OTOÑO Y PRIMAVERA

Los matrimonios de hombres divorciados y maduros con mujeres jóvenes no son tan frágiles como los pintan.

4 de julio de 1994

ES CASI UNA REGLA GENERAL: LOS hombres que contraen un segundo matrimonio lo hacen con mujeres mucho más jóvenes. Al parecer en la era del divorcio la fórmula 40-20 se ha impuesto. Ya no se trata solamente de las publicitadas uniones de la farándula internacional, en las que los casos son tan frecuentes que resulta difícil registrarlos y que abarcan desde Charles Chaplin, quien duró 34 años felizmente casado con Oona O'Neill, su cuarta esposa (cuando se casaron ella tenía 18 años y él 54), hasta Woody Allen, quien protagonizó el mayor escándalo de su vida al confesar su amor por Soon-Yi, su hija adoptiva de 20 años. Tampoco de las jóvenes musas escaparon otoñales escritores como Jorge Luis Borges, Rafael Alberti, Alberto Moravia y Camilo José Cela, quienes encontraron la inspiración en mujeres a las que llevaban -o llevan- entre 40 Y 45 años.
El hecho es que las estadísticas muestran que las tasas de matrimonios entre hombres maduros y mujeres jóvenes han aumentado significativamente en las dos últimas décadas. Aquellos hombres que en su primer matrimonio escogieron a mujeres 2 ó 5 años menores, en el segundo eligen jóvenes a las que les llevan 15,20 ó 30 años. Y cada día la brecha generacional de los segundos matrimonios es mucho más amplia.
En general, las uniones entre personas de distintas generaciones han sido tradicionalmente vistas con cierto recelo. Para muchos, la diferencia de edad aparece como una sombra de incompatibilidad y una fuente de problemas. Más allá del famoso "demonio del medio día ", según el cual los hombres de mediana edad buscan la juventud en brazos de mujeres que podrían ser sus hijas, estas uniones han sido analizadas con lupa por la escritora estadounidense Victoria Secunda, autora de varias obras sobre relaciones familiares, quien en su libro Do all men want Lolita? derriba muchos de los mitos que rodean a estas uniones, los cuales señalan que más que un esposo esas jóvenes buscan a un padre, y que, más que una esposa, lo que ellos quieren es un símbolo de juventud a su lado. ¿Funcionan estas parejas de otoño con primavera? Eso lo quiso averiguar la escritora al entrevistar a docenas de mujeres entre los 15 y los 3O años más jóvenes que sus esposos y a sus maduros maridos.

MITO 1
EL PRINCIPAL ATRACTIVO PARA ELLOS ES EL SEXO
Todos los hombres entrevistados confesaron que si bien inicialmente hubo un atractivo sexual, esto no fue lo que los mantuvo en la relación. La gran mayoría señaló que lo que más los motivó fue el deseo de tener otra oportunidad en la vida: hacer las cosas mejor la segunda vez. Erik, de 54 años, casado con una mujer de 34, dijo: "Cuando era joven, mis glándulas tomaban mis decisiones y el I. Q. de una mujer no me parecía importante. Ahora tengo un ideal de mujer que no es igual al de mis 30 años y valoro la posibilidad de tener una genuina relación. Eso va mucho más allá del sexo".
La mitad de los hombres se refirió a una segunda oportunidad, no sólo en el amor y en el sexo, sino también en la paternidad. Norman, de 57 años, casado con una mujer de 32, afirmó: "Los hijos son la verdadera inmortalidad. Eso es algo que yo no pensaba en mis 20 cuando mis hijos raras veces me veian porque yo estaba dedicado a construir mi carrera. Hoy tengo el dinero suficiente para disponer del tiempo necesario para ser un mejor padre".

MITO 2
UNA MUJER JOVEN ES SINONIMO DE FERTILIDAD
Según los sociólogos, a la hora de buscar pareja los hombres de todas las culturas -cosmopolitas o tribales- eligen mujeres jóvenes. La razón es que la juventud es sinónino de fertilidad y una mujer joven desencadena en el hombre un inconsciente deseo de procrear.
La verdad es que la escritora encontró que los hombres maduros que se enamoran de mujeres menores no necesariamente están pensando en tener hijos. Muchos ya los han tenido en su primer matrimonio y se muestran reacios a procrear de nuevo. Algunos, incluso, insisten en firmar acuerdos prenupciales en los cuales sus jóvenes novias se comprometen a evitar un embarazo.

