Más del 80 por ciento de las personas en el mundo experimentará en algún momento un malestar en la espalda. | Foto: Ingimage

SALUD

Los mitos del dolor lumbar

Los orígenes de un malestar en la espalda pueden ser tan diversos como los remedios para curarlos. Un experto explica cuál es la mejor manera de tratarlos.

25 de julio de 2017

Un dolor de espalda puede aparecer por cualquier razón o en cualquier momento. Este padecimiento es común y sencillo de controlar en la mayoría de los casos, sin embargo, si no se trata de manera adecuada el sufrimiento puede empeorar. La espalda comprende tres zonas: la cervical, la dorsal y la lumbar. Se calcula que una de cada cinco personas presenta dolor prolongado, de al menos tres meses, en la zona más baja del dorso.

Los dolores lumbares tienen causas físicas, como la postura o el sobrepeso y emocionales, como el estrés. “En el 80 por ciento no hay diagnóstico claro o causa específica para poder determinar el dolor. El otro 20 por ciento puede ser causado por factores mecánicos, una hernia lumbar, una discopatía o una inflamación”, explica el fisioterapéuta y kinesiólogo Marco Antonio Morales, director del programa de Fisioterapia de la Universidad de San Buenaventura. El especialista, también habló con Semana.com sobre las cinco principales creencias sobre el dolor en la parte baja de la espalda.

Recomendamos: Cinco consejos sencillos para aliviar el dolor de espalda

El dolor lumbar es señal de algo grave: Más del 80 por ciento de las personas en el mundo experimentará en algún momento un malestar en la espalda. “No debe ser visto como resultado del envejecimiento o "desgaste". Las personas se recuperan razonablemente rápido, y muchos lo hacen sin necesidad de tratamiento”, dice Morales. Este dolor preocupa de más y muchos pacientes incluso recurren a exploraciones imagenológicas, como radiografías o tomografías, con el ánimo de encontrar un daño sin necesidad. “La investigación científica muestra que los exámenes imagenológicos sólo son necesarios cuando se sospecha una enfermedad grave como cáncer, fisuras, fracturas o infección). Afortunadamente, estas condiciones representan cerca del 1% de todo el dolor lumbar”, complementa el experto. En la mayoría de los casos, para determinar la causa de un malestar en la espalda, solo se requiere de exámenes físicos durante la consulta y el análisis de la historia clínica del paciente.

  • La columna es una zona vulnerable a daños: En realidad, no es tan frágil como se cree, pues la columna tiene mecanismos específicos que la protegen. “Esta teoría puede crear mucho miedo entre los pacientes y complica innecesariamente el tratamiento del dolor lumbar”, afirma Morales. Esto hace que, por ejemplo, las personas dejen de ejercitarse por temor a propiciar un daño o dolor, cuando de hecho la actividad física es uno de los tratamientos más efectivos para controlar estas dolencias. La espalda está diseñada para moverse y adaptarse a diferentes actividades. “La única clave para que no sienta dolor es practicar y dejar que el cuerpo se acostumbre a las diferentes cargas del peso, se adapte y esté acondicionado para el movimiento”, dice Morales. El experto asegura que es poco probable que situaciones como la desviación de los discos se puedan corregir a través de tratamientos como la manipulación. “Muchos pacientes experimentan alivio a corto plazo después de estos tratamientos, cualquier beneficio se debe a cambios en el sistema nervioso y a la relajación muscular, no debido al realineamiento de discos y articulaciones”, agrega.

Puede leer: Para el dolor de espalda haga ejercicio

  • El dolor lumbar significa una lesión en la columna: “Aunque algunos dolores lumbares pueden estar relacionados con un evento repentino, repetido o de carga pesada, el interruptor puede ser activado por muchos otros factores”, asegura Morales. Las estructuras espinales pueden estar sensibilizadas debido a otras circunstancias como la posición de dormir o encontrar su origen en causas físicas, los movimientos de la espalda, el sobrepeso, el agotamiento y aspectos psicológicos como la depresión, el estrés o el mismo miedo a moverse por creer que se está causando un daño. Lo importante, dice el experto, es que “ser consciente de los diferentes factores puede darle una mejor comprensión de lo que está sintiendo y así bajar el interruptor de volumen para el dolor lumbar”.
  • La cirugía es la mejor opción para quitar el dolor: Muchas personas se apresuran con la opción quirúrgica cuando no es necesaria. En ocasiones muy específicas se requiere la cirugía, pero en la mayoría de los casos las molestias se pueden controlar con actividad física. “Lo importante es que sea prescrito por un profesional y que el paciente se sienta satisfecho con la actividad que está haciendo”, dice Morales y agrega que “la cantidad de ejercicio que se hace es mucho más importante que el tipo de ejercicio. Se sugiere que sea de mínimo 30 minutos por día”. Caminar, correr, andar en bicicleta, nadar, yoga y pilates son los ejercicios más recomendados. Por otra parte, Morales hace énfasis en que el uso de medicamentos fuertes no tiene beneficios para el dolor de la espalda. “La investigación científica ha demostrado que los analgésicos fuertes como los que contienen opioides no proporcionan mayor alivio del dolor sobre opciones más simples, y en realidad tienen un mayor potencial de daño”, asegura.

Sugerimos: Cómo identificar el dolor de espalda inflamatorio

  • El dolor lumbar no puede curarse: “Es común que se diga a las personas que no pueden cambiar su dolor y que tienen que aprender a convivir con él. La evidencia no prueba esto. La espalda también puede recuperarse”, afirma el experto. Para lograrlo, la clave es concientizarse de que no existen curas milagrosas, pues la recuperación requiere tiempo y mucho esfuerzo para cambiar esos estilos de vida que no están favoreciendo a la salud lumbar. Además, es importante que “los pacientes reciban una educación basada en la neurofisiología de su dolor, para reconceptualizar eso que están sintiendo a nivel cerebral”, dice Morales y atacar esos factores adicionales a los físicos que pueden estar influyendo en el dolor.