| Foto: Crédito Dane

"Campesino no solo es quien vive en zona rural o trabaja la tierra": director del Dane

Por primera vez el Dane incluyó a la población campesina como sujeto político en la Encuesta de Calidad de Vida. SEMANA RURAL conversó con Juan Daniel Oviedo, director de la entidad, sobre este tema y los resultados de la encuesta.

5 de agosto de 2020

SEMANA RURAL (S.R.): Es la primera vez que un instrumento estadístico de orden nacional incluye a la población campesina como tal. ¿A qué se debe esto?

Juan Daniel Oviedo (J.O.): Resulta un poco anecdótico pero fue el primer correo que recibí cuando me posicioné como director del Dane. La Corte Suprema de Justicia (CSJ) había establecido un mandato porque, desde hace un tiempo, la población campesina ha insistido en su visibilización estadística. Ha sido una gran discusión jurídica y conceptual. En el Censo Nacional Agropecuario (2014) y en el Censo Nacional de Población y Vivienda (2018), las organizaciones campesinas dijeron “nosotros también queremos ser contados” con el principio de que lo que no se mide, no cuenta. Ellos querían estar en el censo y que se caracterizaran sus condiciones sociales y económicas. Después de varias negativas de la anterior administración del Dane,  la Corte Suprema dijo que era clave que el Estado colombiano tuviera la caracterización y que el Dane debía proveer información sobre la población campesina del país. La CSJ también insinuó la importancia de aportar un concepto: qué es lo campesino en la sociedad colombiana, para establecer quién es el sujeto campesino, cómo integra diferentes dimensiones asociativas, cuál es su dimensión productiva, cultural y territorial.

Con el trabajo interdisciplinario de la Procuraduría, Dejusticia, el Centro Administrativo Nacional (CAN), las organizaciones campesinas y la academia, logramos consensuar y desde el 8 de agosto reactivamos las mesas. Un año después, tuvimos el concepto para introducirlo e implementar la identificación campesina en todas las operaciones estadísticas del país. Por eso, el año pasado caracterizamos a la población campesina desde el punto de vista asociativo, a través de la encuesta de Cultura Política, y ya esta semana tuvimos la satisfacción de ver cómo la Encuesta de Calidad de Vida nos da unas referencias muy precisas de las brechas sociales y económicas que enfrenta la población campesina del país.

 

S.R.: ¿Qué significa ser campesino dentro de estas estadísticas? ¿Cómo realizan el cruce de la información para determinar quién es campesino y quién no?

J.O: Todo lo del reconocimiento campesino viene de grandes discusiones a nivel internacional, en el marco de las Naciones Unidas, donde se considera que no solo las relaciones de arraigo o de trabajo de la tierra generan ese concepto. Eso es muy válido para la sociedad colombiana ya que en nuestra historia vemos un desplazamiento voluntario y forzoso de la población campesina hacia las zonas urbanas, específicamente con unas condiciones de vulnerabilidad.

 

La definición de campesino no se puede circunscribir a aquel que trabaja la tierra, porque la pudo haber trabajado, fue víctima del conflicto y por consiguiente se encuentra en la ciudad, pero sus hábitos y su relación con el sector productivo todavía llevan un sello campesino que está arraigado a su autoidentificación subjetiva. El concepto de lo campesino se consensuó y se acordó con los expertos como la intersección productiva y asociativa, porque son organizaciones que tienen una relevancia en materia de cooperativas y generación de capital social, para mejorar las condiciones de esta población. Por eso, el abordaje de acercarnos a lo campesino frente a lo objetivo está en las encuestas estructurales del Dane, pero necesitábamos hacer un filtro para saber cuáles son las aproximaciones subjetivas del campesinado. Eso llevó a preguntar: "¿usted se considera campesino?Si respondía que no, preguntábamos "¿usted considera que en el pasado fue campesino?y "¿usted considera que en la comunidad en la que vive es campesina?Con la intersección de esas tres preguntas, en el hecho objetivo y subjetivo, podemos definir de manera rápida la autoidenfiticación campesina como aquellas personas que sí son campesinas; aquellas que no lo son ahora pero que lo fueron en el pasad; y aquellas que conviven en una comunidad donde ellos entienden que las dinámicas económicas y sociales que se dan allí son propias del campesinado.

