ECOLOGÍA

Un mundo de desastres

Océanos contaminados, bosques que desaparecen y miles de especies en vía de extinción son algunos de los costos de las catástrofes ecológicas provocadas por el hombre.

23 de junio de 2007

De tanto repetirse, las imágenes de aves moribundas cubiertas de petróleo, de ríos desbordados y de selvas arrasadas pueden ser vistas como clichés usados por agitadores que quieren vender la idea de que el fin del mundo está cerca. Incluso, se suelen asociar con los bíblicos jinetes del Apocalipsis. ¿Exageración? Es posible, pero también es cierto que desde el siglo pasado se dio inicio a una época de consumismo desaforado y crecimiento demográfico sin control, en la que la naturaleza lleva la peor parte.

En un mundo superpoblado e industrializado satisfacer necesidades alimenticias, energéticas y empresariales cada vez resulta más difícil. Proyectos hidroeléctricos de gran envergadura, la construcción de plantas nucleares y la explotación de mar y tierra nunca tienen en cuenta que los recursos naturales tarde o temprano se agotan. Políticos y empresarios se escudan en el desarrollo, mientras las catástrofes se multiplican. SEMANA presenta un panorama con los proyectos y desastres provocados por el hombre que más comprometen al medio ambiente.
 
Calor mortal

El mayor problema ecológico que enfrenta la humanidad por estos días es sin duda el calentamiento global. Este año, un panel de la ONU conformado por 2.500 científicos presentó evidencia que demuestra que el hombre es el principal responsable del aumento de los gases que provocan efecto invernadero y, por ende, del calentamiento global. Entre las consecuencias de este fenómeno se cuentan el retroceso de los glaciares, el aumento del nivel de los mares, el blanqueamiento de los arrecifes de coral, el derretimiento de los polos y las cumbres nevadas de todo el mundo, por decir unos pocos. El cambio en el clima, que se ha hecho evidente sobre todo desde 1950, ha provocado olas de calor más fuertes, inviernos prolongados e incluso tornados y huracanes en todas las latitudes. De no tomarse medidas para reducir emisiones de CO2, a la vuelta de 100 años la tierra se convertirá en un lugar inhabitable, no sólo para plantas y animales, sino también para el hombre.

La represa más polémica

La impresionante vista que ofrecen los 2.300 metros de largo y los 186 de alto del muro principal de la presa de Las Tres Gargantas, sobre el río Yangtzé, en China, no oculta el gran desastre medio ambiental que se esconde detrás del proyecto hidráulico más grande del mundo. A pesar de que la presa solucionará la mayor parte de los problemas energéticos del superpoblado país y prevendrá las inundaciones causadas por el tercer río más grande de la Tierra, sus detractores están preocupados por los daños colaterales. Más de un millón de personas tuvieron que ser reubicadas. Muchas especies terrestres de fauna y flora desaparecieron, y las acuáticas también sufrirán, debido a que los niveles de oxígeno en el agua variarán con la vegetación sumergida. Según las organizaciones ecologistas, la obra ya ha afectado a varios animales, entre ellos algunos en vía de extinción, como el esturión y el delfín blanco. Las aguas represadas acumularán gran cantidad de sedimentos y la calidad del agua se deteriorará, por lo que se teme que se convierta en una gigantesca alcantarilla.

Directo al pulmón

Los siete millones de kilómetros cuadrados de selva amazónica están en grave riesgo. La ganadería y la agricultura han provocado una deforestación que acaba con cientos de miles de hectáreas de bosques al año. Los ecologistas acusan a los gobiernos de entregarles la selva a las multinacionales para que exploten la madera e incluso material genético que las farmacéuticas aprovechan para sus patentes. El río Amazonas, el más caudaloso del mundo, ha reducido su volumen y cientos de sus afluentes están casi secos. Los expertos auguran que para 2050, el 40 por ciento de los bosques amazónicos habrán desaparecido. Esto tendrá repercusiones mundiales ya que allí se concentra un 20 por ciento del agua dulce del planeta y casi la mitad de la biodiversidad. Su desaparición sería catastrófica para la vida en la tierra ya que fenómenos como el calentamiento global no tendrían nada que los contuviera.

A la colombiana
 
Colombia vive su propio calvario ecológico. De sus 51 parques naturales, en 12 se han encontrado cultivos ilícitos que suman entre 5.000 y 6.000 hectáreas concentradas principalmente en la Sierra Nevada y la Macarena. Mientras el gobierno fumiga y realiza erradicaciones manuales, nuevas zonas son colonizadas con este fin. Por su parte, los principales ríos han reducido sus cauces e incluso Bogotá se precia de tener la cloaca más grande del mundo por su moribundo río. Para José María Castillo, consultor del Instituto de Estudios Ambientales para el Desarrollo, "la destrucción de la Ciénaga Grande de Santa Marta, debido a que la vía que comunica a Santa Marta con Barranquilla fue mal diseñada, generó una de los mayores desastres ecológicos en Colombia".
 
