueyo, un ingeniero español egresado de la Universidad de Stanford y residente en San Francisco, California, donde el brote ya ha dejado 191 infectados. Desde el 24 de febrero, Pueyo comenzó a subir mensajes en Facebook sobre la pandemia. Con la ayuda de gráficas que él mismo elaboró con fuentes como las autoridades de China y revistas médicas prestigiosas, produjo modelos que muestran una realidad aterradora. Concluye que, de no actuar ahora, el coronavirus se expandirá de tal manera que los servicios de salud colapsarán y llegará en muchas partes la emergencia que experimentó Wuhan y hoy vive el norte de Italia.

El caso más importante es el de China, que pasó de tener hace un mes más de 3.500 casos en un día a solo 22. Según este ingeniero, observar esa experiencia en retrospectiva sirve para ver sus yerros y aciertos. Por eso considera que la gráfica del brote en China es una de las más importantes de su análisis. El foco de atención debe concentrarse en el momento en que los casos nuevos comienzan a ser más frecuentes. En enero 21, por ejemplo, había 100 casos nuevos oficiales diagnosticados. Eran personas que acudían a centros de salud con síntomas claros.

Pero ese mismo día cientos de casos más se producían sin que las autoridades lo advirtieran. “Hubo 1.500 casos reales en esa fecha”, dice el experto. Esto se debió a las características propias del virus, que solo genera síntomas luego de unas semanas.

En la gráfica, por lo tanto, es posible ver los casos oficiales en naranja, y la columna gris indica los reales pero invisibles para las autoridades.

Más importante aún, a los dos días, cuando en Wuhan se registraron 400 nuevos casos oficiales (en realidad eran 2.500), las autoridades tomaron la controvertida decisión de cerrar la ciudad. “Ese día la barra gris de cifras reales estaba creciendo muy rápido, en forma exponencial”, dice Pueyo. En enero 24, cuando otras 15 ciudades siguieron el ejemplo de Wuhan, el número de casos verdaderos se detuvo y “desde entonces empezó a bajar”. Mientras tanto, los números oficiales aumentaron, algo lógico, pues se trataba de personas que desarrollaron síntomas. En la gráfica se puede ver que Wuhan tardó 12 días desde la medida del encierro para que los casos oficiales disminuyeran. El país entero comenzó a tomar pautas similares y lo que sucedió fue increíble. En efecto, todas las regiones que tenían el potencial de crecer exponencialmente, como Hubei, empezaron a mostrar una curva más achatada.

Algo similar sucedió en otros países asiáticos como Japón, Taiwán, Singapur y Tailandia. Todos ellos tenían experiencia adquirida con el SARS, y por eso las curvas de sus países no son altas, sino achatadas.

En Europa y en naciones occidentales como Estados Unidos la situación es diferente. “Con los números de casos que vemos hoy en Estados Unidos, España, Francia, Irán, Alemania, Países Bajos, Dinamarca, Suecia y Suiza, Wuhan ya tenía medidas de encerramiento”.

El caso del estado de Washington, al que Pueyo se refiere como el Wuhan de Estados Unidos, por haber sido el puerto de entrada del virus a ese país, resulta interesante. Hoy tiene 140 casos (quizás más), pero en un momento dado contaba con solo tres y una muerte. Eso no quiere decir que la mortalidad fuera del 33 por ciento, sino que el virus se había multiplicado por semanas y solo tres casos habían sido diagnosticados, es decir, eran oficiales. La realidad era que “había cientos, quizás miles de casos verdaderos”.

De esa reflexión, el experto diseñó un modelo que calcula los casos no visibles a partir de las muertes. Se sabe que a un individuo le toma 17,3 días contagiarse y morir. Esto quiere decir que la persona que falleció en el estado de Washington el 29 de febrero se infectó cerca del 12 de febrero. También se conoce la tasa de mortalidad, entre 1 y 3 por ciento. Para su modelo, Pueyo tomó la cifra de 1 por ciento. Además, usó la cantidad de días requeridos para doblar los casos: 6,2. “Esto quiere decir que si no están diagnosticando todos los casos, una muerte significa 800 casos verdaderos hoy”. Según estos cálculos, con 22 muertos, la cifra actual, es posible que haya 16.000 casos verdaderos hoy en ese estado, tantos como Irán e Italia sumados.

Ninguna de estas aproximaciones es perfecta, pero el mensaje es el mismo: “No sabemos el número verdadero de casos, pero es mucho mayor que el oficial”.

El problema de que esta epidemia crezca de esta manera exponencial radica en que, de no tomar medidas drásticas, podría pasar lo que ocurrió en Hubei y que ahora se repite en Italia.

Para la OMS, la tasa de mortalidad por el nuevo coronavirus es de 3,4 por ciento. Pero hay que tomar esa cifra con precaución. En Irán es de 4,4 y en Corea del Sur de 0,6. No significa que se trate de virus diferentes, unos más letales que otros, sino, como explica el experto, de cómo miden la mortalidad. Esta tasa puede obtenerse de dividir el total de casos de infección por el de muertos, lo cual da apenas un estimado; o de dividir infecciones por casos cerrados, lo cual da un sobrestimado porque impactan más los casos de fallecimiento que los de recuperación.

Su modelo consistió en mirar cómo evolucionó China. Hoy se sabe que la mortalidad en Hubei alcanza 4,8 por ciento, mientras que en el resto del país es de alrededor de 0,9. Todo esto para afirmar que factores externos afectan la tasa de muerte. “Los países preparados van a tener una tasa de entre 0,5 y 0,9 por ciento”. Mientras tanto, los que no lo están tendrán los sistemas de salud saturados y una tasa de mortalidad de entre 3 y 5 por ciento.

Esto se debe a que un país no preparado, con más casos de infecciones y muertes, supone una presión exagerada en los servicios de salud. Según los expertos, con 100.000 personas infectadas, 20.000 requerirán de hospitalización, 5.000 de cuidados intensivos y 1.000 usarán máquinas que les ayuden a respirar.

Y si estas cifras no le dicen nada, solo basta mirar las noticias de la semana pasada sobre los hospitales italianos o recordar lo que vivió Hubei en el pico de su epidemia. “Las similitudes son escalofriantes: ambos se quejan de pacientes que inundan los hospitales, a los cuales deben atender en los pasillos o en cualquier parte”.

Su propuesta, como han hecho otros organismos, es tratar de aplanar la curva: esto quiere decir que los casos no lleguen a picos tan altos que produzcan esa presión en los hospitales, sino que haya menos enfermos que puedan atender los médicos, lo cual evitará el aumento de la tasa de mortalidad.

Para esto, los líderes y los ciudadanos deben tomar acción. Entre las propuestas está tomar distancia social, algo que se logra al encerrarse en casa. “Los casos en Wuhan bajaron porque la gente dejó de interactuar y así no expandió el virus”. Hay consenso entre los científicos de que este sobrevive hasta nueve días en las superficies, pomos de las puertas, mesas o los botones del ascensor.

Eliminar el tráfico aéreo, según los datos de China, ayuda a demorar la expansión del virus de tres a cinco días. Pero la mejor estrategia es la distancia social fuerte. Cero reniones, cerrar compañías, tiendas, medios de transporte masivo, escuelas y reforzar los aislamientos de la gente.

Cuanto más difíciles estén las cosas en un país, la distancia social será más importante. Wuhan tuvo que hacerlo e Italia tuvo que aceptarlo, porque, cuando ataca un virus de fácil contagio como el covid-19, lo mejor es no expandirlo. “Pero aún muchos no lo están haciendo”, dice el experto, cuyo informe ya tiene millones de compartidos en redes sociales.