 

smiley

Vea completa la entrevista con el director del Dane, Juan Daniel Oviedo.

S.R.: ¿Cómo se relaciona el concepto con la geografía? ¿Ser campesino tiene que ver con la ruralidad o se puede ser campesino aunque se haya vivido toda la vida en una gran ciudad?

J.O: Cada uno de los municipios tiene tres categorías: la cabecera, que es el núcleo urbano que se define con unas condiciones técnicas; los centros poblados, que son caseríos de más de 10 viviendas y generan relaciones sociales a pesar que no haya institucionalidad pública; y la zona rural dispersa. Esa clasificación la establecemos desde el sentido geográfico. Desde ella, vemos que la Encuesta de Calidad de Vida (ECV) nos permite establecer que en todo el país el 28,4% de la población de más de 15 años se autoidentifica campesina. Ese resultado es una autoidentificación casi que plena de las personas que habita en las zonas semirurales, mientras que el 13,5% de la población que vive en los cascos urbanos se autoidentifica subjetivamente  como campesina. Si bien la ECV no es un censo, es tan potente que logra ser representativa para todos los departamentos del país y dentro de cada uno, para su figura urbana y rural. Por ejemplo, en el Cauca tenemos que 38,9% de la población de más de 15 años se autoidentifica campesina porque muchas personas en los cascos urbanos también se autoreconocen como campesinos.

 

Cuando queremos empalmar esto con los resultados del Censo Nacional Agropecuario (2014), debemos dejar clara una diferencia de aproximación: el protagonista de este Censo no era, en primera instancia, el sujeto productor agrícola sino la producción agropecuaria. Como su nombre lo indica, el Censo quería establecer cuál es el área cultivada en productos agropecuarios del país, pero el Dane en ese momento también quiso incluir preguntas sobre las unidades productivas agropecuarias. Esas unidades pueden funcionar como campesinas o no. En cambio, en la Encuesta de Calidad de Vida estamos centrados en los sujetos y en los lugares, por lo que creemos que esta es la herramienta que permite establecer la magnitud o la dimensión del campesinado colombiano. En el Censo Nacional Agropecuario no pudo establecer el autoreconocimiento campesino.

 

S.R.: ¿Y esta encuesta qué utilidad tiene? ¿Qué beneficios trae para los campesinos?

J.O: Más que brindar unos datos o unos indicadores, es la posibilidad de generar un enfoque diferencial en la producción estadística. Por ejemplo, el Dane anunció que durante el 2019, el 17,5% de la población colombiana se encuentra en situación de pobreza multidimensional. Esta semana anunciamos que cuando en los hogares hay al menos una persona que se identifica como campesina, ese porcentaje sube al 29,3%.

Gracias a esta información y a que sabemos que la pobreza de los hogares campesinos está centrado en unas brechas muy importantes (analfabetismo, vivienda, acceso a la salud), la política pública del Ministerio de Agricultura y el Departamento Nacional de Planeación están llamados a atacar esas brechas. Nosotros con la información estadística también empoderamos a la población campesina para que llegue informada a estos ejercicios de participación o de construcción colectiva de la política pública, tal como está planteado en el artículo del Plan Nacional de Desarrollo.

 

smiley

"Nosotros con la información estadística también empoderamos a la población campesina para que llegue informada a estos ejercicios de participación o de construcción colectiva de la política pública": director del Dane.

S.R.: Sabemos que desde el Dane no se puede construir política pública, ¿pero qué resultados priorizaría y compartiría para estas políticas?

J.O: El Dane no hace política pública pero sí la habilita. La entidad tiene un lema institucional y es "información para todos", que permita que se puedan tomar buenas decisiones y que se construyan buenas políticas públicas. Con solo tres preguntas logramos habilitar una comparación entre lo que llamamos los hogares campesinos y los hogares promedio del país (hogares afro, indígenas, de clase media y alta, vulnerables, etc.). Volviendo a la pobreza multidimensional, lo interesante es que su perspectiva y abordaje no es desde lo monetario sino desde los derechos: educación, salud, trabajo, vivienda digna y los derechos de la infancia y de la adolescencia. Sobre estos cinco derechos, ¿cómo puedo estar vulnerado o privado a ejercerlos en función de las condiciones de vida que estoy observando? En el caso de los hogares campesinos, el 18% tiene al menos una persona en situación de analfabetismo, mientras que eso solo se da en el 9,3% de los hogares promedio del país. Ahí tenemos una brecha del doble que se debe corregir en las ciudades y en el campo.