Océanos de petróleo
 
Cuando un barco petrolero se accidenta y vierte parte o todo su contenido al mar, ocurren las 'mareas negras'. Algas, peces, mamíferos y aves mueren rápidamente al quedar impregnados de combustible, y los ecosistemas quedan afectados para siempre. La historia de estos incidentes empezó con el naufragio del buque Torrey Canyon, accidentado en el Canal de la Mancha en 1967. Ante el desastre, la solución no fue mejor: se dispersaron unas 15.000 toneladas de detergentes y la armada del Reino Unido bombardeó la zona durante tres días, con el fin de que el crudo ardiera. Aunque entre 1967 y 1989 se presentaron al menos una docena de casos más, no fue sino hasta la tragedia del Exxon Valdez, siniestrado en Alaska en 1989, que todos los ojos se volvieron sobre el tema. Este accidente afectó unos 3.000 kilómetros de costa; miles de pájaros, peces, focas y nutrias murieron, y los daños persisten después de casi 20 años. En Estados Unidos llevó a que se endureciera la legislación para prevenir derrames, por ejemplo, la exigencia del uso de buques de doble casco en aguas norteamericanas. Haría falta la catástrofe del Prestige, ocurrida en 2002 en las costas españolas, para que la Unión Europea hiciera lo propio. Aunque el del Prestige no ha sido el mayor vertimiento que se ha registrado, fue el que más población humana afectó.
 
Agua que vale oro

A pesar de las protestas de habitantes y grupos ecológicos, los gobiernos de Chile y Argentina le dieron vía libre al proyecto Pascua Lama, en el cual la compañía canadiense Barrick Gold, la más grande del mundo, espera extraer oro, plata y cobre, a partir de 2009 y durante 20 años. El gran problema es que las minas se encuentran debajo de tres glaciares que producen el agua más pura de esta región ancestral indígena y, según los ecologistas es casi imposible evitar la contaminación. Se cree que los explosivos, sustancias como el cianuro y los vertederos de desechos terminarán afectando personas, cultivos y animales, irremediablemente. Por su parte, los gobiernos de ambos países, en cuya frontera se encuentra la excavación, dicen que el proyecto cuenta con todas las condiciones ambientales para que los glaciares no sufran, pero son muchos los escépticos, debido a que la experiencia en este tipo de casos es muy poca.
 
Como 500 Hiroshimas
 
A las pocas semanas de la explosión del reactor número 4 de la planta nuclear de Chernobyl, ocurrida el 26 de abril de 1986, el bosque de pinos circundante murió y por la coloración que tomó, fue llamado el 'Bosque rojo'. Un grupo de caballos que había sido dejado a seis kilómetros murió, debido a que sus glándulas tiroides fueron destruidas, y varias especies que no murieron en un principio, dejaron de reproducirse. La contaminación de los suelos con estroncio-90 y cesio-137 aún perdura y permanecerá por lo menos durante 10 años más. Las zonas aledañas siguen deshabitadas y muchas especies vegetales desaparecieron o siguen contaminadas. Buena parte del sistema hídrico ucraniano, bielorruso y ruso presentaron acumulación radioactiva y los peces por mucho tiempo no pudieron ser consumidos. La nube nuclear que se extendió por buena parte de Europa afectó por meses zonas de Alemania, Reino Unido y países escandinavos, en los primeros años posteriores a la explosión. Treinta y dos personas murieron directamente por liberación radiactiva, que fue 500 veces mayor a la provocada por la bomba de Hiroshima, pero hay cálculos que sugieren que desde la fecha del accidente hasta hoy, han muerto más de 200.000 personas por enfermedades relacionadas.

El mar que desapareció
 
Los barcos abandonados y que quedaron clavados a la tierra después de que las aguas desaparecieran del mar Aral ilustran a la perfección el que es considerado uno de los peores desastres ecológicos de la historia. Desde el nacimiento de la Unión Soviética, sus dirigentes vieron en los ríos afluentes del Aral, considerado en su época el cuarto mar interior más grande del mundo, la oportunidad de surtir de agua a toda Asia central. La idea era hacer productiva esta desértica zona para cultivos de cereales y algodón primordialmente. La construcción de canales de irrigación a partir de los ríos Amu Darya y el Syr Darya produjeron el secamiento del lago, que hoy conserva menos de una cuarta parte de lo que fue. La alta salinidad de las aguas provocó que muchas especies marinas murieran, y actividades como la pesca se evaporaron con el agua. La gente tuvo que desplazarse, por la contaminación y la falta de trabajo, y el ecosistema está completamente destruido. Hoy las ex repúblicas soviéticas de Kazajstán y Uzbekistán han heredado el problema. En la parte norte, que corresponde a Kazajstán, se construyen presas con las se están recuperando los niveles de agua, pero en Uzbekistán el problema persiste y lo que alguna vez fue agua, hoy son grandes llanuras de sal.