| Foto: SEMANA

SALUD

“Se avecina una nueva guerra con la industria farmacéutica”

El colombiano Germán Velásquez, una de las máximas autoridades del mundo en el área del acceso a medicamentos, habló con SEMANA sobre la peligrosa tendencia de algunos laboratorios de fijar el precio de las drogas como si fueran bienes de lujo.

16 de julio de 2019

SEMANA: Hace unos días se anunció que el medicamento Zolgensma, que ayudará a salvar las vidas de miles de bebés en el mundo que nacen con una enfermedad genética conocida como SAM, saldrá al mercado a 2.125.000 dólares por dosis, convirtiéndose así en el medicamento más caro de la historia. ¿Por qué se atrevió a denunciar esto mundialmente?

Germán Velásquez: Detrás de la ‘receta’ del Zolgensma se esconde la nueva estrategia que una parte de la industria farmacéutica está poniendo en marcha, no para curar vidas, sino para obtener el máximo beneficio económico posible. Novartis no definió el precio con base en lo que invirtió para encontrar el producto, desarrollarlo y sumar unas utilidades razonables, tal como se hace en el sector, sino que creó un nuevo concepto, el del ‘valor’, preguntándose cuál es el precio más alto que pueden cobrar. Es evidente que solo lo podrán adquirir muy pocos ricos, aseguradoras y sistemas de salud.

SEMANA: ¿Qué buscan con esto?
G.V.: Parece que el objetivo no es curar, sino hacer dinero. De ahí los cálculos que dicen que Novartis obtendrá 2.400 millones de dólares por año. Por eso debe denunciarse que las farmacéuticas están entrando en un negocio especulativo, en el que están repitiendo la misma lógica de la industria del lujo: venderles productos exclusivos a los pocos que pueden pagar por la vida de sus bebés.

Le puede interesar: ¿Cuánto costará el medicamento más caro de la humanidad?

SEMANA: ¿Estamos entrando en una era de medicamentos personalizados y para enfermedades que antes eran incurables, pero que solo el dinero puede comprar?
G.V.: Eso de los medicamentos personalizados son malabares comerciales de la industria. Ninguna persona seria puede aceptar que se van a producir medicamentos distintos para cada uno de los habitantes del planeta; eso aún es una utopía. Lo que queda claro con el Zolgensma y otros medicamentos de altísimo valor que están en el mercado o por salir, es que la agenda del sector famacéutico apunta hacia el mercado comercial y especulativo por encima de la investigación para solucionar las causas de la enfermedad y/o la muerte.

SEMANA: ¿Cómo se puede demostrar?
G.V.: Muchas de las investigaciones que está adelantando la industria farmacéutica están centradas en enfermedades huérfanas, raras o que tienen un alto impacto en la salud y las vidas de las personas, especialmente de los países más ricos del mundo. Mientras tanto, el campo de las enfermedades que afectan a millones y millones de personas en el planeta, como la malaria, la fiebre amarilla, el chikunguña, el dengue, el pito o la leishmaniasis no interesa. ¿Por qué? Porque se sale del negocio especulativo en el que el sector se ha convertido.

SEMANA: ¿Qué otros medicamentos ‘millonarios’ están en el mercado o a punto de salir?
G.V.: En el “pipeline” hay varios medicamentos biológicos de alto costo, como el de la firma norteamericana Sarenta Therapeutics para la distrofia muscular de Duchenne, un trastorno genético que afecta a todos los músculos del cuerpo. Dicen que saldría al mercado por 2 millones y medio de dólares. Además, en los últimos meses han sido aprobadas dos nuevas terapias oncológicas en Estados Unidos, basadas en la modificación genética de los propios linfocitos del paciente con los que se consigue destruir específicamente las células tumorales. Los tratamientos cuestan entre 300.000 y 400.000 dólares. Aquí, más allá del precio, sería bueno preguntarse si se pueden patentar como un invento las propias células del paciente.

Puede leer: MinSalud fija precio tope de 50 medicamentos

SEMANA: ¿Qué otros ejemplos, de menor cuantía pero cuestionables, conoce?
G.V.: El del Sofosbuvir, un medicamento para la Hepatitis C, creado por la firma estadounidense Gilead, la misma que vendió el Tamiflu contra la supuesta gripe aviar. Gilead fijó el precio de un tratamiento de 12 semanas en 84.000 dólares, cuando los costos de producción son de apenas 100 dólares.

SEMANA: ¿Cuál es el problema de fondo y la amenaza para los países en vías de desarrollo como Colombia?
G.V.: El peligro es el modelo que la industria farmacéutica está tratando de imponer, ante el que los países y la Organización Mundial de la Salud (OMS) están siendo miopes. La industria biológica está tratando de argumentar que el precio de un medicamento debe estar basado en el ‘valor‘ y no en los costos de producción, investigación y desarrollo. Esta es una filosofía demasiado peligrosa, porque cómo se define cuál es el ‘valor‘ de una vida. Además, ¿a qué otra industria se le permite fijar los precios en función de su beneficio? Esto abre las puertas a una especulación sin límites.

SEMANA: ¿Estos nuevos medicamentos marcarán definitivamente la brecha de acceso a los medicamentos entre países ricos y pobres?
G.V.: Yo sería más optimista. Espero que como el problema afecta gravemente a los países industrializados, en donde están centradas las grandes expectativas económicas de las empresas, la situación mejore pronto. Muchas naciones de Europa Occidental no van a permitir que se muera gente porque hay una industria que quiere especular con los costos solo para hacer dinero. Creo que se avecina una nueva batalla con la industria farmacéutica.

Le recomendamos: Aprueban el único medicamento contra la depresión posparto

SEMANA: ¿Qué salida le queda a los habitantes de países en vías de desarrollo para acceder a este tipo de medicamentos o tratamientos?
G.V.: Países como Colombia deben rechazar, de forma categórica, dar patentes y autorizaciones para poner en el mercado medicamentos con precios fijados con base en el ‘valor‘. Hace unos meses, en la pasada Asamblea Mundial de la Salud, se intentó de forma fallida promover una resolución para reclamar la transparencia en los costos de I+D en los productos farmacéuticos. De los 193 miembros de la OMS, solo Alemania, Inglaterra, Francia, Suiza y Estados Unidos se negaron rotundamente. Veremos hasta cuándo solo cinco países se opondrán a la transparencia.

SEMANA: Antes existían licencias obligatorias para producir medicamentos exclusivos en casos de emergencia o necesidades de salud pública. En el caso de estos medicamentos biotecnológicos, ¿eso es posible?
G.V.: Sí, es perfectamente posible, así la gran industria se oponga, manifestando que al ser productos de origen biológico, no pueden hacer copias idénticas. Lo que debe quedar claro es que muchos países, ONG y expertos no estamos interesados en copias idénticas, sino en copias con una equivalencia terapéutica similar. Es por eso que hay que promover los medicamentos biosimilares o biogenéricos, como lo hizo el anterior gobierno de Colombia.