 

S.R.: ¿Y qué ocurre con el sistema de salud? Si observamos las estadísticas, pasa lo contrario: la población campesina está más asegurada en el sistema de salud que el total nacional; sin embargo, el sistema de salud es uno de los problemas que identifica esta población. ¿Cómo entendemos estas circunstancias?

J.O: Desde el acto legislativo de 2015, Colombia poco a poco está avanzando el régimen de cobertura universal en salud. Bien sea por el régimen contributivo o el régimen subsidiario. Por ejemplo, si analizamos la percepción y el acceso a la salud de  las personas de más de 15 años que se reconocen como campesinas, el 95% de la población se ve como beneficiaria del sistema nacional de salud. Lo interesante es que esa composición es prinicipalmente por el régimen subsidiario y no por el contributivo, cuando en el total nacional se da mitad y mitad entre ambos regímenes. En esto ya vemos una brecha porque el acceso a salud está basado en lo subsidiado y muestra la alta informalidad laboral de las personas campesinas. Específicamente, y regresando a la pobreza multidimensional, esta variable tiene un componente muy importante y es que son las barreras del acceso a la salud que se mide con dos preguntas: "¿durante los últimos 30 días tuvo un problema de salud que no requiriera hospitalización?"  y "si lo tuvo, ¿acudió al sistema de salud o se curó con medicina tradicional o autorecetándose?". Esa barrera de acceso está concentrada en las condiciones de vulnerabilidad que se dan en la zona urbana. Estos datos muestran que las brechas de acceso a la salud están en los campesinos que pueden tener una condición de vulnerabilidad asociada al hecho por el cual se desplazaron del campo a la ciudad.

S.R.: Al revisar la distribución de la población que se autoreconoce como campesina, las mujeres no son mayoría a pesar que en el país las mujeres representan más del 50% de la población. ¿Esto qué quiere decir?

J.O: La brecha de género que cargamos es la misma que se da en el contexto rural, pues la población colombiana en la zona rural es mayoritariamente masculina. Casi en un 54% son hombres, frente a un 46% de mujeres. Lo que vemos no es tanto un tema de migración o de sesgos de género sino que tres cuartas partes del reconocimiento campesino sucede en la zona rural.

 

S.R.: Si vemos que más de la mitad de la población colombiana es mujer, pero en el campo son minoría, debe haber algunas causas estructurales, como las violencias de género, los roles en el campo...

J.O: Y el rol del trabajo doméstico, en el que hay una brecha tremenda. La Encuesta de Calidad de Vida mostró que las brechas de las mujeres campesinas en las zonas rurales frente al trabajo doméstico no remunerado son muy importantes. Casi el 100% del trabajo doméstico no remunerado en el campo está en manos de las mujeres campesinas.

 

S.R.: Otra preocupación es el relevo generacional y la permanencia de los jóvenes en el campo, algo que pone en riesgo la seguridad alimentaria. ¿Cómo se ve esto en la Encuesta?

J.O: El concepto de jóvenes rurales se vuelve fundamental para que haya una renovación de la población campesina y sobre todo una renovación productiva. Ahí me salgo de la Encuesta de Calidad de Vida y priorizo el resultado de la Encuesta de Población y Vivienda. Entre el Censo de 2005 y el del 2018, si pensamos en la población entre 18 y 26 años, ha habido mayor participación de los jóvenes. Sabemos que la periferia del país es altamente rural, en donde hay una demanda insatisfecha de educación y ese es uno de los cruces más importantes que con la Encuesta de Calidad de Vida y con esta georeferenciación, permite reconocer que el relevo generacional es uno de los desafíos más importantes para la población. ¿Cómo vamos a lograr que esa prevalencia de jóvenes que están en las zonas rurales del país tengan acceso a educación técnica y tecnológica, y a formación pertinente allá en la ruralidad? Bien sea con tecnología o presencia física de instituciones para lograr que algunos puedan encontrar sus oportunidades en el campo, y permitir que la productividad agropecuaria colombiana crezca. Por ejemplo, en el sector cafetero, el aprovechamiento de todo el boom de los cafés especiales podría ser más importante si utilizaramos población mucho más joven en la producción cafetera.