MITO 3
ELLAS VAN EN BUSCA DE SEGURIDAD
Tradicionalmente se ha señalado que cuando una mujer se enamora de un hombre mayor es porque va en busca de seguridad y protección. Y no son pocos los sicólogos que sostienen que más que un marido están buscando un padre. Sin embargo, señala la escritora, la figura paterna fue la última cosa que pasó por la mente de las mujeres entrevistadas. Todas fueron insistentes en señalar el atractivo sexual de los hombres maduros. Significativamente la mayoría de las entrevistadas encontraban sexualmente inseguros a los hombres de su edad. Kate, una joven de 28 años, casada con un hombre de 45, señaló: "Un hombre mayor, que ha tenido numerosas relaciones con mujeres, conoce mejor las múltiples facetas de la sexualidad femenina y por eso es mucho más generoso en la cama que un hombre joven".

MITO 4
UN HOMBRE MADURO ES SINONIMO DE ESTABILIDAD ECONOMICA
Para muchos el gran atractivo de los hombres maduros a los ojos de las jóvenes es la estabilidad económica. Pero la autora encontró que muy pocos de los canosos esposos que entrevistó estaban en el pináculo profesional cuando conocieron a sus jóvenes esposas. En lugar de eso la mayoría estaban abrumados por el sostenimiento económico de sus ex esposas y de sus hijos y los problemas financieron de sus empresas. Nosotros empezamos de la nada -dice Linda, una mujer de 34 años, casada hace cinco con un hombre de 54-. Todo lo que tenemos lo hemos hecho juntos, como socios de negocios y como esposos".

MITO 5
ESTAS UNIONES ESTAN DESTINADAS AL FRACASO
Aunque las ratas de divorcio en los segundos matrimonios se estiman en un 60 por ciento y numerosos estudios sugieren que una gran diferencia de edades hace a los matrimonios más vulnerables, la mayoría de las parejas que la escritora entrevistó aseguraron que, aunque no había sido fácil, creían haber logrado sacar adelante su relación.
Ellos se mostraban más dispuestos a trabajar por esta segunda unión más de lo que lo habían hecho en la primera. Y ambos afirmaban haber pagado un alto precio por mantenerla. Karen, de 30 años, casada con un hombre de 52, dijo: " Una esposa menor tiene que hacer un compromiso más grande de lo que la gente piensa. No solo es socialmente vista como una fulana, sino que no puede hablar acerca de sus problemas de pareja con la familia porque ésta se opuso al matrimonio".
Del lado de los hombres el precio también es alto. La mayoría, dado que sus ex esposas eran quienes conducían su vida social, afirmaron haber perdido su círculo de amigos. Nick, de 63 años, afirmó: "Yo estuve solo después del divorcio, pero ellos piensan que yo destruí mi matrimonio. Igualmente mis hijos sienten que los he reemplazado por una mujer joven. Pero nada de eso es cierto".
Lo cierto es que en tanto las mujeres separadas mayores de 40 años parecen condenadas a la soltería, sus ex esposos encuentran muy pronto una mujer joven con quien rehacer su vida. Esto explicaría por qué mientras el mundo parece inundado de mujeres separadas, los hombres divorciados, apenas salen del juzgado, parecen extinguirse.
El éxito del libro radica en la incidencia de matrimonios de hombres mayores que sus esposas, la cual podría equipararse con la de aquellas épocas en las que la regla imponía la unión de frágiles adolescentes con maduros maridos que las protegían y las formaban a su imagen y semejanza.
La pregunta es: ¿están los hombres buscando, como en el pasado, ejercer un papel de dominio sobre sus esposas? Aunque esta es la opinión de las nuevas feministas, como Naomi Wolf, la escritora sostiene que, más que razones machistas, en este tipo de relación existe un intercambio de vitalidad por experiencia que puede garantizar un enriquecimiento para ambos miembros de la pareja y que parece alejado de los mitos populares.-