SEXO DE JUGUETE

Sicólogos y padres de familia se trenzan en polémica en torno a muñecos con órganos genitales

2 de marzo de 1987

Ante la mirada horrorizada de numerosas mamás, los niños toman cada vez con más naturalidad la aparición de muñecos que tienen determinado su sexo y provistos de sus respectivos genitales y, para que los límites entre la realidad y la fantasía infantil vayan desapareciendo paulatinamente, se conoce ya en numerosos países, incluyendo Colombia, la muñeca embarazada que mediante un simple mecanismo permite ver la ubicación del supuesto bebé.
Esta preocupación de las madres ante los presuntos traumas síquicos y sexuales que esta clase de muñecos pueda provocar en sus hijos, ha sido objeto de un seminario en Barcelona, durante el cual asociaciones de padres de familia, médicos, educadores y sicólogos han analizado un tema que durante todos estos años estaba ahí, observado de lejos con sorpresa y preocupación y el cual, según los expertos, no causa el mayor conflicto en los menores. Al contrario. Descubrir que su muñeco favorito ostenta un órgano sexual idéntico al suyo, le causa tranquilidad y mira el juego como una simple prolongación de sus necesidades corporales que a esa edad no puede identificar del todo.
Cuando un niño pide un muñeco, los adultos generalmente compran los que corresponden a su propia visión de la ternura y el entretenimiento. Por eso los más populares son los osos de peluche, las muñecas de trapo y los payasos que hacen contorsiones. A un padre jamás se le ocurriría comprarle al hijo pequeño un muñeco provisto de órganos sexuales, preocupado por los efectos que puedan presentarse. Se olvida que a temprana edad, como sostiene un médico español, un muñeco con sexo no tiene carga erótica o pornográfica. Según los expertos, lo verdaderamente pornográfico es regalarle un juguete bélico y en cambio, un muñeco que sea una réplica perfecta del cuerpo humano, cumple funciones didácticas: "El reconocimiento de la sexualidad aparece en el niño desde cuando nace, aunque las madres no quieran admitirlo. Por eso es importante que los padres no repriman a los niños cuando los encuentren explorando sus genitales. Nada de lo sexual debería ser tabú para un niño, porque lo que se oculta crea falsos temores, crea falsos conceptos. La realidad siempre es menos traumatizante que las fantasías".
Un muñeco llamado "Gu-Gu", fabricado simultáneamente en varios países europeos y fácil de conseguir en tiendas de países latinoamericanos, hace carantoñas, muecas, mueve los labios, bosteza y tiene un inconfundible órgano sexual masculino en escala reducida. En medio de protestas de madres alarmadas, numerosos sicólogos sostienen que éste es un paso significativo en la lucha por darle a los muñecos una mayor identificación sexual. El muñeco, como una víctima inocente, fue uno de los objetos de discusión durante el citado seminario en Barcelona. Uno de los mayores industriales norteamericanos de muñecos con aspecto de bebé, ha terciado en esta polémica informando que la matriz de fabricación y su proceso de acabado son iguales para machos y hembras, y sólo en el momento de vestirlos se los identifica sexualmente. Según algunos estudios de mercadeo, los niños no parecen valorar esos esfuerzos y la inquietud de las madres por el mensaje sexual de algunos muñecos tiene que ver más con el propio conflicto adulto que con la percepción del niño. Una pedagoga colombiana, Matilde Sáenz, consultada sobre esta situación, le restó importancia a la controversia y dijo simplemente que "los niños no hacen una diferenciación hombre-mujer en los juguetes y cuando lo hacen es porque los padres les imponen tales criterios".
Por supuesto, aclara la sicóloga Esperanza Vargas, a partir de los cinco años hacen una identificación de las cosas para niños y las cosas para niñas, y les molesta que esos límites sean transgredidos, porque el papel de la madre y el padre los tienen muy marcados y esos roles no son intercambiables. Citando experiencias personales, la misma sicóloga relata cómo a partir de los 7 u 8 años la diferenciación es notable y los niños usan la frase "cosa de niñas" como sinónimo de algo tonto, que provoca su rechazo. Sin embargo, otro sicólogo observa que esa diferenciación hombre-mujer no es algo propio del niño: "De hecho, esa diferenciación es cultural, se la imponen los padres, el colegio, la sociedad. Los niños no tienen problemas en jugar con muñecas y las niñas con camiones y soldados hasta cuando los adultos les dicen que eso está mal y les imponen límites arbitrarios. Esto se solidifica con el comienzo de la vida escolar. Es una de las evidencias del grado de ignorancia y prejuicio que aún padece nuestra sociedad en materia sexual
En medio de esta oleada erótica de los muñecos, está el fenómeno de la "Barbies" y sus compañeros de aventuras y bailes y cenas, un auténtico fenómeno en ventas en todo el mundo ¿Por qué? Porque las niñas miran el esa muñeca delgada, con mucha ropa, con cabellos sedosos que puede ser peinados ante espejos y tocadores y muebles confeccionados especialmente, una proyección de lo que ellas mismas quisieran ser.
Creada hace 28 años en Estados Unidos, se vende en todos los países con algunas modificaciones locales. Curiosamente las niñas no se contentan con una sola "Barbie", suelen tener un promedio de tres y cuatro, compran la revista mensual, le coleccionan ropa, zapatos y objetos personales, le compran automóviles y aviones y además adquieren el novio, Ken y sus amigos Diva, Derek, Shera, Bow, Nancy y Lucas con los cuales se organizan auténticas fiestas y excursiones. Curiosamente el encantamiento de las niñas con la "Barbie" no coincide con la reacción de las madres, quienes se sienten mortificadas ante esa prueba de la mujer-objeto en la mente de los fabricantes.
Es que la "Barbie" es un modelo de la mujer mediocre, arribista, interesada en estar siempre bien arreglada y atractiva, siempre maquillada y conquistando hombres. Eso es lo que le gusta a las niñas. Además tiene su anatomía muy definida, con senos que no tienen pezones y caderas atractivas. Sometidas a un proceso cotidiano de vestirse y desvestirse, estas muñecas, según algunos educadores, sin preocupación de genitales explícitos, es una buena manera para que las niñas sepan cómo serán cuando crezcan.
En resumen, muchos educadores y sicólogos no le encuentran razón a la alarma de los padres ante la aparición de genitales en los muñecos. Si los niños no se asombran ni inquietan porque lo ven como algo natural, ¿para qué darle más misterio a lo que no lo tiene?
Mientras reacciones y debates se celebran en otras partes del mundo, en Colombia la aceptación de los muñecos con órganos sexuales visibles, ha sido más tranquila como lo confirmaron a SEMANA algunos de sus fabricantes. Desde hace más de ocho años se fabrican y distribuyen muñecos con nombres como "Pipilín", "Recién nacido", "Lucía" y "Claudia", en los cuales los genitales están explícitos. Al menos públicamente ninguna madre ha protestado y los niños cada Navidad esperan aumentar su colección sin complicarse con teorías sicológicas ni médicas.