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Vida moderna
¿Cuál es la mejor vitamina para los riñones?
Los receptores de esta vitamina tienen un efecto inmunológico.
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El mantenimiento de unos niveles adecuados de vitamina D es esencial para asegurar el correcto funcionamiento de la actividad endocrina, la cual regula el metabolismo mineral y de la actividad autocrina o pleiotrópica.
Actualmente se relaciona con diversas entidades patológicas, como la enfermedad cardiovascular, la progresión de la enfermedad renal crónica (ERC), la resistencia a la insulina o la inflamación; además, si se considera la múltiple interacción de la vitamina D con el genoma, se puede asumir que esta lista se alargará en el futuro.
Un estudio de Optiford, que recoge el estatus de vitamina D en mujeres de Europa, destaca en sus resultados los hábitos solares de la mujer adulta española, mucho más preocupada que el resto de mujeres europeas por protegerse del sol. A pesar de esto, al no diagnosticarse situaciones de raquitismo y osteomalacia, la vitamina D dejó de constituir un problema.
Actualmente, se sabe que para que se desarrollen esas situaciones patológicas los niveles circulantes de calcidiol sérico deben ser inferiores a 4 ng/mL (10nmoles/L), y existe una elevada prevalencia de hipovitaminosis D subclínica, no diagnosticada, con importantes repercusiones sobre la salud. Además, cuando se evalúan los niveles circulantes de calcidiol se observa que los países mediterráneos, privilegiados de sol, presentan menos reservas de vitamina D que los países nórdicos.
Un estudio realizado por el Hospital Central de la Defensa, Madrid, resalta que en latitudes altas son conscientes de que las fuentes solares son insuficientes y suplen sus necesidades de vitamina D con una elevada ingesta de pescados ricos en grasa y mamíferos marinos y con la adopción de políticas sanitarias de suplementación y enriquecimiento de los alimentos; por eso, muestran valores “suficientes” y similares durante todas las estaciones.
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En los últimos informes del Institute of Medicine (IOM), se resalta que la mayoría de la población americana no es deficiente en vitamina D. El problema que se plantea, es dónde situar los puntos de corte para definir la deficiencia; el IOM considera suficiente una concentración de 20 ng/mL (50 mmol/L) para el mantenimiento de la salud ósea. Sin embargo, este punto de corte está muy debatido y diversos autores concluyen que ni siquiera es suficiente para mantener los beneficios sobre la salud ósea, dejando al margen los beneficios potenciales de la vitamina D sobre otras enfermedades extra-óseas como la enfermedad cardiovascular o el cáncer.
Según la Sociedad Española de Nefrología, la enfermedad renal crónica (ERC) va en aumento y su prevalencia ha crecido un 30 % en la última década en España. Igualmente, ha crecido el número de enfermos en tratamiento renal sustitutivo (transplante) el cual ya supera los 1.350 por millón de habitantes.
Además, en los últimos años se ha observado un aumento del déficit de vitamina D en pacientes renales. Y si en una persona sana esta vitamina es clave para la salud ósea, en un enfermo renal puede empeorar el pronóstico y favorecer el deterioro renal y cardiovascular de estos pacientes, acelerando la progresión de la enfermedad.
Por esta razón, las sociedades médicas insisten en la importancia de mantener unos buenos niveles de vitamina D en los enfermos renales.
La relación entre el riñón y la vitamina D
El riñón es una pieza clave para la acción de la vitamina D:
Esta hormona, comúnmente llamada vitamina D, se consigue a través de los alimentos. Sin embargo, la mayor fuente natural de vitamina D es la que produce nuestra piel por el efecto de la radiación solar.
Al exponerse al sol la piel sintetiza colecalciferol, que se transforma en el hígado en calcifediol, por consiguiente, pasa principalmente a la acción el riñón y se forma el calcitriol o vitamina D activa.
El calcitriol es el encargado de mantener la homeostasis mineral ósea (el equilibrio entre el calcio y el fósforo) e inhibir la síntesis de hormona paratiroidea. Por lo tanto, el riñón y la vitamina D están íntimamente relacionados, al ser el principal motor de la producción de calcitriol.
Por otro lado, en personas diagnosticadas con enfermedad renal, la capacidad del riñón para sintetizar calcitriol también se ve reducida. Por eso, se ha observado en los últimos años un aumento del déficit de vitamina D en estos enfermos. Y si en una persona sana la hormona o vitamina D es de gran importancia para mantener una buena salud ósea en general, en el caso de la enfermedad renal puede empeorar seriamente el pronóstico.
Déficit de vitamina D
El déficit de vitamina D produce el riesgo a enfermedades como:
Alteraciones del metabolismo óseo y mineral
Hiperparatiroidismo.
Resistencia a la insulina.
Hipertensión arterial.
Aumento de la mortalidad de origen cardiovascular.
Para evitar ese riesgo, la Sociedad Española de Diálisis y Trasplante, recomienda a los pacientes renales mantener unos niveles de calcitriol no inferiores a 20 ng/ml en todos los estadios de la enfermedad.
En los casos de insuficiencia renal, al perder su función de controlar la secreción de la PTH de la tiroides, y el calcio y el fósforo del riñón, del intestino y de los huesos, se produce una bajada de los niveles en sangre y el organismo acelera las reservas que existen en los huesos y riñones, provocando, entre otros problemas, osteoporosis. Según María Izquierdo, del Complejo Hospitalario Universitario de Burgos, los receptores de vitamina D sirven también para crear insulina. Si se activan de forma precoz no se perderán, si se realiza de forma no selectiva no todo serán efectos beneficiosos, pero activándolos selectivamente a través de principios activos como el paricalcitol, se obtendrán los efectos deseados.
Por otro lado, es esencial mantener una buena relación médico-paciente, por esta razón, se ha creado el Observatorio Social de la Salud Cardiorenal (Osscar), para concienciar a la población de la conexión entre los riñones y el corazón. Además, el 10 % de la población sufre alguna enfermedad renal y la mayoría lo desconoce
La activación selectiva de los receptores de vitamina D tiene un efecto inmuno-modulador.