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¿Por qué el estrés puede ser peor que el colesterol?

Un nuevo estudio reveló que este factor, casi nunca tenido en cuenta, podría ser más perjudicial que el nivel de lípidos y la hipertensión.

8 de enero de 2022

Cuando se trata de cuidar el corazón de un infarto, la mayoría piensa en bajar los niveles de lípidos en la sangre, evitar la obesidad, hacer ejercicio y controlar la hipertensión. Pero, según un estudio reciente, el estrés crónico mental podría ser tan importante, o incluso más para la salud de este órgano, como todos esos factores de riesgo ya conocidos. Así lo demuestra un trabajo publicado en la revista JAMA a finales de 2021, el cual, básicamente, señala que, en personas con corazones no muy saludables pero controlados y estables, el estrés podría precipitar un infarto y otros eventos cardiovasculares, como un derrame. El hallazgo confirma lo que otros estudios han encontrado: el estrés también afectaría a corazones sanos.

El estrés psicológico viene en dos empaques. Está la forma aguda que sucede con eventos como la pérdida de un trabajo o la muerte de un ser querido o experimentar un desastre natural. El otro es el crónico y se da cuando la persona vive con ansiedad, depresión, sin empleo en un barrio inseguro.

El trabajo de JAMA fue realizado entre 918 pacientes a fin de ver cómo impactaba el estrés a sus corazones diagnosticados con enfermedad coronaria. Les hicieron pruebas de estrés mental y físico para ver si desarrollaban isquemia de miocardio, la reducción significativa de flujo de sangre al músculo cardiaco. Luego siguieron a estos pacientes por un lapso de entre cuatro y nueve años.

Entre los que tuvieron isquemia, el estrés mental registró un impacto mayor que el físico, por lo que estas personas tuvieron más probabilidad de sufrir un infarto o de morir por enfermedad coronaria años después.

Ese hallazgo es similar al de otro estudio hecho anteriormente con más de 24.000 pacientes de 52 países. En esa oportunidad, los científicos encontraron que quienes tuvieron estrés psicológico un año antes del análisis presentaron más del doble de riesgo de sufrir un ataque al corazón en los cinco años siguientes, aun cuando controlaron otros factores de riesgo.

Más preocupante aún es que el estrés psicológico puede afectar a los corazones sanos. Un estudio efectuado en los países escandinavos halló que aquellos padres que han sufrido la muerte de un hijo tienen tres veces más riesgo de un infarto que los demás. Esta evidencia que hoy se suma indicaría que el estrés psicológico o mental es un factor de riesgo independiente, igual o tan importante como el colesterol y la hipertensión, y que la medicina moderna se ha hecho la de la vista gorda con respecto a esta amenaza para la salud coronaria.

El estrés es malo para el corazón, pues desencadena una serie de hormonas que con el tiempo incrementan la producción de grasa, la presión arterial y favorecen la resistencia a la insulina. A la vez, estas reacciones causan inflamación, un proceso que promueve la formación de coágulos en la sangre e impide a las arterias funcionar eficientemente. Esto lleva a la aterosclerosis, la enfermedad de base que genera el riesgo de infartos y derrames.

La buena noticia es que el estrés se puede controlar, así como los otros factores de riesgo. Una de las soluciones más eficientes es hacer ejercicio, pues está confirmado que la actividad física ayuda al control del estrés. Otra manera es asegurarse de tener una buena sesión de sueño en la noche, ya que no dormir promueve el estrés. Por último, está la meditación, las terapias de respiración que tienen efectos calmantes, el yoga y el taichí. También es posible solucionar este problema en el botiquín, con antidepresivos para la ansiedad y las estatinas que controlan el colesterol y la inflamación.

Pero el mensaje más importante es que cada individuo debe tener en cuenta que el estrés afecta el corazón. Controlarlo es importante para que siga latiendo.